Víctor Casillas, egresado de Ciencias de la Comunicación, ganó el concurso de fotografía organizado por el Conacyt en la categoría Ciencia y Tecnología Aplicada en la Vida Cotidiana.

Un anciano sopla a través de un popote; en el otro extremo del plástico, sobre una espiral de metal, flota una pelotita de unicel.

Soplido

Lo que para muchos era apenas un juguete artesanal que el anciano buscaba vender durante un desfile, para Víctor Casillas se convirtió en su pasaporte al primer lugar del Concurso nacional de fotografía científica organizado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en la categoría “Ciencia y tecnología en mi vida cotidiana”.

Víctor Casillas (Santa Mónica, California, 1961) es egresado de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación del ITESO. Explica que desde que cursaba la carrera se sintió atrapado por la fotografía, disciplina a la que ha dedicado los últimos 29 años de su vida.

Cuenta que esta es la tercera ocasión que obtiene un premio por parte del Conacyt —ya había ganado dos terceros lugares—, pero es la primera vez que se lleva el primero. Señala que la gente está acostumbrada a relacionar la ciencia con un laboratorio y “un hombre con gafas, bata, haciendo experimentos”, pero que, por el contrario, “la ciencia está en todo, pero no la vemos porque vivimos en automático”.

Y para muestra está el instante capturado en Soplido, que es como tituló a la imagen ganadora. Según su creador, en ella se puede apreciar la aplicación de los principios de aerodinámica propuestos por Henri Coanda, un inventor rumano.

Casillas señala que su trabajo está orientado sobre todo a cuatro grandes temas: el ambiental, en el que destaca su trabajo recurrente con el lago y su relación con los pescadores; el urbano, con interés por las poblaciones vulnerables; la foto costumbrista, con la que busca recuperar la identidad colectiva, y la foto

experimental, en la que explora, por ejemplo, el comportamiento de la luz.

“El trabajo principal de la fotografía está afuera; yo salgo a la calle y fotografío lo que me atrapa, lo que me engancha”.

Sin restarle valor al premio, Casillas explica que lo más importante es la trascendencia que, gracias a él, puede conseguir su trabajo, los lugares a donde puede llegar.

Recuerda que, luego de desencantarse de la burocracia que hay en las instancias de promoción cultural gubernamentales y tras muchos años de picar piedra —tiempo en el que se convirtió en su propio promotor—, el primer lugar en el concurso del Conacyt vino a ser “la cereza en el pastel”. Texto Édgar Velasco Foto Luis Ponciano