El coordinador de Programas de Incidencia Social de la universidad señala que, ante la situación de inseguridad que se vive en el estado, específicamente en la zona norte, es importante no abandonar a las comunidades a su suerte, sino encontrar maneras de seguir trabajando de manera conjunta
A raíz del asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora en la sierra Tarahumara, el problema de la inseguridad y la violencia en las comunidades indígenas atrajo el foco de atención. Sin embargo, en el caso de Jalisco, la situación no es nueva. Así lo advierte Efraín Jiménez, quien agrega que desde hace muchos años “el norte del estado vive la presencia de grupos delictivos que afectan las dinámicas comunitarias”, por ejemplo, el transporte y el acceso a las comunidades, lo que deriva en un aislamiento que hay que atender. “La solución no es dejar de ir, porque es cuando más apoyo necesitan las comunidades”.
Efraín Jiménez Romo es el titular de la Coordinación de Programas de Incidencia Social (Coincide) del ITESO y del Programa Indígena Intercultural. Explica que en la zona norte del estado se han vuelto comunes los retenes y los controles de ingreso y salida de las comunidades a manos de presuntos comandos del crimen organizado que vigilan las carreteras, detienen autos, revisan celulares, toman fotos de las identificaciones de las personas. La situación ha comenzado a provocar que, por ejemplo, se interrumpa el transporte colectivo. Estas situaciones derivan, dice Jiménez Romo, en que “las comunidades van quedando aisladas y eso genera otros conflictos. Pierden la posibilidad de adquirir suministros, medicamentos, comida”.
El ITESO tiene presencia en las comunidades wixaritari del norte del estado desde hace más de 30 años. Ha colaborado con centros comunitarios, echando a andar proyectos interculturales, educativos, culturales, de formación docente, entre otros. Sin embargo, en este momento, dice el titular de Coincide, “está detenido todo el trabajo presencial y se han pausado los proyectos” debido a la situación de inseguridad.
Pero esto no significa que estén haciéndose a un lado. “Seguimos apostando por el trabajo en y con las comunidades, pero tenemos que replantear la estructura del mismo para garantizar la seguridad de nuestros estudiantes y de los habitantes de las comunidades”, dice Jiménez, quien agrega que la experiencia del trabajo realizado durante el aislamiento por la pandemia ha permitido explorar distintas modalidades de trabajo a distancia. “Hemos generado proyectos en los que dos personas son el vínculo presencial con la comunidad y el resto se trabaja desde la Universidad”, explica el académico.
Jiménez Romo señala que el Programa Indígena Cultural mantiene sus proyectos vigentes en la sierra Tarahumara, la sierrra Mixe, el Gran Nayar y el Área Metropolitana de Guadalajara. Entre los proyectos que continúan menciona la construcción de un bachillerato intercultural en Nueva Colonia, en la sierra wixárika; el cine colaborativo, en el que estudiantes del ITESO realizan cortometrajes con estudiantes de los centros educativos interculturales como estrategia de promoción, fortalecimiento cultural y autonomía; el acompañamiento psicoafectivo y la educación intercultural en centros educativos de los diversos territorios. “Actualmente hemos pausado el trabajo presencial en la comunidad de Creel, en la sierra Tarahumara, y en San Andrés Cohamiata, en Mezquitic, cerrando el trabajo de forma virtual. En el resto de las comunidades que presentan condiciones de seguridad se continúa el trabajo presencial. Aparte de las sesiones y acompañamiento de forma virtual con quienes las condiciones tecnológicas se los permiten, también hemos convocado al trabajo mediante encuentros de las redes en los territorios donde el trabajo sea posible”.
Para el ITESO es importante mantener el vínculo con las comunidades porque los proyectos en colaboración con ellas son fundamentales en la formación de su comunidad estudiantil. “Históricamente, el quehacer del ITESO es formar personas a partir de programas con una aplicación en las comunidades. Sin embargo, a diferencia de hace 10 o 15 años, las condiciones ahora son muy complicadas. Debemos estar pendientes de un contexto y una realidad cambiantes para determinar dónde sí podemos seguir colaborando de manera presencial”, explica Jiménez Romo, y hace énfasis en que la situación no sólo se vive en el norte del estado, sino también en el Área Metropolitana de Guadalajara. Según Efraín Jiménez, aunque permite mantener la actividad, el trabajo a distancia no es lo mismo ni para las comunidades ni para los estudiantes, ya que los proyectos se atrasan y “la relación con las comunidades se va enfriando».
Para el coordinador del Programa Indígena Cultural, lo más importante en este momento es “escuchar la voz de las comunidades, que son quienes están viviendo las situaciones. Desde hace mucho tiempo ellas han explorado propuestas de defensa, cuidado y lucha, y debemos reconocerles como actores que han apostado por alternativas para la paz”. También señala que las situaciones que se han visto últimamente “ponen en una situación de riesgo la autonomía de los pueblos”, por lo que, reitera, hay que poner el foco en las comunidades, así como en la articulación de iniciativas que sumen el trabajo de la sociedad civil, el gobierno y la academia.
FOTO: Luis Ponciano