El 14 de septiembre de 2003 falleció el jesuita Xabier Gorostiaga, pertinaz impulsor de la educación y la justicia social en América Latina, además de precursor de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (Ausjal). A 10 años de su partida, el pensamiento del sacerdote español mantiene una vigencia absoluta, tal como se demuestra en la siguiente reflexión sobre el papel de las universidades, en especial la Universidad Centroamericana de Nicaragua, en la que fungió como Rector.

 Por Xabier Gorostiaga, SJ

Ignacio Ellacuría argumentaba que “el elemento esencial de la formación radica en las personas, no en las ideas; el hombre grande no es el que tiene gran capacidad intelectual, sino que conoce y enseña de una forma integrada convencida, no abstracta, innovadora y no atada a las reglas”. Este principio de Ellacuría enfatiza la importancia de un currículum universitario y de un proceso de educación que busque crear hombres y mujeres capaces de formar a otros…

El talento universitario es y se mide por su excelencia académica. Pero también existe el talante universitario, que hace referencia a la forma en que se inserta la capacidad intelectual y las habilidades técnicas del profesional dentro de la realidad humana. En una verdadera Universidad, el talento académico va acompañado de talante, de esa sabiduría que juzga y sabe cómo el conocimiento se sitúa en el mosaico de la vida o cómo aplicarlo éticamente para el bienestar humano. El talante universitario nace de la conexión con la identidad cultural e histórica de los pueblos.

El modelo neoliberal dominante trae entre sus recetas y dogmas un proyecto de sociedad y de universidad: ésta debe servir a “las demandas del mercado” sin interferencias estatales, “académicas o éticas”. Las “demandas del mercado” determinan una mercantilización del producto universitario para ponerlo al servicio de las grandes empresas y una privatización de la Universidad para que sirva a las clases más privilegiadas. En un proyecto así, el talante universitario desaparece y la Universidad se convierte en una sucursal de empresas pudientes, a las que abastece de profesionales para sus operaciones.

La Universidad debe responder a las demandas del mercado, pero no vendiéndose al mejor postor, sino contribuyendo con propuestas técnicas y científicas que puedan fecundar el desarrollo de toda la sociedad, incluso el de las empresas más pudientes. Pero para hacer esa contribución, la Universidad necesita mantener la autonomía que le permita ejercer su talante particular…

httpv://www.youtube.com/watch?v=Uo6hWgQsCTE

…La falta de excelencia académica sólo lleva al fracaso de los experimentos. Resolver el problema de la pobreza y el desempleo exige más calidad técnica que trabajar en el aparato del gobierno o en el de la gran empresa privada. No se puede seguir engañando a los pobres con profesionales de segunda calidad.

El principal talante universitario que queremos que sobresalga en la UCA (Universidad Centroamericana) no es su beligerancia política, sino su beligerancia como institución de educación. Su impacto en la sociedad debe hacerse a través del conocimiento y de la sabiduría, de la “sapiencia ética y cultural” que incorpore la nueva fuerza creadora de los movimientos étnicos, de género, ecológicos y de las teologías del Sur. Nada puede ser más relevante en un mundo en el que el desarrollo y la miseria están definidos en términos de conocimiento y de capital humano…

Universidad: plataforma de propuestas 

Los focos experimentales no deben ser plataformas de la Universidad ni de sus profesionales sino de la sociedad civil, desde la que se transforma la Universidad y la propia realidad. Una plataforma catalizadora, que debe ser múltiple en sus expresiones, dentro y fuera del campus universitario, con carácter formativo y no de tribuna retórica o política. Ser intermediarios para la generación de tecnología aplicada y adecuada no es un sueño utópico, porque los recursos necesarios para el intercambio y transferencia de conocimiento y tecnología son mucho menores que los que se necesitan para el mercadeo de materias primas o de mercancías terminadas. Evocando una frase de Ignacio Ellacuría:

Nadie debe tener más competencia que nuestra Universidad en una cosa: en el conocimiento de nuestra realidad y en lo que necesitamos para salir del subdesarrollo.

Fragmentos del texto La Universidad: preparando el Siglo XXI, publicado en 1997 dentro de la serie Cuadernos de reflexión universitaria, editada por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, los cuales puedes consultar en la Biblioteca del ITESO.

ILUSTRACIÓN DE ALEJANDRO ARMENTA

 

Un jesuita universal

“Desarrollo y educación son el gran eslabón para crear sujetos para el futuro”, consideraba  Xabier Gorostiaga SJ, el “constructor” de la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL). Durante su gestión como secretario ejecutivo de la AUSJAL (1999-2003) impulsó la integración y el trabajo en red de las instituciones educativas que la conformaban en aquél entonces. Sus artículos, ensayos e investigaciones son un importante legado académico para quienes se interesan en lograr cambios en estructuras sociales que contribuyan al desarrollo humano sostenible.

Gorostiaga nació en la comunidad autónoma de Galicia, España, en 1937. Se ordenó sacerdote jesuita en 1968. Murió el 14 de septiembre de 2003en Loyola, un barrio de la ciudad de San Sebastián, País Vasco, lugar donde nació San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.

En un video sobre su biografía que se puede ver en YouTube, su amigo Juan Hernández Pico, SJ lo describe como un hombre muy optimista, “siempre veía la botella medio llena, nunca la veía medio vacía. Tenía una esperanza enorme, eso era lo que lo hacía mirar las cosas con gran optimismo”.

¿Qué sistema educativo, qué universidad, para qué tipo de desarrollo y para qué sociedad en esta era de la intensidad del conocimiento y de la información, frente a una profunda crisis de civilización?, cuestionaba Gorostiaga en el artículo “En busca del eslabón perdido entre educación y desarrollo”, publicado en la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (México) en  2000. En él reflexiona que los nuevos desafíos de la globalización demandan más que nunca la función crítica y, a la vez propositiva de la universidad, para promover cambios que respondan al desarrollo sostenible.

Aprendió teología en su tierra natal. En Centroamérica realizó gran parte de su apostolado social. En 1963 llegó a Panamá para impartir cursos de capacitación social a estudiantes de secundaria. Estudió filosofía en Ecuador y luego un doctorado en economía, en Inglaterra. Fue rector de la Universidad Centroamericana, de Managua, entre 1991 y 1997. En 1998 fue destinado profesor en  la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, después de un año sabático que lo llevó a África,  India y China. Más tarde hizo estudios sobre educación en el Boston Collage de Estados Unidos. Sus visitas a México se volvieron recurrentes luego de que fue nombrado secretario ejecutivo de la AUSJAL en 1999.

En palabras de Jorge Narro, académico del Departamento de Formación Humana del ITESO, Gorostiaga asumió dicha obligación para relacionar entre sí a las universidades de AUSJAL y así comenzar a impulsar la creación de una “verdadera red” entre las universidades de América Latina que estaban confiadas a la Compañía de Jesús.

Para lograr parte de este propósito, se creó una plataforma en internet que permitiera la interacción constante entre los directivos de las universidades jesuitas de Latinoamérica. Después logró que la AUSJAL empezara a comunicarse con la Asociación de Universidades Jesuitas de Estados Unidos, relata Narro.

Gorostiaga fue un hombre que se preocupó por el desarrollo de las comunidades, lo demostró no solo con trabajo de campo cercano a los más pobres, sino también a través de diálogos y gestiones con la clase política y desde cargos públicos. Entre 1971 y 1975 trabajó como asesor del Ministerio de Planificación del gobierno de Nicaragua, y de 1979 a 1981 fue director de planificación del gobierno de Daniel Ortega. También asesoró al gobierno panameño en la elaboración del tratado para recuperar el Canal de Panamá, que estaba administrado por el gobierno de Estados Unidos desde los primeros años del siglo XX hasta 1977. Dicha labor le valdría más tarde la nacionalidad nicaragüense.

“Fue un intelectual muy destacado, un investigador y analista en economía prominente y al mismo tiempo era un hombre muy sencillo y profundamente comprometido con los pobres en América Latina. Fue un jesuita muy al estilo de San Ignacio de Loyola, con una espiritualidad muy profunda”, recuerda Jorge Narro, profesor del  Centro de Formación Humana del ITESO, secretario de rectoría del ITESO cuando Gorostiaga se desempeñaba como secretario ejecutivo de la AUSJAL.

Narro expresa que Gorostiaga tenía una gran estima por el ITESO, pues a su consideración, de las universidades jesuitas en México era en ésta institución donde se sentía mejor acogido, en parte porque tenía mucha empatía con el rector David Fernández SJ (1998-2002).

México y el ITESO en la AUSJAL

A la AUSJAL la integran 31 universidades de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.  México es el país con mayor número universidades jesuitas, con ocho, ubicadas en Torreón, Ciudad de México, Puebla, Acapulco, Tijuana, León, Guadalajara y Oaxaca. Texto Fabián Ramírez