En la sesión inaugural de este año del ciclo Pensamiento Jesuita sobre la Actualidad se analizaron los pormenores de la primera visita oficial del Papa Francisco a México.

Durante su visita a México (12 al 17 de febrero), en la agenda del Papa Francisco predominó un discurso relacionado con la justicia social.

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“No fue la pederastia, la familia, los anticonceptivos…. en el avión de regreso sí, pero en tierra, no”, dijo Juan Carlos Henríquez, SJ, profesor del Departamento de Estudios Socioculturales (DESO), a manera de diagnóstico de la primera visita del pontífice al país. En su opinión, no dejó que nadie lo desviara del tema.

“Mi perspectiva es que hubo una re-significación de estas realidades y hubo una sobre expectativa religiosa que refleja como un rayo X en qué nivel de agencia social estamos en México”, aseguró.

En la primera sesión del semestre del ciclo de charlas Pensamiento Jesuita sobre la Actualidad, el jueves 18 de febrero, Henríquez expuso en la Biblioteca del ITESO sus conclusiones junto con David Velasco, SJ, investigador del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos, los dos moderados por Sofía Paláu, profesora del DESO.

Los tres coincidieron en que había expectativa de los medios y de muchos mexicanos de que se pronunciara contra los casos de pederastia en la Iglesia Católica, y muchos esperaban que mencionara a los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos.

“El Papa es fino. Los escopetazos que dio fueron diseñados para que no se desperdiguen las municiones”, dijo Velasco.

Resignificar y renombrar

Más que haber desecho el símbolo, los jesuitas concordaron en que el Papa acuñó una nueva categoría para nombrar.

Francisco no señaló con todas sus letras el clima de corrupción que abunda en los distintos niveles políticos; pero en el Palacio Nacional, declaró: “Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte”.

“Al buen entendedor, pocas palabras”, subrayó Velasco.

En San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en lugar de dar un discurso amplio sobre la revaloración de lo indígena, el pontífice comenzó su discurso en tzotzil: “Li smantal Kajvaltike toj lek” (la Ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma). Además, visitó la tumba del obispo indigenista Samuel Ruiz, y autorizó la ordenación de diáconos permanentes indígenas.

En la Basílica de Guadalupe amplió su discurso sobre los desaparecidos y habló de “todos aquellos que fueron criminalmente arrebatados de sus familias”. En la homilía de Ecatepec pidió por un país “donde no haya necesidad de emigrar para soñar”.

En Ciudad Juárez, donde visitó una prisión, se dirigió a los explotadores, más que a los oprimidos; y de paso, al Estado mexicano.

“El Papa es fino. Los escopetazos que dio fueron diseñados para que no se desperdiguen las municiones”: David Velasco, SJ

El Papa visitó lugares específicos en los que México sufre importantes crisis

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“¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral?”, lanzó la pregunta el Papa. “Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días”.

Henríquez recuperó este momento para señalar la novedad de que el pontífice, además, reflexionara en su discurso sobre el tiempo libre que se le arrebata al trabajador.

“El Papa, en esto, ha sido más radical que todos los radicales de izquierda en México”, afirmó el sociólogo.

El fervor guadalupano

“El misterio para el que no existen explicaciones humanas es que en México haya ateos guadalupanos”, había dicho Francisco antes de pisar tierras mexicanas. Y fue la Basílica de Guadalupe la que utilizó como pedestal para cuestionar los privilegios eclesiásticos y la falta de vocación de servicio de algunos miembros del clero. En dicho escenario también habló de pobreza, exclusión, crimen organizado, migración y desaparecidos.

Su énfasis en venerar la figura de la Virgen de Guadalupe tiene, para Velasco y Henríquez, varias lecturas. Una puede ser apelar a un fervor nacional; la otra, invitar a los mexicanos a una transformación social desde las raíces.

“El Papa dijo dos cosas continuamente: ‘Confíen en la Guadalupana’ y ‘no tengan miedo’”, reflexionó Henríquez, y recordó que otro de los mensajes para los jóvenes fue: ‘No se dejen’.

“En México, la Guadalupana ha sido estandarte de varias luchas sociales; veo difícil que suceda, pero la invitación está”. Foto Notimex