Somos mundos dentro de otros mundos, como dicen los zapatistas. ¿Cómo conciliar las diferencias en la comunidad universitaria? Aquí algunas pistas.
Por Gabriel Mendoza Zárate, SJ
El 7 de marzo pasado, en el marco del Día de la Comunidad Solidaria “Reconstrucción del Tejido social: hilar acciones para el buen convivir”, alrededor de 40 estudiantes del ITESO se reunieron en la Plaza de los 50 Años con representantes del programa Jesuitas por la Paz, creado por la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, para conversar sobre el tejido social.
Durante sesenta minutos se intercambiaron puntos de vista sobre dos preguntas propuestas para la ocasión: ¿Qué entendemos por tejido social? Y ¿cómo se mantiene o refuerza el tejido social? Aquí una síntesis de esta conversación apresurada.
Bordados de sociedad
De entrada, la metáfora del “tejido social” evoca otros significados conexos como red, relación, entramado, lazo, nexo, vínculo entre personas. Se trata de maneras diversas de entrelazar hilos, acciones, todo para dar consistencia, estabilidad y seguridad a la sociedad.
Así como los tejidos chiapanecos, con sus múltiples bordados de colores, el tejido social tiene una pluralidad de configuraciones que se manifiesta en colectivos, grupos, redes, organizaciones, comunidades e instituciones. Lejos de una idea “sustancialista” de lo social, la noción de tejido social remite a acciones concretas, a prácticas sociales de cooperación y construcción conjunta: “tejer comunidad” y “construir lo común”.
Para los estudiantes del ITESO, hablar de tejido social significa crear lazos afectivos que “tejen” identidades; se trata de “reconocer la existencia del otro”; de “apertura” y de “trascendencia del yo”; de “llegar a acuerdos”; y, sobre todo, de “respetar los acuerdos. El tejido social, dijeron, “se regenera cuando se busca el bien común” y se promueve la solidaridad.
Aunque reconstruir el tejido social de nuestro país pareciera una tarea imposible, las acciones para regenerarlo comienzan desde uno mismo, en las interacciones cotidianas, cuando mostramos empatía, cuando somos sensibles, conscientes y solidarios con lo que pasa a nuestro alrededor.
Todos estamos vinculados socialmente, no es posible el individuo aislado. Sin embargo, es importante el reconocimiento del otro como persona; aprender a escuchar al otro; dejar las etiquetas y aceptar a cada uno desde su propia historia. Se trata de reconocernos diferentes y construir lo común mediante el diálogo y el respeto. Para esto, es importante hacer y crear comunidad, rescatar las prácticas informales de convivencia, crear espacios para encontrarnos, comunicarnos y reconocernos. Donde se ha dañado la posibilidad de encuentro y de reconocimiento, promover acciones creativas de perdón y reconciliación.
Acciones para reencontrarnos
Reconstruir el tejido social es también una tarea política. Implica una postura crítica contra el sistema que fragmenta la sociedad y encumbra el individualismo. Esta tarea política requiere de organización y participación. Es nuestro trabajo el involucrarnos y buscar solución a los problemas sociales; conectar con las distintas luchas y generar experiencias transformadoras.
En el ITESO, según los estudiantes que asistieron, la tarea inmediata es dar vida a la llamada “comunidad universitaria”, porque existe un cruce de muchas colectividades que a veces no logran encontrarse entre sí.
Para reconstruir el tejido universitario se necesita impulsar espacios de conversación entre los diversos colectivos que coexisten en la universidad; abrir mesas de diálogo dónde se superen los enfrentamientos ideológicos y se atiendan los problemas sociales comunes, a partir de un pensamiento sobrio y disposición de escucha.