Desde los posgrados de sustentabilidad se ha impulsado un ejercicio para medir el impacto ecológico de los eventos que se realizan en la Universidad, con miras a promover que estas actividades tengan una menor huella ecológica
La sustentabilidad ha sido pilar del ITESO desde sus comienzos. Reconocida como una de las universidades con mejores prácticas en la materia en Norteamérica por el UI GreenMetric University Ranking, el ITESO apuesta fuertemente por la sustentabilidad desde una línea institucional y académica que atraviesa todas las instancias universitarias y todos los programas de licenciaturas e ingenierías y, además, ha dado origen a cuatro posgrados, todos ellos registrados en el Sistema Nacional de Posgrados (SNP) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).
En el día a día, el ITESO organiza, participa y es sede de gran cantidad de actividades académicas, políticas y sociales en torno a este tema —y decenas más— cada semestre. En aras de predicar con el ejemplo, desde los posgrados de sustentabilidad se ha impulsado un ejercicio para medir el impacto ecológico de un evento en la Universidad, con miras a construir lineamientos básicos que promuevan que estas actividades tengan una menor huella ecológica.
Mónica Solórzano Gil, coordinadora de las maestrías en Proyectos y Edificación Sustentables y en Ciudad y Espacio Público Sustentable, comparte que el primero de estos ejercicios sucedió en 2018, en el marco del Segundo Congreso Internacional de Sustentabilidad en los Hábitats.
“Hicimos un ejercicio para medir la huella de carbono del congreso, para entender qué impacto estábamos generando desde las etapas de organización y luego con la celebración del evento”, explica.
La primera medición contó con recursos del programa de apoyo para actividades científicas, tecnológicas y de innovación del Conacyt. Se evaluaron indicadores de movilidad, energía, agua, residuos y compras. Las mediciones determinaron que la huella de carbono asociada al evento fue de poco más de 8.3 toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2e).
A la publicación de estos resultados siguieron algunas acciones para la retribución de la huella de carbono. Una de ellas fue la plantación de cuatro especies de árboles en el predio “El Zopilote”, ubicado al extremo poniente del campus universitario, en mayo de 2019.
La tercera edición del congreso fue completamente virtual, obedeciendo a las medidas sanitarias impuestas por la pandemia por covid-19. Esto permitió que la huella de carbono fuera significativamente menor.
Para el cuarto congreso, celebrado en abril de 2023, se aumentó un 13 por ciento la emisión de gases de efecto invernadero en comparación con 2018, para llegar a las 9.5 toneladas de Co2e durante todo el evento.
El aumento se debe a que la edición 2023 ha sido la más grande hasta el momento, con más de 20 panelistas y conferencistas extranjeros y alrededor de medio millar de asistentes. Cabe señalar que en todos los ejercicios se consideró la transportación de los conferencistas magistrales invitados.
En ese contexto, Solórzano Gil apunta que en todos los indicadores se encontraron valores positivos, gracias a las buenas prácticas adoptadas a partir de las recomendaciones de la experiencia de 2018, entre las que está disminuir el uso de aire acondicionado, evitar el uso de desechables y reducir al mínimo indispensable la impresión de materiales de un solo uso.
“Desde los posgrados quisimos crear conciencia dentro de la Universidad. Sí se pueden hacer eventos reduciendo la huella de carbono, especialmente reduciendo el consumo energético”, afirma Mónica Solórzano. “Estamos formando profesionales en áreas de sustentabilidad; hagamos acciones que tengan que ver también con la reducción de la huella de carbono en este tipo de eventos”.
Éstas y otras experiencias podrán dar pie a que exista un documento que englobe propuestas para afinar y fortalecer mecanismos de mitigación de impactos ambientales y el ciclo de vida de eventos al interior de la Universidad.
FOTO: Roberto Ornelas