Con 44 años recorridos, la Maestría en Desarrollo Humano fue el primer programa de posgrado del ITESO. Su enfoque desde la psicología humanista y su interés por abonar al crecimiento de las personas y de la sociedad se adaptan a las nuevas realidades y abre el  programa en su modalidad virtual a partir de Otoño 2020.

POR YOANA RODRÍGUEZ/COMUNICACIÓN DGA

Fue en 1976 cuando el ITESO abrió su primer posgrado. La Maestría en Desarrollo Humano, cuyo enfoque desde la filosofía existencial y la psicología humanista  impulsó a sus estudiantes, hombres y mujeres, a hacerse preguntas fundamentales de su entorno, relaciones y vínculos inmediatos empujándolos a encontrar un proyecto de vida. Cuestionamientos que pusieron en duda el modelo de educación tradicional, suscitaron algunas críticas de la conservadora sociedad tapatía y establecieron el precedente de un programa académico libertario, transgresor y diferente. 

Con el tiempo ese mismo programa se ha transformado a ser hoy —44 años después de su creación un programa académico que busca atender las problemáticas sociales apostando por el diálogo, reflexión y reconstrucción del tejido social desde una metodología de intervención y manteniendo su apuesta por la libertad, la responsabilidad, el respeto, la congruencia,  y el  autoconocimiento. 

“Esta maestría surge de una solidaridad humana por querer atender y apoyar a otras personas. Es un programa impregnado de la espiritualidad ignaciana, que se basa en el conocimiento personal para ponerlo al servicio del desarrollo propio y de los otros”, detalla Martha Leticia Carretero Jiménez, egresada de la maestría y actual coordinadora. 

Fundamentado en la filosofía existencial y la psicología humanista, el plan de estudios se enriquece de otras disciplinas como la sociología, antropología, psicología social, educación y la comunicación. Desde su epistemología establece un diálogo interdisciplinar dependiendo de las problemáticas que se atienden. Docentes, profesionales de la salud y miembros de organizaciones civiles son los perfiles que mayoritariamente buscan este tipo de enfoque, sin embargo, la coyuntura actual ha dejado ver que el Desarrollo Humano tiene mucho que aportar en otras áreas y sectores de la sociedad. 

“La contingencia nos ha llevado a vivirnos vulnerables, a voltear a mirarnos y conocernos. Nos ha dado la oportunidad de valorar más las relaciones interpersonales y de humanizar las relaciones laborales. Instituciones y empresas están dándose cuenta que cuando las personas se sienten escuchadas y valoradas trabajan mejor”, afirma Martha Leticia, doctora en Ciencias de la Educación. 

La actual pandemia por Covid-19 llevó al confinamiento a buena parte de la población y a su vez, colocó los temas de salud mental y la importancia de las relaciones personales en la agenda pública. Fenómeno que dio a la maestría la certeza de la pertinencia de llevar el programa de la MDH no escolarizado, aprobado por la SEP en 2019, a espacios virtuales a partir del semestre Otoño 2020.  

“Este es un buen momento para hacer más visible lo que aporta este programa. Con las últimas experiencias nos damos cuenta de la necesidad y pertinencia de que más personas puedan acceder a este programa”, apunta la coordinadora, quien hace referencia a la experiencia del curso “Caminando juntos en la contingencia… pasos hacia el cuidado y esperanza”, el cual lanzaron desde el Departamento de Psicología, Educación y Salud con el objetivo de crear un espacio de escucha comprensiva de lo vivido durante la cuarentena. El curso se dio a través de una plataforma virtual, cuya experiencia constató que el encuentro trasciende pantallas, distancias y fronteras.  

“Desde hace más de 40 años esta maestría tuvo su centro en el crecimiento personal, en desarrollar habilidades de comunicación y mejorar nuestras herramientas personales. No se estudiaba por obtener un título sino por crecer como personas y construir un mundo mejor”, puntualiza Martha Leticia.  

De acuerdo a la también profesora, la decisión de abrir el programa en la modalidad virtual responde no únicamente a las circunstancias de este año, sino a la necesidad urgente de humanizar las relaciones ante un contexto mucho más amplio de desigualdad y violencia en el país, donde se sabe que 61.1 millones de mexicanos viven bajo la línea de pobreza por nivel de ingresos y de ellos, 21 millones se encuentran en  pobreza extrema (Coneval, 2018). A la vez que hay más de hay más de 37 mil personas desaparecidas y en un año se cometen 33 millones de delitos a nivel nacional (INEGI, 2019). El programa virtual amplia la cobertura, con miras a llegar a todo México y a los países de habla hispana, para que más personas sean sensibles y competentes en la atención de estas problemáticas y encaminar esfuerzos para fortalecer tejidos sociales.  

“Ante un realidad de miedo e inseguridad hay un interés, una pasión personal, por aportar algo, por humanizar. Desde el Desarrollo Humano hay un movimiento hacia la solidaridad, a aportar algo positivo a la sociedad. Un diferenciador de este programa es el equipo, los que somos parte de él, llámense coordinadores, profesores o estudiantes, creemos en él, es una forma de vida, estamos convencidos de su aporte a la sociedad”, concluye la coordinadora.