El libro El oficio de defender los derechos humanos, un inédito compendio de testimonios y reflexiones en torno a esta peligrosa actividad en México, fue presentado en la universidad.
POR ENRIQUE GONZÁLEZ
¿Por qué alguien querría dedicarse a defender los derechos humanos en un país como México? ¿Por qué arriesga su vida? ¿Porque le mataron a un familiar? ¿Porque el tema le interesa desde que era estudiante? ¿De dónde le nace esa convicción de que alguien tiene que hacerlo para atajar la profunda crisis que vive este rubro en el país, con cientos de denuncias al año que en su gran mayoría quedan impunes por parte del Estado?
Las esperanzas, las motivaciones y esa inmensa capacidad de “hacer propio el dolor ajeno”, fueron el motor que impulsó el trabajo de quienes le han dado vida al libro El oficio de defender los derechos humanos. Aproximaciones a una génesis de ombudsman: Denisse Montiel y Laura Ortiz, licenciadas en Relaciones Internacionales por el ITESO, y Clara de Alba y Daniela Zaizar, estudiantes de la misma carrera, coordinadas por el jesuita David Velasco, profesor del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos e integrante del Sistema Nacional de Investigadores.
Con una notable presencia de mujeres involucradas en estas lides (Las Patronas de Veracruz, Norma Andrade, Marisela Escobedo o Ángeles López), las páginas del libro fueron el pretexto para que los antes mencionados, Guadalupe Ramos y Enrique Álvarez Icaza, dos de las figuras más activas en la defensoría de los derechos humanos en México, se reunieron la noche del 26 de octubre para reflexionar sobre el largo camino que se debe andar para revertir las crecientes cifras de personas desaparecidas, asesinadas, torturadas, violadas o violentadas de distintas maneras en este país.
“México es el país que más invierte en instituciones públicas de derechos humanos del continente –alrededor de 200 millones antes de la devaluación–”, recordó Álvarez Icaza, pero para subrayar que a pesar de eso es el país del continente que en 2015 acaparó el 40% de las denuncias que recibió la Comisión Interamericana de Derechos Humanas que él dirigía. ¿Qué están haciendo entonces la Comisión Nacional de Derechos Humanos y los otros 32 organismos estatales?
Poco, consideraron los integrantes del presídium. Y la cobertura que hacen los medios de comunicación, escasa y muchas veces sesgada, agregaron los expertos, tampoco ayuda mucho.
“Se hace indispensable la creación de redes y alianzas entre personas y organizaciones como una estrategia para contrarrestar la táctica estatal que divide y confronta a los grupos que buscan la equidad e igualdad de género”, dijo Guadalupe Ramos, representante en Jalisco del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem).
Entre los testimonios de 18 defensoras y defensores, el libro revela un claro sesgo en contra de ellas. “Hay una estructura patriarcal que el Estado legitima y que se puede ver en cómo una defensora o un defensor de los derechos humanos son tratados; a la defensora se le ataca a través de la vida privada, se le difama, se ataca a su familia”, refirió De Alba.
El libro, editado por el ITESO, lo puedes conseguir a través del sitio publicaciones.iteso.mx o en las principales librerías de la ciudad. Foto Luis Ponciano