En el marco del Día Mundial de la Tierra te compartimos el proyecto del biorreactor del ITESO, cuya fabricación está en manos de estudiantes y docentes de ingeniería para impulsar, con tecnología hecha en casa, el proyecto ITESO Cero Residuos.

Desde hace años, el ITESO se ha destacado por apostarle a la sustentabilidad. Tal vez tengas tiempo de no ir al campus, pero seguro te acuerdas de los botes de basura especiales para cada tipo de residuos, los contenedores para desechar los aparatos electrónicos y las pilas, o para las colillas de cigarro. Tal vez en algún momento te asomaste a ver la planta de tratamiento de agua y seguramente has participado en alguna actividad – presencial o virtual – de la Red de Universitarios Conscientes (RedUC). En el marco del Día Mundial de la Tierra, que se celebra este 22 de abril, te compartimos el proyecto del ITESO Cero Residuos. 

En la primera línea del proceso de optimización de residuos está la Oficina de Servicios Generales (OSG) y Sergio Nuño, director de la Oficina, nos recuerda que, la trayectoria del ITESO en materia de cuidado ambiental es larga y dos hitos importantes sucedidos en 2016, a nivel local, la certificación en el Programa de Cumplimiento Ambiental Voluntario que otorga la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet); y a nivel internacional, el ranking UI GreenMetricWorldUniversity, realizado por la Universidad de Indonesia, que en el 2020 colocó al ITESO en el primer lugar de universidades privadas en México más respetuosas con el medio ambiente.  

Estos hitos soportan un proyecto que, si bien es muy ambicioso, es muy correspondiente a los problemas actuales del planeta: no generar residuos”, dice Sergio. 

Ese 2016 la OSG comenzó a revisar distintos modelos de biorreactores y a visualizar procesos internos para que los residuos de la universidad pudieran separarse mejor. En 2019 el Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales propone hacer el biorreactor con docentes y estudiantes de Ingeniería Ambiental, Ingeniería en Biotecnología e Ingeniería Mecánica. Daniel de Obeso, coordinador de Ingeniería Ambiental, recuerda que para ellos significaría un escenario ideal para que sus alumnos se formaran en un proyecto que, además, haría un bien importantísimo para la universidad. Cuenta que cuanto buscó a Cristóbal Camarena, entonces coordinador de Biotecnología, me dijo, ‘¿y por qué no hacemos uno nosotros?’. Entendemos el proceso, sabemos cómo funciona y podemos hacerlo un proyecto formativo”. 

“Levantamos la mano y como son cosas que nos emocionan y nos gustan por eso estamos aquí, nos gusta hacer investigación y ni Daniel ni yo teníamos ningún proyecto de investigación, era la oportunidad de trabajar con alumnos y profesores de otros departamentos. Ya habíamos hecho composta y sabíamos más o menos el proceso biológico y químico, pero sabíamos que para poderlo llevar al nivel que necesitaba el ITESO necesitábamos convertirnos en expertos”, completa Cristóbal. 

Así, se acercaron a Servicios Generales y comenzó un gran proyecto de investigación que partía desde con la pregunta básica: ¿Cuántos residuos producimos en el campus por día?  

Antes de la pandemia se producían cerca de 900 kilos al día de residuos generales, entre PET, latas, cartón, electrónicos y orgánicos – de estos son cerca de 500 kilos diarios -. Los residuos inorgánicos se distribuyen a centros de acopio de reciclado de material, mientras que los orgánicos los recolecta una empresa dos veces al día (mañana y tarde). El equipo de profesores del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI), de Ambiental, Biotecnología y Mecánica, así como alumnas y alumnos de Biotecnología, Ingeniería Ambiental e Industrial, diseña un modelo de biorreactor para que esos 500 kilogramos diarios puedan ser composteados; y así como hay una planta de tratamiento de aguas residuales, se está formando una planta de tratamiento de residuos orgánicos, que es donde estará trabajando el biorreactor.  

Cristóbal señala que el proceso de compostaje está muy bien documentado, “no hay ningún hilo negro que queramos descubrir más allá de lo que ya se sabe”. Así que lo que trataron de hacer fue adaptar la información ya existente a las circunstancias particulares del ITESO – ritmo y tipo de generación de residuos, cuántos kilos al día, cuántos kilos en el semestre de Primavera, cuántos en el de Otoño y cuántos en Verano -.  

“Aunque no era el objetivo inicial, la solución que se está proponiendo sí tiene también que ver con que sea de bajo costo para el tratamiento de los residuos”, dice Daniel. “Ahorita tiene costos altos porque estamos en etapa de experimentación, pero al momento que esté listo tal vez puede costar una quinta parte de lo que costaría un biorreactor industrial”.   

En el 2019, tras el análisis de los residuos generados por el ITESO, comenzaron una serie de experimentos piloto con prototipos de 200 litros.  

“Con esto pudimos definir la mejor receta de acuerdo al tipo de residuos que se generan en la universidad, además de que se trasladaron conocimientos empíricos a datos cuantitativos, que nos ayudarán a modelar mejor el proceso de compostaje”, cuenta Cristóbal.  

Seguir, aún en pandemia  

En el 2019 se había estimado que en el 2020 se iba a tener un conocimiento mucho más profundo de cómo funcionaban los sistemas piloto, lo que ayudaría a tener las bases para diseñar y construir el biorreactor con el tamaño final, que se preveía operar a finales del 2021. Pero el traslado de todas las actividades a la virtualidad rezagó la etapa de pruebas por lo que ni Cristóbal ni Daniel se atreven a dar una nueva previsión; el proyecto tiene unos 6 u 8 meses de retraso.  

Show mustgoon, así que este año se abrió PAP con estudiantes de Ingeniería Industrial, una alumna francesa de intercambio y una de maestría. Ya pudieron hacer pruebas con residuos de jardinería – porque de cafetería no se están generando – y ya cargaron el biorreactor por primera vez, lo que les permitió detectar problemas mecánicos que se recalcularon y harán que próximamente vuelva a estar en marcha el biorreactor. “Para hacernos expertos en el compostaje a nivel industrial hemos estado instrumentando con sensores de temperatura, de humedad, de generación de gases como oxígeno, amoniaco, y estos experimentos nos permiten optimizar el biorreactor”, señala Cristóbal. 

A la par que el diseño del biorreactor, los estudiantes del PAP están haciendo un análisis para hacer una propuesta de un espacio en el que estaría una planta procesadora de residuos que va a incluir no solo a los orgánicos, sino todos los que se generan en la universidad.  

Sergio, Cristóbal y Daniel coinciden en señalar que para que el biorreactor funcione es necesario que toda la comunidad universitaria colabore.  

“Cuando empezamos con el proyecto nos dimos cuenta”, dice Daniel”, “de que los residuos no están completamente separados y lo que necesitamos es que a nuestro biorreactor llegue puro residuo orgánico”. 

Sergio apela a la concientización de cada integrante de la comunidad universitaria para hacer lo que corresponde para lograr la meta cero residuos, no solo como un beneficio para el ITESO, sino para el planeta, y plantea tres puntos a seguir una vez que, poco a poco, volvamos al campus: 

  1. Ser eficientes en el manejo del agua.  
  2. Separar bien los residuos para poder llegar a la meta de basura cero. 
  3. Reducción de la huella de carbono. “Nosotros como universidad estamos cambiando a luminarias led, pero a cada estudiante y trabajador nos corresponde apagar las luces de tu área de trabajo cuando termines tus labores – oficinas, salones, baños, laboratorios, talleres, auditorios – donde estés y hayas terminado, apágale. No (solo) para que el ITESO ahorre dinero, sino para reducir la huella de carbono”, finaliza Sergio. 

La palabra biorreactor es un término genérico y es cualquier equipo que utiliza organismos vivos para realizar una tarea y obtener un producto. El que se trabaja en el ITESO es un biorreactor porque se está haciendo uso de los microorganismos que existen en el medio ambiente para que ellos, junto con el oxígeno del aire, descompongan la materia orgánica y se pueda obtener composta.   

“Un proyecto que, si bien es muy ambicioso, es muy correspondiente a los problemas actuales del planeta: no generar residuos”. 

Mtro. Sergio Nuño, director de Servicios Generales 

“Levantamos la mano y como son cosas que nos emocionan y nos gustan por eso estamos aquí, nos gusta hacer investigación”. 

Mtro. Cristóbal Camarena, investigador de Procesos Tecnológicos e Industriales 

“Aunque no era el objetivo inicial, la solución que se está proponiendo sí tiene también que ver con que sea de bajo costo para el tratamiento de los residuos.” 

Mtro. Daniel de Obeso, coordinador de Ingeniería Ambiental