El primer viernes de cada mes se reúne el Club de Lectura del ITESO para compartir las experiencias narrativas personales evocadas por cada obra. Las sesiones, ahora virtuales, mantienen vivo el gusto literario que consuela y resiste con una claridad: seguimos siendo comunidad.

¿Cuántas veces, al pasar la última página y cerrar el libro, te has quedado con las ganas de contarle a alguien sobre la experiencia que viviste? A medida que se comenzamos a leer, sin importar el lugar en el que nos encontremos, nos vamos sumergiendo en los tiempos, lugares, y situaciones por los que pasan los personajes. Nos trasladamos a una realidad paralela. Platicar con alguien que está leyendo la misma novela convierte esta experiencia literaria en un acto colectivo, y una excelente manera de exprimir hasta la última palabra.

El Club de lectura ITESO, que se lleva a cabo cada primer viernes del mes, tiene el propósito de abrir un espacio de diálogo donde reflexionar sobre la experiencia de lo que se lee. Este semestre, las obras literarias escogidas han girado en torno a las “nuevas imaginaciones para una nueva década”, donde sentir el mundo desde la pluma del autor, obliga a repensar los fenómenos cotidianos.

Este ciclo escolar, el análisis de textos de autoras como Samanta Schweblin, Olga Tokarczuk, Agota Kristof o Fernanda Melchor, ha tenido la intención no solamente de analizar el tratamiento literario, sino de poner sobre la mesa temas como la pérdida, el abandono o la discriminación, menciona Carolina Aranda, profesora de la asignatura Literatura Latinoamericana Contemporánea y quien dirige las sesiones del club. Además, señala que la intención es que los participantes ahonden en los aspectos luminosos y oscuros de la condición humana.

En este encuentro informal, que habitualmente teníamos en el jardín frente a las oficinas del Centro de Promoción Cultural del ITESO, se da un diálogo en el que la pluralidad de ideas y la tolerancia permiten obtener una visión más compleja de la novela. “Al no tratarse del formato de un salón, cada cual desde su lugar en el círculo -literal- en que nos sentamos, interactúa con los demás compartiendo los estados emocionales de los propios personajes y de qué modo estos nos tocan en lo personal”, comenta Carolina.

Recrear mundos distintos a partir de lo que se lee, lleva a explorar las posibilidades que existen desde la mirada de alguien más, pero, sobre todo, a la capacidad de empatía y entendimiento. Temas como el maltrato animal, los desaparecidos, la desigualdad o las marcas de la infancia invitan a no ver a los personajes como buenos o malos, sino como seres humanos llenos de matices en su capacidad de elección.

Con jóvenes universitarias, profesores, egresados, y coordinadores de área, la experiencia del grupo ha sido rica y diversa. “Hay entre nosotros una relación de iguales, las jerarquías no son importantes, el hecho de que haya diez o doce puntos de vista, nos completa en gran medida la visión de la obra y la conexión que esta tiene con nuestro entorno”.

En estos momentos, la comunidad ha tenido que permanecer en casa, pero el arte no ha parado. Las sesiones del club de lectura continúan de manera virtual, de modo que la literatura, junto con cada lector desde su trinchera, permanece, consuela y resiste con una claridad: seguimos aquí.

El Club de lectura del Centro de Promoción Cultural recomienda está leyendo:

• La prueba y La tercera mentira de Agota Kristof.

• Desgracia o Siete cuentos morales de J.M. Coetzee.

• Temporada de huracanes de Fernanda Melchor.

•Desierto sonoro de Valeria Luiselli.

 

¿Quieres unirte al Club en verano? Escribe a Lupita Lira, coordinadora del programa de Literatura del Centro de Promoción Cultural, mlira@iteso.mx. Tendremos dos sesiones y el costo será de 200 pesos.