Jorge de Obeso Noriega hizo suyo el pensamiento jesuita desde muy joven y lo aplicó en todas las facetas de su vida, destacan profesores y amigos

«Él sí creía en el modelo educativo del ITESO, que consiste en que los estudiantes sean responsables de su propia formación y que los maestros son solo mediadores que motivan a aprender a sus alumnos”, señala su amigo Álvaro Ochoa, profesor jubilado del ITESO y quien conoció a De Obeso en 1969, cuando ambos estudiaban la secundaria en el Instituto de Ciencias.

Este compromiso lo llevó a impulsar muchos proyectos y programas en las diferentes áreas en las que le tocó trabajar para llevar a la práctica los ideales educativos ignacianos.

Cuando falleció a finales de marzo, De Obeso Noriega no pudo atestiguar la conclusión de varios proyectos que encabezó durante su encargo inconcluso en el Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales.

El primero de ellos fue ver la graduación de la primera generación de estudiantes de Ingeniería en Mecatrónica en Otoño de este año.

Mecatrónica fue una carrera impulsada por De Obeso, quien ayudó a crear el plan de estudios y conseguir el aval oficial.

El segundo proyecto fue la inauguración del Laboratorio de Mecatrónica, el cual opera desde este otoño como un espacio donde los alumnos aprenden procesos de automatización y manufactura.

De Obeso encabezó los esfuerzos por diseñar y equipar este lugar, que es el laboratorio especializado número 116 del ITESO.

La tercera tarea pendiente que legó el maestro fue la construcción de un biorreactor que producirá abono a partir de los residuos orgánicos generados en el campus del ITESO. Este reactor sigue en proceso de construcción y ayudará a reducir las emisiones de carbono y a avanzar en la sustentabilidad de la universidad.

“Era muy pragmático y directo en la forma de hacer las cosas lo más rápidas y eficientes posible”, menciona Raúl Arturo García-Huerta, profesor de Ingeniería Mecánica del ITESO y colaborador cercano del maestro Jorge de Obeso en los últimos cinco años.

Un legado amplio dentro y fuera del ITESO

La influencia del profesor De Obeso fue notable tanto en el Instituto de Ciencias, donde ejerció varios cargos administrativos de 1996 a 2003, como en el ITESO, donde coordinó la carrera en Ingeniería Industrial (2004-2006), el Departamento de Matemáticas y Física (2006-2013) y fue director de la Oficina de Educación Continua (2013-2016).

Tan querido y respetado era que, pese a considerar su jubilación en 2020, aceptó la extensión de su encargo como director del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales por dos años más a petición de la comunidad universitaria.

“Era muy importante para él el uso de tecnologías”, recuerda Álvaro Ochoa. “Facilitaba herramientas y recursos para que profesores y alumnos pudieran aplicarlas. Tenía siempre las puertas abiertas, sabía escuchar y fomentaba mucho el diálogo».

Fuera de las oficinas administrativas y las aulas, De Obeso estuvo inmerso en varios proyectos jesuitas enfocados en la alfabetización de adultos y niños indígenas.

Comenzó en «la Casita de la Álvaro», un centro educativo coordinado por jesuitas ubicado en una colonia popular de Monterrey, Nuevo León, cuando era estudiante de la Licenciatura en Ingeniería Industrial por el Tecnológico de Monterrey. En ese lugar, De Obeso educaba a adultos y ayudaba a niños con sus tareas escolares.

Entre 1993 y 1996, el profesor viajó a la sierra Tarahumara para ser asesor de la escuela Rarámuri del ejido de San Ignacio de Arareko, dentro de la misión jesuita de Gonogochi, localidad del estado de Chihuahua.

Junto con otros jesuitas, De Obeso se encargaba de capacitar a maestros indígenas rarámuris para que estos a su vez enseñaran a los niños y jóvenes, bajo la filosofía educativa «Biniwami Rarámuri Niwara» o «la lección es de los Rarámuri».

Las condiciones eran difíciles, ya que los alumnos recorrían varios kilómetros durante horas para tomar las clases.

Otras actividades del profesor De Obeso fueron la educación de adultos en el Cerro del Cuatro y la orientación educativa continua a los estudiantes del Instituto de Ciencias. 

“Él se sentía parte de la obra de los jesuitas en México y el mundo, nunca dejó de tener contacto con ellos y era amigo de varios”, recuerda Ochoa, quien señala que su amigo Jorge en algún momento de su juventud quiso enrolarse oficialmente en la Compañía de Jesús, pero la vida lo llevo por un camino más laico.

De Obeso tenía tiempo para sus pasatiempos, ya que todos los miércoles por la noche jugaba dominó con sus amigos, inclusive a distancia por las limitaciones de reuniones presenciales por la pandemia de Covid-19.  También practicaba frontenis.

“Les dejó claro a alumnos y profesores que cualquier cosa que quisieran emprender era posible, faltaba dedicar trabajo a ello”, comenta Álvaro Ochoa sobre el legado de su amigo.

Hitos de su trayectoria profesional

– Licenciatura en Ingeniería Industrial y de Sistemas por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

– Maestría en Informática Aplicada por el ITESO.

– Coordinador de la Licenciatura en Ingeniería Industrial.

– Director del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales desde 2016 hasta la fecha de su muerte a finales de marzo de 2021.