Los cuidados y los afectos son dimensiones de la vida humana y social que han sido denostados dentro de la categoría de cosas que incumben a las mujeres. A un año de “quedarnos en casa” hemos descubierto que las sagradas rutinas sencillas, humildes, y menos remuneradas del mundo, son las que sostienen el equilibrio personal y las relaciones armónicas.
El 9 de marzo del 2020 las universitarias del ITESO se unieron a la convocatoria nacional de #Un Día sin Nosotras para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Se trataba de una manifestación inédita que invitaba a las mujeres a no salir, no comprar, dejar de realizar las labores que normalmente hacemos, y de este modo visibilizar nuestra participación en la sociedad, en un país que lleva dolorosos años de olas de violencias por desapariciones, asesinatos y feminicidios entre otras tantas formas de violencias cotidianas.
Después de un 8 de marzo con notable presencia en las calles de Guadalajara, en muchos espacios pudo sentirse el silencio abrumador de la ausencia de las mujeres. Así lo relataban los compañeros en la universidad, quienes generaron algunos espacios para dialogar sobre las violencias de género, reflexionar sobre las maneras en las que se implican en éstas.
Nadie imaginaba que un par de semanas después, en el campus universitario no sólo faltarían las mujeres, sino todos los miembros de la comunidad universitaria debido a las políticas públicas tomadas para prevenir los contagios por la covid-19.
Boaventura de Sousa escribió en La cruel pedagogía del virus en mayo del año pasado:
La cuarentena será particularmente difícil para las mujeres y, en algunos casos, puede ser peligrosa. Las mujeres son consideradas «las cuidadoras del mundo», prevalecen en la prestación de cuidados dentro y fuera de las familias […] Podríamos suponer que, al haber más manos en casa durante la cuarentena, las tareas podrían estar mejor distribuidas. Sospecho que no será así debido al machismo que prevalece y quizás se refuerza en momentos de crisis y confinamiento familiar. [1]
Un mes después la UNICEF confirmaba lo que el sociólogo adelantó, apuntando que ya en épocas normales, las mujeres pasamos entre 22 y 42 horas a la semana (tres veces más tiempo que los hombres) realizando tareas de cuidado no remuneradas.
A pesar de la mayor presencia de mujeres en las primeras líneas de la lucha contra la crisis (representan el 72,8% de las personas empleadas en el sector de la atención de la salud), sus ingresos en este sector son un 25% más bajos que los de sus homólogos hombres […] La violencia doméstica, el feminicidio y otras formas de violencia sexual y de género se han incrementado […] Las llamadas recibidas a través de las líneas telefónicas de ayuda de emergencia para mujeres en Chile y México, por ejemplo, han aumentado más del 50%. [2]
Un año después, ante la imposibilidad de salir a las calles a manifestarse masivamente y ante la imposibilidad de regresar al campus para encontrarnos y continuar la reflexión sobre nuestras implicaciones en las relaciones de paz y violencia en nuestro país, elegimos seguir exigiendo justicia desde donde estamos, así como crear espacios compartidos para sentir y pensar sobre las realidades violentas.
“Ordenar los afectos” a la manera ignaciana, y participar de las labores de servicio y cuidado de las demás personas, son fundamentales y queremos que lo sigan siendo, para todas y todos.
Los afectos y los cuidados
Los cuidados y los afectos son dimensiones de la vida humana y social que han sido denostados dentro de la categoría de cosas que incumben a las mujeres.
A casi un año de “quedarnos en casa” nos hemos dado cuenta de que las labores de cuidado son sumamente importantes para el desarrollo de la vida, y lo primordial que resulta el saber gestionar nuestros afectos para mantener el equilibro personal, siendo así capaces de generar relaciones armónicas. Y esto es para todas y para todos.
Es probable que no se tengan datos de las cantidades y cualidades de los conocimientos que por mucho tiempo han desarrollado las mujeres sobre el cuidado del mundo interior y el cuidado de las demás personas.
¿Cómo se entienden los afectos en el marco de la Espiritualidad Ignaciana? Tienen referencia a tres sentidos principales: el sentimiento, la afección y la voluntad [3]. En el primer sentido se refiere al mundo de las emociones, esas que fluctúan, que nos caracterizan como seres humanos y que aprendemos, o no, a manejar y gestionar. A este proceso se le ha llamado inteligencia emocional o, en ámbitos educativos, competencia emocional.
El segundo sentido, el de los afectos, desde los Ejercicios Espirituales Ignacianos tiene que ver con la afección, es decir, con el grado de afectación que tenemos al relacionarnos con las personas y el medio en el que vivimos. Aquí es donde resulta fundamental hacer un trabajo de discernimiento para identificar los “afectos desordenados”, es decir, aquellas relaciones con cosas, actividades o personas en las que se nos está fugando o escapando la vitalidad, por gastar energía en lo que no construye. Es importante re-direccionar en ese caso para poner el amor en su sitio y poder fluir hacia nuestro propósito y motor de vida, a lo cual llamamos, en términos ignacianos Principio y Fundamento.
Comprender nuestros afectos nos dará mucha luz sobre los patrones con los que nos relacionamos con las personas. Es decir, será la base para realizar labores de cuidado desde la autenticidad, el amor y la dignidad.
La voluntad es la tercera relación con los afectos y se conecta con su segunda acepción en cuanto a que esa energía puesta en nuestras relaciones, nos mueve, nos jala y nos impulsa a actuar. Ser conscientes de nuestros afectos, y ordenarlos, nos hace competentes para dirigir nuestra vida hacia donde queremos y no, por el contrario, dejar que las emociones cambiantes se apoderen de nosotros en una espiral asfixiante de confusión. Significa tomar dirección y rumbo, aunque nos mantengamos siempre abiertos y flexibles, es decir, pendientes a que el soplo del Espíritu nos guíe.
Desde esta triple concepción de los afectos, podemos afirmar que trabajarlos tiene un potencial sumamente transformador:
La experiencia personal de Ignacio en su proceso de conversión y su experiencia en los Ejercicios Espirituales le llevaron, y nos llevan, a una conclusión trascendente para los educadores profesionales: es posible la transformación de la persona por medio de la transformación de la afectividad. [4]
Comprender el papel que juega la afectividad en la espiritualidad es complejo. Pero podemos hablar de una doble direccionalidad del trabajo con los afectos [5]: Al interior, al comprender el propio mundo de vivencia e interpretación de la realidad, donde el. autoconocimiento es fundamental para aprender a cuidarnos a nosotros mismos. Por otra parte, al exterior, comprender nuestros afectos nos dará mucha luz sobre los patrones con los que nos relacionamos con las personas. Es decir, será la base para realizar labores de cuidado desde la autenticidad, el amor y la dignidad.
¿Cómo has gestionado tus afectos en tiempos de pandemia? Decidí hacer esta pregunta a algunas compañeras universitarias, profesoras y estudiantes. Es mucha la riqueza de aprendizajes y saberes que se han puesto en juego a partir de que tuvimos que quedarnos en casa.
Algunas de nosotras hemos tenido que reencontrarnos de una manera nueva con las personas con quienes compartimos la casa, sintiendo la necesidad de re-conocernos, frente a una situación totalmente nueva. Muchas compañeras han facilitado espacios de expresión de sentimientos dentro de sus casas y familias. Otras tantas han contribuido al diálogo para la negociación y la generación de nuevos acuerdos entre los núcleos de convivencia frente al imperativo de quedarse en casa y resolver las tareas diarias de manera distinta, con una mirada mucho más colaborativa.
El acompañamiento informal ha sido fundamental en esta etapa. El mensaje o la videollamada para recordarle a nuestros amigos y amigas que estamos pendientes, que queremos seguir cerca… Darnos ánimos, darnos esperanza y “echar la mano” siempre que hay alguna necesidad.
Las tareas de cuidado estaban invisibilizadas. Sabemos ahora que sin estas tareas nada de lo otro es posible. La actividad intelectual, académica, deportiva, laboral… Todo descansa sobre las sagradas rutinas que las personas más sencillas, humildes, y menos remuneradas del mundo, sostienen con ritmo, como el día y la noche.
“Ordenar los afectos” a la manera ignaciana, y participar de las labores de servicio y cuidado de las demás personas, son fundamentales y queremos que lo sigan siendo. Que la valoración del cuidado interpersonal y de los afectos, sea parte de nuestra celebración del 8 de marzo, acompañando todas las luchas que quedan pendientes por la justicia y reivindicación de los derechos de las mujeres.
REFERENCIAS:
[1] De Sousa Santos, Boaventura. La cruel pedagogía del virus, CLACSO, Argentina, 2020. Visitada en Febrero de 2021, disponible en: https://www.clacso.org/la-cruel-pedagogia-del-virus/ p. 46
[2] Naciones Unidas, Informe: el impacto del COVID-19 en América Latina, 2020. Visitada en Febrero de 2021, disponible en: https://www.unicef.org/dominicanrepublic/media/3316/file/Publicación%20|%20El%20Impacto%20del%20COVID-19%20en%20América%20Latina%20y%20el%20Caribe.pdf pp.15 y 16
[3]“Es por ello que la palabra “afecto” es usada en los Ejercicios en el sentido de afección [153] 15, de sentimiento [234] 16, o también como disposición de la voluntad [155]”p.25 en Martínez Guerrero Luis, “ Sentir y Gustar Internamente. Los Ejercicios Espirituales y el Lugar de la Afectividad en la Antropología Ignaciana”,
Revista de Historia la Psicología, Volumen 39, nº 2, España, 2018. Visitada en Febrero de 2021, disponible en: http://www.revistahistoriapsicologia.es/archivo-all-issues/2018-vol-39-núm-2/
[4] Montero Tirado, J.,S.I., La afectividad en la espiritualidad y pedagogía ignacianas, 2002, p.4. Visitada en febrero de 202, disponible en: https://docplayer.es/20408747-La-afectividad-en-la-espiritualidad-y-en-la-pedagogia-ignacianas.html
[5] Ibíd., p. 7