El documental Fuego en el mar (Fuocoammare), dirigido por el italiano Gianfranco Rosi y ganador del Oso de Oro en la más reciente Berlinale, convocó a casi un centenar de personas y dio paso a una mesa de análisis. La proyección fue organizada por el Festival Ambulante y el ITESO.

La isla de Lampedusa es un pequeño pedazo de tierra de 20 kilómetros cuadrados ubicado en el Mar Mediterráneo, a medio camino entre las costas de Túnez y las de Italia, un lunar habitado por no más de 5 mil personas.

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Desde 2011, Lampedusa se transformó en sinónimo de tragedia humana. Decenas de barcos cargando en su interior y en condiciones infrahumanas a miles de migrantes procedentes de distintos países de África o de Siria huyendo de guerras y hambrunas, empezaron a surcar sus aguas bajo la mirada atónita e inoperante de las autoridades europeas.

Los rescatistas (profesionales o meros voluntarios) y las autoridades italianas sacaban –y lo siguen haciendo cinco años después en distintos puntos del Mediterráneo– cadáveres de niños, mujeres y hombres. Arrastraban a los deshidratados sobrevivientes como podían, les ofrecían primeros auxilios, los registraban y colocaban en centros de acogida, donde enfrentarían un futuro incierto.

Esos álgidos meses, su impacto en una familia de Lampedusa, los testimonios de los famélicos migrantes y la desesperanza de decenas de mujeres y niños que no saben hacia dónde irán sus vidas, son la materia prima de Fuego en el mar (Fuocoammare), documental del italiano Gianfranco Rosi, ganador en febrero de 2016 del Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín, el cual llegó a la Casa ITESO Clavigero la noche del martes 17 de mayo, como parte del Festival de Documentales Ambulante (ambulante.com.mx).

Ambulante

El documental dio paso a la mesa de reflexión “Migración y refugio”, en la que participaron los abogados Ana Sofía Torres, profesora de Derecho del ITESO y Luis Enrique González, del área jurídica de la organización FM4 Paso Libre (fm4pasolibre.org) que atiende a migrantes centroamericanos a su paso por Guadalajara, quienes fueron moderados por Paloma Patlán, del Programa de Asuntos Migratorios del Centro de Investigación y Formación Social del ITESO (CIFS).

 

Ambos coincidieron en señalar las graves carencias económicas y presupuestales que tiene el Estado mexicano –más allá de las leyes con las que cuenta y que en la teoría son ampliamente rebasadas– a la hora de intentar contener, atender y gestionar el incesante flujo de miles y miles personas que llegan o quieren dejar el país, ya sean extranjeros viniendo desde el sur intentando llegar a Estados Unidos o mexicanos yéndose hacia el mismo lugar.

 

Todos, sean migrantes, busquen el asilo político por diversas causas (migrantes que por alguna circunstancia relacionada por ejemplo por represión política, caso de los exiliados españoles de la dictadura franquista) o sean refugiados, similares a los asilados, pero que también se puede dar por discriminación o pobreza extrema, comparten un rasgo común: se encuentran en profundo estado de indefensión, tal como lo muestra el documental Fuego de mar.

González puso en la mesa un dato de referencia: desde que hace tres meses echó a andar el área jurídica de FM4, esta ha enviado 14 solicitudes de refugio de centroamericanos víctimas de distintos tipos de violencia y violaciones a sus derechos humanos.

Estas peticiones se hicieron llegar a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), la cual trabaja codo a codo con el Instituto Nacional de Migración (INM); solamente se ha aceptado una.

A boat with immigrants on board arrives at Lampedusa, southern Italy.

González y Torres subrayaron que visibilizar este grave problema de talla mundial es fundamental para que la sociedad civil, las organizaciones y, eventualmente, las autoridades, se solidaricen con los migrantes que no es que simplemente quieran abandonar sus lugares de origen, sino que las guerras, la miseria y la persecución política –o todo mezclado– no les dejan alternativa.

Texto y foto Enrique González