Los días 17 y 18 de mayo tuvo lugar en el ITESO el congreso “Frente a las adicciones: la colectivización del cuidado”, durante el cual se presentaron los resultados de la investigación “El desarrollo de la capacidad de agencia y la reconfiguración emocional en personas adictas en recuperación. Hacia una propuesta de prevención”, realizada por el DPES 

Rosa Barba González es una adulta mayor que vive en el cerro del 4. Ahí, ha sido beneficiaria y partícipe del trabajo que realizan académicos y estudiantes del ITESO en pro de la comunidad. O, como ella lo llama, “de la educación jesuita”. El pasado viernes venció a los nervios y tomó la palabra para decir, justo en el centro del auditorio Pedro Arrupe, SJ: “Me emociona ver que no estoy sola en la lucha contra las adicciones”, para luego dirigirse al argentino José Marcelo Durán, que recién había dictado una conferencia. Rosa tenía razón: no estaba sola: junto a ella estaban las y los participantes del congreso “Frente a las adicciones: la colectivización del cuidado”, que tuvo lugar los días 17 y 18 de mayo y al ITESO como sede. 

El congreso fue la etapa final de una investigación que, desde hace seis años, ha venido realizando el Departamento de Psicología, Educación y Salud (DPES). Titulada “El desarrollo de la capacidad de agencia y la reconfiguración emocional en personas adictas en recuperación. Hacia una propuesta de prevención”, ha involucrado el trabajo de académicos, organizaciones de la sociedad civil y muchas personas. Así lo dio a conocer en sus palabras de bienvenida Catalina Morfín, titular de la Dirección General Académica del ITESO, quien dijo que durante las dos jornadas de trabajo se revisarían “los resultados de la investigación”, al tiempo que expresó su “agradecimiento a todas las personas que han cedido su voz y que han participado en la investigación». 

Morfín López hizo hincapié en el título del congreso y dijo que “el cuidado es una corresponsabilidad social que implica cuidar al otro en sus debilidades y en sus fortalezas. La clave es colectivizar el cuidado. El cuidado está en todas partes, en situaciones muchas veces no visibles. Ya sea con la etiqueta de amor o ya sea pagado, el cuidado ocurre”. También dijo que es necesario reconocer el cuidado como parte de la agenda de derechos de las personas y enlistó tres tareas que debe impulsar la universidad para abonar en la cultura del cuidado: 

“La primera es la formación ética y comprender el mundo como una red de relaciones y de corresponsabilidad hacia el otro. La segunda es que estudiantes y académicos aprendamos juntos la compasión y la benevolencia. Finalmente, en algo que se alinea con el objetivo del congreso, la universidad debe ser permanentemente un espacio de diálogo no sólo de expertos, sino entre todos los actores involucrados para aprender unos de otros”, dijo Catalina Morfín. 

La ceremonia inaugural del congreso también contó con el testimonio de Carlos Buenrostro, médico de profesión y quien compartió algunas reflexiones sobre su proceso para dejar atrás las adicciones. “Fue difícil aceptar que no podía hacerlo solo. Lo entendí hasta que llegué a un lugar donde la otra persona es importante”, compartió y dijo que antes no podía ver por alguien más, hasta que se encontró con “gente que me ha sabido guiar e inculcar la cultura del autocuidado, el autoconocimiento, y a ver por mí viendo por alguien más”. 

El encargado de hacer la inauguración oficial del congreso fue Alexander Zatyrka, SJ, rector del ITESO, quien destacó la apertura de “un espacio de reflexión y diálogo para adoptar una visión más humana y comprensiva de las personas y las circunstancias que rodean esta problemática”. Dijo también que la investigación que dio pie al congreso es una expresión de cómo “en la comunidad universitaria nos enfocamos en dar un servicio a la comunidad buscando soluciones a los conflictos que más le afectan, no como protagonistas sino como motores”. 

Por otra parte, continuó el rector, la colectivización de los cuidados es fundamental “ante la desigualdad de un modelo que relega el cuidado”, aun cuando este “es un factor poderoso de integración social”. En una sociedad en la que el tema de las adicciones y su rehabilitación se presenta como una situación individual, “los cuidados colectivos contribuyen a la regeneración de las relaciones y permiten mejorar como individuos y como proyecto social” 

“Cada paciente es algo nuevo” 

Los trabajos del congreso “Frente a las adicciones: la colectivización del cuidado” comenzaron con la conferencia magistral “La adicción: una respuesta maniaca a la depresión”, a cargo del psicoanalista argentino José Marcelo Fabián Redonda, quien al comenzar con la charla dijo que esta era una suerte de recapitulación de “un trabajo de 35 años en el tema”. 

Fabián Redonda dijo que le interesaba abordar el tema de las adicciones desde un enfoque clínico, dejando de lado las teorías, y psicopatológico porque “cada paciente es algo nuevo. Las teorías no son el hecho, el hecho viene cada vez de manera inesperada y las teorías no alcanzan”. 

El psicoanalista dijo que en la vida hay dos estados que gobiernan el destino de una persona: la estabilidad y la inestabilidad, y las personas van de uno a otro como en un péndulo. Sin embargo, en algunos momentos ese péndulo traspasa cierto límite y, en el caso de la inestabilidad, resulta más difícil volver. Es entonces cuando aparecen las adicciones. “El inestable busca tapar de cualquier manera aquello que le quita la estabilidad. Los mundos privados que crean son una manera de sobrevivir y los salvan de la depresión suicida”. 

Fabián Redonda expuso que hay tres candidatos a caer y permanecer en la inestabilidad: los adolescentes, las personas que atraviesan un momento crítico y los pacientes con personalidad psicótica constitutiva. Los últimos, dijo, se caracterizan por una personalidad que privilegia la omnipotencia y la omnisciencia, “una negación de depender de alguien a partir de una megalomanía, consciente o inconsciente, en la que crean un mundo sin angustias alrededor del objeto adictivo que confirma su omnipotencia y les da la posibilidad de anular la realidad”. 

Por otra parte, continuó, quienes sufren un momento crítico —un duelo, una separación— son propensos a generar una adicción —al juego, a la comida, al alcohol, a otras personas— para lograr “que la vida no sea de un gris monótono”. Finalmente, sobre los adolescentes dijo que atraviesan “un momento de la vida dificultoso” en el que los adultos “debemos tener más paciencia”. Dijo que “el adolescente sin el grupo no es nada”, pero alertó que los líderes de los grupos a los que se integran “no son necesariamente buenos”. 

En el intercambio de preguntas y comentarios con la audiencia, Marcelo Fabián dijo, entre otras cosas, que la personalidad de cada persona es determinante para un proceso de rehabilitación de las adicciones, y dijo que es necesario echar mano de todos los actores sociales posibles. Compartiendo casos de personas que ha atendido en consulta, señaló que los cuidados comunitarios son fundamentales porque “a veces uno le pide apoyo al gobierno, al Estado, pero las micropolíticas de cuidado son muy importantes”. 

Para cerrar, le respondió a Rosa Barba, quien le preguntó sobre la diferencia entre poner límites e imponer órdenes. “Con el amor que tenés”, dijo el argentino, “seguro ayudás a mucha gente. El amor es importante. A la gente hay que mostrarle la responsabilidad que tiene con su vida y las consecuencias de sus actos”. 

FOTOS: Zyan André