Lumara la Bióloga y Memo Vega hicieron acto de presencia en el ágora de la biblioteca para demostrar que, lejos de ser aburrida, la divulgación de la ciencia puede ser divertida, pero tiene su chiste. La actividad fue organizada por la plataforma Entre Saberes
Si esto fuera un chiste, la anécdota iniciaría contando que tres personas entran a un bar y dicen “Buenas noches”. Pero no es un chiste, o no del todo, así que la historia comienza diciendo que dos personas entran a una biblioteca y dicen “Buenos días”. Las dos personas son Lumara González, mejor conocida como Lumara la Bióloga, y Guillermo Memo Vega, que llegaron al ágora de la biblioteca Jorge Villalobos Padilla, SJ, del ITESO y dijeron “Buenos días” porque, contrario a lo que suelen hacer en sus rutinas de stand up científico, esta vez la sesión no tiene lugar por la noche, sino a media mañana: se trata de una actividad organizada por Entre Saberes, plataforma de divulgación académica del ITESO, y su objetivo es demostrar, anuncia el título, que “Hablar de ciencia tiene su chiste”.
Para la sesión, Entre Saberes —proyecto a cargo de la Coordinación de Divulgación y Difusión Académica de la Dirección General Académica— ha preparado una dinámica: las y los asistentes deben escanear un código, seguir la cuenta en Instagram (@entresaberesiteso) y compartir uno de los posts. Al hacerlo, podrán llevarse uno —o varios— de los stickers preparados para la ocasión. Una vez explicada la dinámica, toma la palabra Lumara quien, como su nombre escénico deja ver, es bióloga egresada de la Universidad de Guadalajara. Comienza confesando lo extraño que es decir “buenos días” en lugar de “buenas noches” y luego se describe como “una persona muy ruidosa… no sé cómo vamos a hacer esto en una biblioteca”.

Su charla, dice, parte de una pregunta: ¿cómo ha hecho para hacer de la comunicación de la ciencia su vida profesional? Para responder, comienza explicando conceptos: “¿Qué es la divulgación de la ciencia?”, pregunta y comienza por aclarar lo que, desde su perspectiva, no es: no es, o al menos no sólo, difusión, ni educación, ni exclusivo para las infancias —“¡yo odio a los niños”, exclama y estallan las carcajadas. “Entiendo que son el futuro, pero les adultes somos quienes estamos tomando decisiones ahora”, dice para rematar el chiste—.
Después, desmenuza tres conceptos que pueden ayudar a tener una base más firme: lo que hace, explica, puede ser divulgación, comunicación, mediación o socialización (este último, añade, es el que más le gusta). ¿De qué? De la ciencia, del conocimiento y del conocimiento científico. Tener claros estos conceptos, dice mostrando una tabla, puede permitir tener claridad sobre qué se quiere hacer, como en su caso.
Lumara confiesa: “No sé cuándo comencé”, y añade que siempre tuvo la facilidad para explicar los conceptos científicos echando mano del humor. Y entonces vino la materia que le cambió la vida: Comunicación de la ciencia, con el profesor José Luis Navarrete, en la UdeG. Él, dijo, le enseñó las dos reglas que rigen su labor: “Primera, no desinformar. Segunda, hay que atrapar a la audiencia”. Después, como casi todos, al egresar tuvo que responder a la pregunta: “Soy bióloga, ¿y ahora cómo voy a comer?”. Y entonces se encontró con la que sería su herramienta y estilo de vida: el stand up. Entonces comenzó a acudir a todos los escenarios de micrófono abierto en los que, dice, “te dan cinco minutos para fracasar”. Pero ella no fracasó: en cambio, comenzó a diversificarse: creó el proyecto Bailando Ciencia, en el que mezclaba sus conocimientos con danza contemporánea; también comenzó a publicar videos en Instagram (@lumaralabiologa) que, de pronto, se convirtieron en un canal de YouTube (con el mismo usuario); después apareció Late Night con Lumara la Bióloga y el Biodomingo de Bajón.
Luego de hablar sobre su trayectoria profesional, compartió con la audiencia sus principales logros: “El mayor es estar viva”, después viene generar experiencia, aprender a valorar su trabajo para poder cobrear y también aprender a valorar su no trabajo para disfrutar del “ocio no productivo”. Y ya para terminar, dijo: “Ah, sí, y también gané el Premio Estatal de Innovación, Ciencia y Tecnología”.
Después de la participación de Lumara, Memo Vega tomó su turno al micrófono. Y comenzó con un reclamo: “Lumara, ahora que vi los carteles [de sus presentaciones], me doy cuenta de que siempre estoy ahí, contigo… en un rincón… ¡me tratas como a tu becario!”. Guillermo Vega es académico del ITESO y también hace stand up científico. Compartió que para él es importante combinar la labor docente con la comedia “porque Conahcyt ya no da becas”, y dijo que para él el reto es trasladar el conocimiento científico por medio de un chiste.

“Hay que partir de una referencia ñoña y reforzarla con un chiste”, dijo y empezó con los ejemplos: para hablar de la hipoxia perinatal, es decir la falta de oxígeno en los recién nacidos, compartió la anécdota de cuándo nació y su mamá, dijo, tardó en caer en cuenta que estaba en trabajo de parto. “Esos cinco minutos sin oxígeno son la diferencia entre un ingeniero y un comediante”, dijo y su comentario fue rematado por las risas de la audiencia. Entre chiste y chiste, Memo Vega habló de academicismo, de cómo decirle a un niño que es adoptado, de neurociencias, del estrés y sus efectos, de la importancia del lóbulo frontal, del miedo y la ansiedad, todos los conceptos apuntalados con chistes y reforzados con carcajadas.
En el intercambio de ideas con la audiencia, Lumara y Memo hablaron de cómo en los entornos académicos suele confundirse la seriedad con el rigor científico. “También podemos ser serios, sólo hay que entender el contexto”, dijo Lumara y Vega completó diciendo que “el problema está en confundir la seriedad, es un mito que no tiene que ver con las competencias”. En esa línea, también respondió a otra pregunta diciendo que el academicismo se basa muchas veces en la humillación y en la jerarquización, y añadió que es necesario “dar dos pasos para atrás y no jerarquizar el aprendizaje”.
Lumara también habló de cómo tasa sus presentaciones —“tengo que conocer al cliente, saber qué quiere y cuánto me va a llevar prepararme”—, para rematar la sesión con una rutina sobre las abejas, durante la que quedó demostrado que, dijo, “el mundo biológico está muy loco”.
FOTOS: Zyan André