Estableciendo un paralelismo con el trabajo y el martirio de los jesuitas en Cerocahui, Chihuahua, llega al ITESO la obra Matteo Ricci, dirigida por Luis de Tavira y Jorge A. Vargas, que recuerda la vida del misionero y cartógrafo italiano y su aventura en la China del siglo XVI
El espíritu misionero jesuita busca la evangelización no por medio de la imposición ni la aniquilación de la cultura de enfrente, sino a través de la comprensión del otro, aprovechando el entendimiento y el enriquecimiento mutuo a su paso. Desde esta visión es que está construida la obra Matteo Ricci, que, bajo la dirección de Luis de Tavira y Jorge A. Vargas, tendrá una breve temporada en el auditorio Pedro Arrupe del ITESO del 22 al 25 de junio próximos.
Este proyecto, que nació en un momento previo a la pandemia, se transformó radicalmente luego de que en 2022, en Cerocahui, Chihuahua, los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, junto al guía turístico Pedro Eliodoro Palma, fueran asesinados por un jefe narcotraficante de la región.
A partir de ahí, y ante este golpe de realidad, explica De Tavira, fue necesario establecer un vínculo entre este suceso y la labor misionera temprana de Matteo Ricci, jesuita, cartógrafo y matemático italiano que se estableció en la China de la dinastía Ming entre los siglos XVI y XVII.
“Pienso que la muerte de estos misioneros mexicanos ilumina de otro modo la aventura que queríamos contar. Eran apreciables por su aventura de ir hacia el otro, y de hacerse a los otros, tanto como Matteo Ricci planteó en algún momento su conversión de europeo para convertirse en un chino y ser aceptado por dicha cultura”, explicó el director.
Para el también dramaturgo, esta actitud supone unas enormes inteligencia, humildad y capacidad de aprender del otro, y evita el paternalismo colonialista de aquel que se siente superior; es una invitación a enriquecerse y compartir, lo que supone un cambio muy radical y un replanteamiento de la antropología, tanto en el cristianismo como en la cultura en general.
“Es esta capacidad de asombro ante la grandeza de esa cultura, como sin duda algunos jesuitas de la Tarahumara lo han testimoniado: la asombrosa riqueza y hondura de esa cultura de resistencia que es la cultura rarámuri, o como lo fue también el esplendor de la cultura China para Occidente”, añadió.
De la autoría de José Ramón Enríquez, José María de Tavira y Luis de Tavira, en la obra se utilizan diversos lenguajes escénicos —se incluye el uso de máscaras, marionetas, pantallas multimedia, un coro y hasta diálogos en chino— para narrar la aventura de Ricci, así como los conflictos que hubo de enfrentar en su estancia en Oriente. De manera paralela se refiere a los sucesos recientes en Chihuahua y se invita a los espectadores a confrontarlos y sacar sus propias conclusiones.
De Tavira destacó a Ricci como hombre de fe con pensamiento científico, creador del primer mapamundi que colocó en el centro a China, alejándose de las representaciones de la época, que partían del eje europeo de Greenwich. Lo ve como una persona que siempre se interesó por asimilarse a la cultura china: “Su manera de entrar es muy distinta a la de los misioneros de ese mismo momento en América o en Asia, que iban acompañando a la empresa de conquista, acompañados de la punta de la espada y de la Inquisición”, relató.
La obra se completa con el trabajo del escenógrafo e iluminador Philippe Amand, el diseño de vestuario de Carlo Demichelis y Jerildy Bosch, el diseño de títeres y máscaras del artista plástico José Pineda y el diseño sonoro de Joaquín López Chapman, Jesús Cuevas y Pedro de Tavira. La composición coral corre a cargo de Juan Pablo Villa.
En escena participan diez actores —cinco mujeres y cinco hombres—, quienes juntos dan vida a más de 100 personajes: Esther Orozco, Rocío Leal, Alejandra Garduño, Pati Yáñez, Valentina Manzini, Ricardo Leal, Héctor Holten, Andrés Weiss, Adrián Aguirre y David Martínez Zambrano.
Matteo Riccci es la última pieza de una trilogía que reflexiona sobre diversos jesuitas a lo largo de la historia y está integrada por La expulsión, acerca del papel que tuvieron el humanista Francisco Javier Clavigero y sus compañeros exiliados de la Nueva España en la conformación de la identidad mexicana, y El corazón de la materia, en la que se cuentan las hazañas del paleontólogo y pensador Pierre Teilhard de Chardin, descubridor del Hombre de Pekín en los años treinta del siglo XX.
FOTO: Sergio Carreón