Durante la charla «Pertinencia social de la investigación y el posgrado», cuatro académicos se cuestionaron cómo debe ser el conocimiento que se produce en las universidades y qué problemas tendría que buscar resolver

Desde hace mucho tiempo,la generación de conocimiento en las universidades, producto de la investigación y la formación en posgrado, ha enfrentado diversos problemas: uno de ellos es el que implica quedarse en un circuito muy cerrado, de modo que ese conocimiento no trascienda a la sociedad. Por otro lado, en muchas ocasiones se ha priorizado la formación de acuerdo con las demandas del mercado, antes que enfocar en las necesidades de la comunidad. Por eso es necesario reflexionar, una y otra vez, sobre el camino que debe seguir la educación superior. Tal fue uno de los objetivos de la charla «Pertinencia social de la investigación y el posgrado», en la que cuatro académicos, moderados por Nadia Patricia Gutiérrez, académica del Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES) del ITESO, pusieron en común sus reflexiones.

Alain Basail, académico de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y miembro del comité directivo del Consejo Latinoamericano en Ciencias Sociales (Clacso), señaló que es necesario que las universidades dejen de lado «la relación con el mercado y comencemos a poner los ojos en la sociedad». Señaló que hay un cierto desencanto social para con la academia, ya que, por lo general, las ciencias están ausentes del debate social y los saberes que se producen quedan atrapados en lo que describió como «círculos cerrados o elitistas de circulación del conocimiento». En ese sentido, agregó, es necesario que la ciencia «salga a la calle, se inserte en la conversación pública y apueste por una pedagogía social para transmitir el conocimiento y luchar contra el utilitarismo del conocimiento».

En su primera intervención, Eduardo Gómez, presidente del Consejo Mexicano de Estudios de Posgrado (Comepo) y académico de la Universidad La Salle Ciudad de México, señaló que, en general, la educación superior se encuentra constreñida en «modelos educativos muy escolarizados o teóricos y hemos perdido la oportunidad de vincularnos con la realidad». También comentó que «las instituciones no se han ocupado de la divulgación científica» y, para afirmar cómo la sociedad sí es receptiva a estos temas, puso como ejemplo que durante la pandemia se ha podido apreciar un reconocimiento social a la investigación en salud.

Por su parte, Bernardo Masini, director de Investigación y Posgrado del ITESO, centró su comentario en una palabra: convivencia. Señaló que «la educación debe servir para enseñarnos a convivir. Esta convivencia propicia la colaboración en el trabajo y permite atender esferas más amplias». Por otro lado, respecto a la pertinencia social de los planes de estudio, señaló que es necesario preguntarse «qué saberes debemos colocar para atender las necesidades específicas de las comunidades».

Darío Salinas Figueredo, académico de la Universidad Iberoamericana (Ibero) Ciudad de México, cerró la primera ronda de intervenciones señalando que «la producción del conocimiento no debe ser vista como un fin, sino como un medio. Pero es importante que nos preguntemos: ¿conocimiento para qué?».

Para la segunda ronda, las intervenciones estuvieron enfocadas en visualizar hacia dónde debería orientarse la enseñanza en educación superior. Basail señaló que el desafío es volver a encontrar la colegialidad, la integración y la multidisciplinariedad. «Los posgrados deben generar colaboración entre las disciplinas para así aprender desde diferentes espacios. La reflexividad colectiva es la que nos puede llevar a caminos de paz».

Para Masini, también es importante que, desde la educación básica, se aliente el gusto por investigar y entender el mundo. «Estas habilidades deben fomentarse desde antes», dijo y añadió que otra tarea pendiente es propiciar la horizontalidad. Por otra parte, dijo que es importante que cuando las universidades decidan abrir un nuevo plan de estudios, se pregunten qué tipos de problemas pueden resolver. «Vemos muchos programas que surgen por el entusiasmo de un grupo de profesores, más que por el análisis de las necesidades del entorno, y luego por eso fracasan».

Para cerrar, Basail señaló que «nos toca a todos reforzar la apuesta por participar en la discusión pública».