En charla abierta, las académicas del ITESO Rossana Reguillo, Alejandra Cartagena y Alejandra Guillén encabezaron una serie de reflexiones en torno a las desapariciones y reclutamiento forzado ocurrido en la entidad

Corrupción. Tortura. Impunidad. Masacre. Omisión. Miedo. Dolor. Todos, pensares que vienen a la cabeza de estudiantes y académicos de la comunidad universitaria del ITESO cuando se menciona la palabra “Teuchitlán”. Hay un común denominador intrínseco en este campo semántico: de alguna u otra forma, el gobierno se ve implicado como un actor importante, ya sea por omisión o por asociación, en lo ocurrido el pasado marzo en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco.

«No podríamos estar hablando de una magnitud de crisis humanitaria como la que estamos viviendo si no estuvieran las autoridades coludidas”, afirmó Alejandra Cartagena López, académica del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia Francisco Suárez, SJ, (CUDJ) del ITESO.

Coincidió Rossana Reguillo, profesora emérita del ITESO, al considerar que la corrupción y la impunidad son la explicación más clara y contundente para las desapariciones sistemáticas como la ocurrida en el Rancho Izaguirre.

“Lo que hemos visto en este país es el aumento constante y creciente de lo que yo llamo violencia expresiva; ese ‘yo te mato porque te puedo matar’.  Estamos frente a una maquinaria desalmada que produce y extermina cuerpos para poder reproducirse a sí misma”, dijo.

Para reflexionar en torno a las dinámicas de reclutamiento forzado y desaparición en Jalisco, el CUDJ, el Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (DSOJ) y el Centro Universitario de Incidencia Social (Coincide) del ITESO organizaron la charla abierta “No sólo es Teuchitlán”, realizada el lunes 7 de abril en la Plaza de los 50 años, dentro del campus universitario.

Los sacrificables del negocio  

Alejandra Guillén González, periodista y académica de Coincide, compartió que todos estos procesos de reclutamiento forzado son síntoma de una lógica que prioriza el control territorial y la ganancia económica, en donde las desapariciones son parte de una dinámica que amenaza la vida en pro de un sistema de acumulación de riquezas.

“Es una industria, una empresa vinculada lo legal con lo ilegal”, abonó.

Por su parte, Rossana Reguillo, señaló que visualizar el fenómeno como un sistema y no como desapariciones sin relación alguna es elemental para comprender la magnitud del problema y, a la vez, diseñar estrategias efectivas.

“Lo sucedido en el Rancho Izaguirre debemos entenderlo como una pieza de una maquinaria perfectamente aceitada y estructurada. El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) es una estructura gigantesca militar, financiera y comercial que requiere muchos operadores para poder funcionar”, dijo.

Encontró en ello una explicación al incremento del más del 26 por ciento en la desaparición de jóvenes de 15 a 29 años reportada entre 2019 y 2024 y añadió que, según cálculos propios, esta organización necesitaría entre 30 mil y 50 mil operadores de todo tipo, como mecánicos, enfermeros, cocineros y, por supuesto, sicarios.

“Estos datos son un reflejo contundente de la impunidad con la cual este grupo delincuencial ha crecido y extendido sus garras sobre los territorios”, mencionó la investigadora.

En este contexto, las personas son consideradas entrenables y sacrificables. “Es un andamiaje que utiliza los cuerpos de los jóvenes como aceite para aceitar su narcomáquina”, añadió Reguillo Cruz.

Junto con el aumento de personas desaparecidas, los colectivos también se multiplicaron: de dos que había en 2018, al día de hoy hay más de 22, informó Cartagena López.

Uno de tantos casos más

Aunque el más reciente caso es el del Rancho Izaguirre, ciertamente no ha sido el único: desde los tráileres deambulando por la zona metropolitana llenos de cuerpos, la disolución de cuerpos en Lagos de Moreno hace casi 11 años, los estudiantes desaparecidos de la Universidad de Medios Audiovisuales
(CAAV), los trabajadores del call center también desaparecidos, y otros tantos tan solo en Jalisco, recordó Alejandra Cartagena.

Incluso, en Tlajomulco de Zuñiga se han encontrado más de 500 víctimas en fosas clandestinas. “No hay un municipio donde se hayan encontrado tantas víctimas en el país desde que inició la guerra de Calderón; es el San Fernando de este sexenio”, lamentó Alejandra Guillén.

 

FOTO: Zyan André