Óscar Rojas es el nuevo coordinador de Ingeniería de Alimentos del ITESO. Sustituye en el cargo a Raquel Zúñiga, quien estuvo al frente de la carrera desde que abrió sus puertas en 2007.

En el mundo hay mucha hambre, y México está lejos de ser la excepción.

Rojas

En este país hay cerca de 30 millones de personas que sufren pobreza alimentaria, familias enteras incapaces de pagar por comida sana y nutritiva. Según cifras oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la canasta básica por persona ha subido de los 531 a los 863 pesos en el campo y de 758 a mil 227 en las ciudades; en todas las poblaciones rurales del país se puede comprar una Coca-Cola, aunque en el 10% de esas mismas poblaciones resulta imposible comprar pollo, carne o lácteos. ¿Consecuencias directas? Alrededor de 12 mil mexicanos (niños, adultos y adultos mayores) mueren al año por causas relacionadas con la desnutrición.

En resumen, los retos y oportunidades para una carrera como Ingeniería de Alimentos son enormes, y así lo entiende su nuevo coordinador, Óscar Rojas, doctor en Bioprocesos y Bioingeniería, quien releva en el cargo a Raquel Zúñiga, la primera y única coordinadora que ha tenido este programa del ITESO desde que en 2007 recibió a sus primeros alumnos. Hoy son más de 100.

“[Nuestro egresado ideal] debe tener conciencia social, estar preocupado por su entorno, tener la capacidad de escuchar la problemática que aqueja a la sociedad, porque en base a escuchar puede generar respuestas y soluciones viables que ataquen al problema de origen”, subraya Rojas, quien llegó al ITESO en junio de 2013 con la consigna de investigar, enseñar en las aulas y empaparse de los aspectos administrativos de la carrera.

Los proyectos se multiplican en Ingeniería de Alimentos, muchos en colaboración con las otras ingenierías del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales del ITESO (Mecánica, Nutrición y Ciencias de los Alimentos, Química o Ambiental), porque en un planeta con problemas tan complejos, hay que aprender a unir fuerzas y ser multidisciplinario, asegura.

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Creatividad y ciencia para un mercado demandante

Ingeniería de Alimentos del ITESO tiene entre sus fortalezas la creación de nuevos y mejores alimentos: un tepache embotellado, jamón de atún, un producto lácteo similar al Yakult, aunque con más nutrientes y hasta chorizo de pescado.

“Al principio yo no lo quería comer [el chorizo], ¡pero es maravilloso!”, afirma Rojas. “Contiene ácidos grasos Omega que disminuyen el colesterol; en lugar de que el chorizo te suba el colesterol… ¡Te lo baja!” Este producto aún no se industrializa, pero el plan es hacerlo en un futuro no muy lejano.

“Nuestra idea es crear productos no para que únicamente se busquen beneficios económicos, sino para que sean un negocio redondo”, dice el coordinador, y pone como un ejemplo hipotético tortillas enriquecidas con ácido fólico, lo cual permitiría que en México disminuyeran sustancialmente las enfermedades neonatales.

Estas intenciones, explica, deben ir acompañadas con una sólida formación de los alumnos como investigadores y científicos, rubro en el que Rojas acumula varias experiencias, después de trabajar en dos sedes del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), una de ellas la de Guadalajara.

“Vi el potencial que tenían muchos de los alumnos del ITESO en comparación con otras universidades”.

 

Contra el desabasto alimentario y las soluciones superficiales

El grave desabasto de alimentos que sufren dos de cada tres mexicanos necesita proyectos más profundos que la Cruzada Nacional contra el Hambre, considera el doctor en Bioprocesos. “Es 100% populismo; no tiene ningún impacto radical en los verdaderos problemas del país”.

Además de hablar de inyecciones económicas al campo mexicano, el doctor sugiere legislaciones más severas con las empresas que, para encarecer los precios, guardan o directamente destruyen comida, como Walmart, Soriana o Superama, las cuales diariamente se deshacen del pan que les sobra.

“Si nosotros tuviéramos acceso a esos productos –a través de una legislación con conciencia social–, podríamos reprocesarlos y producir una serie de alimentos con alto valor nutritivo. Si de verdad quisieran [las autoridades] modificar el estado ‘Nutricio’ de los sectores más desfavorecidos, tendrían que establecer estrategias de desarrollo de productos que se distribuyan de manera masiva. Eso es lo más importante”. Texto Enrique González Foto Roberto Ornelas