Raquel Zúñiga y Laura Arias, académicas de la Licenciatura en Ingeniería de Alimentos, desarrollaron un medio de cultivo para reproducir probióticos útiles para las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmetológica

Por Andrea Cajiga

Jalisco es uno de los productores de lácteos más importantes del país. Sin embargo, son pocas las empresas que aprovechan los insumos como el suero de la leche para otros propósitos y terminan desechándolos y vertiéndolos al drenaje. Pero, ¿qué sucedería si esos residuos se aprovecharan para desarrollar un alimento benéfico para las personas?

Con esta idea en mente, Raquel Zúñiga y Laura Arias, académicas de la Licenciatura en Ingeniería de Alimentos, del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI) del ITESO, han trabajado desde 2015 en un proyecto para el cultivo de probióticos. La investigación se desarrolló a partir del suero láctico residual de la fabricación de quesos y es por la que recientemente obtuvieron la patente por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).

El proyecto liderado por ambas investigadoras consiste en un medio de cultivo para dos microorganismos en particular: Lactobacillus plantarum y bifidobacterium animalis. Su objetivo es contar con un medio de cultivo económico para reproducir en un tiempo corto estos probióticos para que posteriormente sean utilizados por las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmetológica.

Raquel Zúñiga y Laura Arias, académicas de la Licenciatura en Ingeniería de Alimentos, del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales (DPTI).

Los alimentos funcionales son productos que tienen efectos benéficos en el organismo, especialmente en el sistema gastrointestinal, cardiovascular e inmunológico. Si bien los probióticos existen en el cuerpo de manera natural, se pierden por causas como el consumo de antibióticos o al llevar una mala alimentación. Por ello la finalidad de desarrollar alimentos ricos en estos microorganismos es generar efectos positivos en la salud de la población.

El otorgamiento de la patente concluyó que el elemento novedoso de la investigación yace en el uso del suero láctico, pues nunca antes se había diseñado un medio de cultivo específico para estos dos probióticos, además, de ser económico y efectivo para las empresas. Grandes corporaciones como Nestlé, por ejemplo, reúnen el suero láctico de varias productoras de quesos. Lo deshidratan y lo usan para hacer fórmulas infantiles, pero si no cumplen con la cantidad o calidad del suero terminan desechándolo, lo que contamina el suelo y los mantos acuíferos.

Raquel Zúñiga es doctora en Biotecnología e Industrias Alimentarias por la École Nationale Supérieure d’Agronomie et des Industries Alimentaires, en Francia.

En cuanto a los desafíos se encuentra que los medios de cultivo con los que se producen estos probióticos suelen ser caros o el tiempo de crecimiento para la generación de la biomasa del probiótico resulta demasiado largo. «Que esto haya resultado en una patente es porque usamos un ingrediente que generalmente se tira. El probiótico no solo se tiene que desarrollar, sino que tiene que permanecer vivo para que haga su función al interior del organismo», detalla Raquel Zúñiga, quien es doctora en Biotecnología e Industrias Alimentarias por la École Nationale Supérieure d’Agronomie et des Industries Alimentaires, en Francia.

Desde que iniciaron su proyecto, las académicas buscaron el interés de empresas que desechaban el suero para que en un futuro pudieran aprovecharlo para reproducir estos microorganismos. «Nos enfocamos en que no fuera un método muy sofisticado ni muy caro, ni que requiriera equipos imposibles de adquirir para que se pueda hacer la transferencia de esta investigación a las empresas», agrega Laura Arias, quien es maestra en Nutrición y Biotecnología de Alimentos por la Universidad de Jaén, España y actualmente se desempeña como coordinadora de la carrera de Ingeniería de Alimentos del ITESO

Una vez comprobado que el método es rápido y accesible, varias empresas han mostrado interés, por lo que el futuro del proyecto depende de que las productoras alimentarias decidan usar esta técnica para reproducir estos microorganismos. «De nada te sirve tener una patente si no se transfiere», afirman las científicas.

Laura Arias, quien es maestrar en Nutrición y Biotecnología de Alimentos por la Universidad de Jaén, España, actualmente se desempeña como coordinadora de la carrera de Ingeniería de Alimentos.

Ambas investigadoras, con experiencia en investigación y desarrollo de productos, reconocen estar muy felices por haber obtenido la patente y mencionan que al desarrollar alimentos siempre debe buscarse algún beneficio, pues «hay que dejar que el alimento sea tu medicina».

FOTOS: Luis Fernando González