Las condiciones de trabajo que viven las personas subcontratadas en empresas de la industria electrónica inciden en su calidad de vida y en el entorno social, de acuerdo con Gabriel Mendoza, SJ, autor del libro “La fábrica de la crítica”, que se presentará en el ITESO el jueves 18 de mayo próximo

Cuando se menciona a Jalisco como el nuevo Silicon Valley, es común que se asocie con los empleos que genera o de las inversiones que llegarán para la industria electrónica. En cambio, uno de los aspectos de los que menos se habla son las condiciones de trabajo precarias de las personas subcontratadas en este sector.

Gabriel Mendoza, SJ, presenta en su libro La fábrica de la crítica, una investigación sobre las condiciones laborales de los trabajadores subcontratados en la industria electrónica asentada en Guadalajara.

En la publicación, el también cofundador del Centro de Reflexión y Acción Laboral de Guadalajara (Cereal) recupera la crítica que hacen los trabajadores,  quienes “han logrado encontrar mecanismos de movilización colectiva para denunciar sus condiciones de vida. Estos mecanismos han logrado extenderse. Esto lo cuento también en el libro, cómo una crítica local puede tener alcances globales, y que la manera de regular a estas empresas es precisamente la articulación entre la crítica local y global para obligarlas a implementar mecanismos de justicia”.

Empresas como Sanmina-SCI, Flextronics y Jabil Circuit, que les maquilan a otras como IBM o HP, tienen como práctica la subcontratación de personal, principalmente, señala Mendoza, de mujeres jóvenes solteras o divorciadas que tienen hijos o que vienen de zonas rurales.

Lo que buscan las empresas subcontratadoras, asegura el jesuita, es mano de obra flexible desde el punto de vista salarial, de las jornadas de trabajo y de los derechos laborales.

“Si hay vacaciones, la empresa negocia de manera que trabajen y no tomen vacaciones; negocia también el tipo de indemnización que se da, si es que se da, cuando hay una pérdida de contrato laboral. Entonces, hay una flexibilidad tanto salarial, por horarios de trabajo, y sobre todo una flexibilización de la ley laboral para ajustarla a las condiciones que impone la empresa”, afirma.

Estas condiciones repercuten en la vida de los trabajadores.

“No es por propia voluntad, sino porque se ven constreñidos a aceptar esta situación laboral porque hay falta de empleo en la región y el mismo gobierno ve (a estas empresas) como una solución al problema de desempleo que existe”.

Las condiciones laborales en esas empresas maquiladoras, señala Mendoza, no se ajustan a los convenios internacionales en materia laboral como los de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ni a la Ley Federal del Trabajo.

Además, tiene repercusiones en la salud, física y psicológica, y en el entorno familiar de los trabajadores.

Las situaciones de pandillerismo, drogadicción y embarazos a temprana edad que se viven en la periferia de la ciudad son “resultado de una política laboral que se ha implementado en México en los últimos años de precarización de las condiciones de vida, de la precarización del trabajo que conlleva a la precarización de las condiciones de vida que repercute en el tejido social de estas familias y de estas comunidades”.

La fábrica de la crítica reúne entrevistas con quienes laboran en la industria electrónica, incluidos los mandos gerenciales.

“Para entender cómo es posible que esas empresas se hayan asentado en Guadalajara y puedan aplicar esta flexibilidad laboral y del derecho, entrevisté a funcionarios de la Secretaría del Trabajo y de otras instancias para entender cómo el gobierno también está implicado en esta situación”, comenta.

Mendoza aclara que hay casos en los que la flexibilidad es positiva, como los gerentes que pueden trabajar desde casa, “pero la flexibilidad en condiciones de precariedad más bien hace más precaria la vida”.

La presentación del libro será el jueves 18 de mayo, a las 18:00 horas, en el Auditorio D1, con la presencia de Mendoza y la participación de Elena de la Paz Hernández, de la Universidad de Guadalajara; Ignacio Román, académico del ITESO; Jorge Barajas, coordinador del Cereal, y trabajadoras de la industria electrónica.