Tres especialistas dan a conocer los primeros resultados de una investigación liderada por el ITESO. Dicen que las estancias infantiles son indispensables, aunque deben ser evaluadas.

¿Guardería o crianza en el hogar? Depende de las circunstancias. Lo que es indispensable es que México replantee el cuidado de los niños y niñas, en el que el centro real de la discusión sean sus derechos y su desarrollo, así como las necesidades de sus familias.

Así lo consideran tres investigadoras del ITESO especialistas en el tema: Claudia Arufe, quien se ha dedicado a los derechos de la infancia y en los últimos tiempos los ha ligado con el estudio de las políticas públicas; Rocío Enríquez, quien lleva años de investigación sobre los cuidados, sobre todo de personas con discapacidad y adultas mayores; y Rebeca Mejía, investigadora con más de 30 años en el desarrollo infantil, profesora del Departamento de Psicología, Educación y Salud (Dpes) y coordinadora de una investigación sobre el tema. En ella participan las tres y otros 19 especialistas en psicología, educación, antropología y pedagogía, de distintas instituciones y países.

La investigación se llama “Organización familiar de vida cotidiana en el contexto urbano y su impacto en el desarrollo en la infancia media”. Desde distintas áreas del conocimiento, aborda las circunstancias de las familias de diversos estratos que crían niños y niñas de entre ocho y 11 años de edad; que están en la infancia media —así se le nombra a la etapa de vida de entre los seis y los 12 años—.

El trabajo se encuentra en la etapa de análisis de la información. No tiene relación alguna con la intención del gobierno federal de recortar el presupuesto de las guarderías de la Sedesol. Sin embargo, sus primeras conclusiones sirven para este debate.

Las investigadoras coinciden en que el Estado debe atender las necesidades de cuidado, no sólo de niños sino de las y los ancianos y las personas que viven con discapacidad.

A partir de su trayectoria, Rebeca Mejía concluye que las familias, incluyendo a algunas rurales e indígenas, necesitan apoyo de las instituciones para el cuidado de sus hijos.

Recuerda que de manera histórica –y a diferencia de las poblaciones originarias en las que distintas personas, incluso otros niños, participan de la tarea—, ha permeado en México la cultura anglosajona occidental, según la cual las madres deben ser las encargadas absolutas de la crianza de sus hijos.

Los hallazgos de Rocío Enríquez indican que esta creencia es cierta, por lo menos en el sector popular que formó parte de la investigación. Aquí, el cuidado de los infantes se centra sobre todo en la familia. Más en las madres, con mucha participación de las abuelas y algunos abuelos. En la clase media que tiene más escolaridad, existe mayor participación de los papás.

“Las narrativas de la investigación indican que, si las familias deben dejar a sus hijos al cuidado de otras personas, prefieren a un familiar que a un extraño”, comparte la especialista.

Eso no significa que las familias y las y los abuelos siempre son los mejores cuidadores ni las casas los espacios más seguros. Algunos organismos, como la Fundación Pas Prevención del Abuso Sexual Infantil, confirman que una gran parte de las violaciones de los infantes ocurren en el entorno familiar. Mientras, la Secretaría de Salud Jalisco advierte que los accidentes infantiles aumentan hasta 20 por ciento en los periodos en lo que los niños están más tiempo en casa.

“A eso se suma que los abuelos son redes de cuidado frágiles, porque en muchos casos ellos mismos tienen enfermedades que los harían candidatos a ser cuidados”, recuerda Rocío Enríquez.

El asunto es que hoy, cuando más mujeres ingresan al mundo laboral por razones de desarrollo y económicas, es indispensable que las instituciones del gobierno atiendan las necesidades de cuidado, afirma Rebeca Mejía.

Añade que, en el caso de los niños, este cuidado no sólo tendría que estar dirigido a la infancia temprana, que ocurre antes de los seis años de edad, sino que debe incluir a la infancia media y la adolescencia, con la atención y actividades adecuadas para cada grupo, no en un modelo escolarizado que obligue a los niños a permanecer sentados y quietos.

¿El cuidado de los infantes debe estar a cargo de las instituciones de gobierno? Sí. El Estado está obligado, porque firmó tratados internacionales y debe obedecer leyes que lo obligan a responder al interés superior de la infancia y apoyar a las familias, con infraestructura adecuada y presupuesto, afirma Claudia Arufe, profesora del Dpes.

¿A quién debe ir ese presupuesto? ¿A las instituciones? ¿A las familias? Hay una diversidad de situaciones, pero no considerarlas borra las necesidades de los niños, continúa esta profesora.

Claudia Arufe y Rebeca Mejía insisten: no todas las familias ni todas las estancias infantiles son adecuadas para cuidar a los niños y niñas, en sus instalaciones y programas de desarrollo. Faltan más investigaciones al respecto.

En la que coordina Rebeca Mejía, por ejemplo, un foco se dirigió a las madres que han recurrido a albergues donde sus hijos viven de domingo a viernes. Una narró que recurrió a esta opción porque cuando ella salía a trabajar el abuelo del chico lo corría a la calle.

Desde el otro lado, en la Coordinación de Asistencia Social de Baja California, a Claudia Arufe le tocó gestionar los recursos para diez estancias infantiles de la ciudad de Mexicali, en 2005. “Vi que no todos los espacios eran adecuados para la atención de los niños; no existía una coordinación entre quien diseñó el programa y las encargadas de las estancias, y no existía un plan de formación” para estas últimas, recuerda.

También es cierto que hay guarderías del Seguro Social y del ISSSTE que son modelos a escala internacional. El problema es que, entonces, existe una desigualdad entre los niños que pueden acceder a estas estancias y los que no. Por supuesto, el problema lo tienen los que nacen de una madre trabajadora en el sector informal”, no tienen Seguro Social y deben acudir a espacios de menor presupuesto y donde el personal no siempre está capacitado. “El Estado debe hacerse responsable de estas situaciones”.

¿Entonces? ¿Qué es lo mejor para el cuidado de los niños y los adolescentes?

Para Rocío Enríquez, el Estado tiene que participar en los cuidados. Los tomadores de decisiones, dice, podrían considerar los conocimientos de los especialistas en el tema, que cada vez son más en México, y voltear a ver a otros países, como Uruguay, que creó un Plan Nacional de Cuidados, con un conjunto de instituciones que son susceptibles de mejorar, pero funcionan.

Rebeca Mejía afirma que se trata de un problema social muy importante, que requiere investigación profunda, que considere distintos ángulos; “el primero es la absoluta necesidad de la mujer de continuar laborando. La idea de que la familia es la responsable absoluta del desarrollo de los niños es totalmente obsoleta”.

Ella se imagina estancias para distintas edades, en las que haya múltiples actividades, formas de interacción, tipos de quehaceres, desde que los niños llegan hasta que se van. Se imagina espacios donde los niños son felices, y encuentren las condiciones que propicien su crecimiento y desarrollo de acuerdo a su edad.