Con el lema “Financiando un futuro urbano sostenible para todas las personas”, el próximo 31 de octubre se conmemora el Día Mundial de las Ciudades. El académico Óscar Castro dice que es importante dejar de centralizar la forma de ver el tema urbano y poner atención al desarrollo de las ciudades medias  

A principios del siglo XX, previo al inicio de la Revolución, poco más del 70 por ciento de la población mexicana vivía en el campo, mientras que las ciudades concentraban el 28.6 por ciento restante. Con el transcurrir del siglo el campo se fue vaciando, y para los años sesenta se invirtió el porcentaje: ya entonces 50.7 por ciento vivía en entornos urbanos y 49.30 en los rurales. La tendencia no se ha revertido: en 2020, el porcentaje de personas viviendo en una ciudad era de 78.5. Esta congregación poblacional en los entornos urbanos hace que el Día Mundial de las Ciudades ponga la lupa sobre los retos que deben enfrentar quienes en ellas habitan. 

El traslado de las personas del entorno rural a la ciudad tiene, dice Óscar Castro Mercado, diferentes implicaciones. De entrada, es una prueba de que las personas “no encuentran en el campo las oportunidades y tienen que migrar para buscarlas, lo que no significa que logren encontrarlas. En el proceso pierden su tejido social, sus medios de producción, se incrementan la demanda de bienes, servicios y espacios y aumenta la inequidad”.  

Por otra parte, continúa el académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO (DHDU), señala que en México hay una tendencia a centralizar el tema urbano en las grandes ciudades y áreas metropolitanas, como Ciudad de México y Guadalajara, cuando en realidad “la mayor parte de la población no está en ellas, sino en ciudades más pequeñas. Pero toda la atención, la inversión, el trabajo se centra en las megaciudades, en detrimento de las ciudades pequeñas”.  

Castro Mercado pone como ejemplo lo que ocurre en Jalisco, donde hay cerca de 16 poblaciones con entre 50 y 100 mil habitantes, que juntas suman más de un millón de personas. “¿Cuántas cuentan con un transporte público articulado? ¿Se está invirtiendo en ciclovías en esas ciudades? ¿En educación? ¿Se están articulando bien entre ellas para facilitar la movilidad de los habitantes? ¿Por qué no estamos conectando El Arenal y el área metropolitana con un tren de cercanía? Hay una centralización en la inversión de los recursos y un abandono de infraestructura que podría utilizarse para conectar estos puntos”, dice el académico. 

El abandono del campo tiene implicaciones serias en la producción agroindustrial, que representa una buena parte del producto interno bruto del país, además de afectar la biodiversidad ya que se pierden cultivos que requieren de sistemas menos industrializados y de saberes tradicionales. En contraparte, la concentración poblacional en los núcleos urbanos implica retos relacionados con la dotación de servicios, la producción de energía y alimentos y la recolección de residuos.  

Para Óscar Castro, en la búsqueda de una mejor gestión de la vida en las ciudades hay tres aspectos que es necesario atender. En primer lugar, actualizar un marco normativo que ya fue superado. “Replicamos el modelo de zonificación norteamericano de los años cincuenta, aunque ya desde los setenta había demostrado su ineficacia. Aquí lo empezamos a implementar en los años noventa. Como ciudad no nos hemos sentado a discutir modelos diferentes”. 

El segundo aspecto tiene que ver con el marco legal. El académico del ITESO explica que el Artículo 115 constitucional deja a los municipios en libertad de administrarse por cuenta propia para atender sus necesidades, lo que en una realidad metropolitana como, por ejemplo, la de Guadalajara, dificulta la generación de acuerdos y la planeación colegiada. 

Finalmente, el tercer punto es la gobernanza ciudadana. “Hay una herencia de una gestión vertical, autoritaria, opaca, sin datos públicos y sin participación. Es necesario cambiarla por una donde haya más información y se involucre más a las personas. Por ejemplo, los habitantes de la ciudad deben saber el estado de las reservas de agua para así tomar decisiones, ahorrarla. Hay que implementar mecanismos de evaluación de las políticas públicas”. 

Respecto del Día Mundial de las Ciudades, que se conmemora el 31 de octubre y que este año es impulsado por ONU-Hábitat con el el lema “Financiando un futuro urbano sostenible para todas las personas”, Óscar Castro dice que es bueno “aprovechar el día para reflexionar y repensar nuestro compromiso respecto del desarrollo de las ciudades en las próximas décadas. Si queremos que algo cambie, hay que hacer cambios drásticos y hay que hacerlos ahora para que se vean reflejados en 20 años”. 

FOTO: Carlos Díaz