Federico Portas honra la memoria de Jorge Manzano, SJ, mediante una de sus reflexiones filosóficas sobre Hegel, para describir el momento político en el que vivimos.
POR FEDERICO PORTAS LAGAR, COLABORADOR DE CRUCE Y DE LA REVISTA XIPE TOTEK
ILUSTRACIÓN DE ALEJANDRO ARMENTA HERNÁNDEZ.
Para Jorge Manzano, SJ, en su séptimo aniversario luctuoso
Después de siete años de su fallecimiento, me sigo preguntando por qué está tan presente Jorge en mí. Como en toda defunción de un ser querido, la muerte nos permite una mejor comprensión de nosotros mismos y de esa persona que se fue. ¿A dónde, a fin de cuentas, puede expulsar la muerte un ser tan querido como Jorge Manzano —a quien inefablemente hemos llevado en nuestro corazón desde hace mucho tiempo— si no es precisamente a nuestro corazón? ¿Cómo podría cesar lo que ya en vida era cada vez más y más independiente de su presencia tangible? ¿Dónde podría estar más presente su influencia que en nosotros, que lo hemos querido? Su vida cobra en nosotros un renovado vigor, como si hubiéramos aprendido un nuevo lenguaje; la expresión de un nuevo canto que de modo ineludible está ligado a cada uno de cuantos lo conocimos.
Me valgo de una película, Roma (1) (Cuarón, 2018), y de una reflexión filosófica de Jorge Manzano sobre Hegel, la dialéctica del amo y el esclavo, la cual relaciono con el filme para describir el momento que vivimos, a dos años de un cambio de régimen político en México; régimen basado en la atención a los más desfavorecidos y en la disminución de la brecha socioeconómica, como uno de sus pilares.
En determinado momento de la dialéctica, Hegel describe varias opciones que se les presentan al amo y al esclavo. Jorge Manzano aprovecha para relacionarlas con el alma juez y el alma pecadora, y de este modo explicarlas. El alma pecadora se abre al alma juez y le confiesa todos sus pecados. En una de las opciones, el alma juez cae en cuenta y acepta que también ella es pecadora —al haber juzgado a la otra—, que actuó al exterior, que su acción es limitada, protagónica, defectuosa. Entonces, el alma juez confiesa a la pecadora sus pecados. Lo que el alma juez hace con la pecadora lo hace consigo misma; y así la otra también. Ambas se reconcilian, si se quiere, con un abrazo; y Dios aparece en medio de ellas. Aquí, después de seis capítulos de la Fenomenología del espíritu, Hegel pronunció por primera vez la palabra ‘Dios’. No dijo ‘espíritu absoluto’ o ‘conciencia absoluta’; escribió ‘Dios’. Cabe mencionar que, de acuerdo con el filósofo alemán, en la medida que avanza la Fenomenología del espíritu, Dios se identifica con el espíritu absoluto y su desenvolvimiento. Jorge, con su enorme libertad, creatividad y capacidad para innovar, y bajo su propia consideración, la consigna como la ‘dialéctica suprema del espíritu’.
Asimismo, dentro de la dialéctica, me parece fundamental recordar que el esclavo se libera de su condición en cuanto deja de considerar la supervivencia como el valor supremo y acepta poner en peligro su propia vida. De acuerdo con Hegel, el éxito de la lucha, y en general de la dialéctica, no es la destrucción de alguno de los dos contendientes, el esclavo o el amo, ya que, en la eliminación o reducción del otro, la dialéctica no avanzaría.
Roma tiene varias aristas, todas ellas amplias. Me fijo solo en una que, desde mi punto de vista, es representativa tanto de la película misma como de la dialéctica hegeliana. Hacia el final del largometraje, la hija de Sofía, que está en el mar, corre el peligro inminente de ahogarse. En ese momento, Cleo, empleada al servicio de la familia de Sofía, lo advierte y arriesga su propia vida para salvarla, y lo hace. Al final, aparecen Sofia, sus hijos y Cleo, todos fundidos en un abrazo con el que, sin duda, celebran la vida y rompen las barreras. Parecería que expresan un profundo reconocimiento y reconciliación.
Me da la impresión de que Roma es profunda y genuinamente política; deja de lado mentira, promesa, teatro, verdad… todo eso que es parte de la realidad, para mostrarnos la forma específica en que podemos apoyarnos para que, juntos todos, vivamos mejor. La acción descrita en esta dialéctica y en Roma es un gesto de reconocimiento, entrega y recepción de la persona —y, con ella, todo lo que representa— mostrando una compenetración ilimitada.
Marina de Tavira (2) comenta: “Roma hace visible lo que no queremos ver”. Diría yo: “sí lo vemos, pero no lo queremos reconocer ni aceptar, y menos lo queremos integrar en nuestra vida”. Transformar el mundo implica interpretarlo; e interpretarlo exige aceptarlo y aceptarnos, como lo hicieron Cleo y Sofía. Transformar nuestro México exige no olvidarnos del carácter problemático de la experiencia histórica actual, incluyendo los logros. En cambio, olvidarla-negarla es dar la espalda a la vida del México plural, a la vida de todos nosotros.
Nuestra nación experimenta una fractura. Estamos divididos y parecería que no nos aceptamos, que somos dos —o más— “Méxicos” ajenos entre sí, pero mutuamente dependientes. Nuestro mestizaje no se ha dado en forma cabal. Será difícil que podamos salir adelante si no ocurre en este país un reconocimiento de base, amplio, integral de nuestros antepasados y de los procesos históricos posteriores, de la realidad actual. Se requiere establecer vasos comunicantes, de ida y vuelta, entre todos los actores de México; dar paso al otro en mí, ese que nos hace ser auténticamente humanos, ese que deja de lado los límites y abre el camino para que el único límite entre nosotros sea la caridad, esta caritas que permite construir una realidad a la medida de nosotros mismos. Jorge Manzano insistía, por todos los medios, en encontrar cómo se puede estar mejor con los otros; su pasión —así lo decía— era encontrar la “unidad en la diferencia”.
La aportación de López Obrador ha sido enorme y atinada para México, en el sentido de que ha abierto la mirada a los otros, a los vulnerables, a los invisibles. Sin embargo, por otro lado, él mismo presenta una actitud que ha suscitado la confrontación en el país (3). Gilberto Rincón Gallardo (1999) decía:
Para México no es lo mejor el cruce de objetivos que pretende resolver quién vencerá a quién. No coincido con el maximalismo, la pérdida de la idea democrática de la negociación, la renuncia a un papel de convocatoria, de consenso, de equilibrio, de aceptación, de pluralidad, de reconocimiento de los valores y logros ajenos.
Es una realidad muy distinta a lo vivido en estos dos años y contraria a la inicial, en la que López Obrador proclamó la conciliación de los diversos actores en México.
Asumir plenamente a López Obrador implica superarlo —suprimir-conservar-elevar todo dualismo y confrontación— para así hallarnos con esa realidad, con rostro humano, con particularidades históricas y también actuales, que en las figuras de Sofía y Cleo nos encuentran para ofrecer la posibilidad de reencontrarnos y reconciliarnos; y en un abrazo hacer que surja una nueva realidad en la que muy juntos emprendamos una nueva aventura y honremos el lema que expresa nuestra máxima casa de estudios: “Por mi raza —y no clase— hablará el espíritu”.
Referencias
Cuarón, A., Rodríguez, G., Celis, N. (productores) y Cuarón, A. (director). (2018). Roma [cinta cinematográfica]. México: Participant Media; Esperanto Filmoj; Pimienta Films.
Hegel, G. W. F. (1994). Fenomenología del espíritu. México: Fondo de Cultura Económica.
Rincón-Gallardo, G. (1999). A contracorriente. México: Centro de Estudios para la Reforma del Estado.
El padre Jorge Manzano, SJ, falleció el sábado 21 de septiembre de 2013, los 83 años. Si quieres conocer más de su historia puedes consultar: