Presentan el número 31 de la revista Clavigero. Comunidad de Saberes, que publica una serie de artículos relacionados con el rol de las mujeres ante las crisis socioambientales, como líderes en los movimientos de defensa del territorio y en la creación de tejido comunitario

El cuidado y la defensa del entorno comunitario, la creación de proyectos horizontales y la labor concreta en proyectos como viveros y huertos, restauración de cauces de ríos y de bosques, interacción con infancias y juventudes, o el desarrollo del arte y la cultura, son algunos de los aspectos que la revista Clavigero. Comunidad de Saberes rescata en su número 31, titulado “La vida al centro: mujeres y territorios”, mismo que fue presentado en la Casa ITESO Clavigero. 

El evento contó con la participación de académicas, artistas y activistas que participaron en la realización de los textos de la revista, que en esta ocasión buscó retratar a mujeres que trabajan y construyen una realidad diferente, semejante a lo que quisiéramos como futuro para México. 

Natalia Mesa, especialista en biodiversidad y servicios ecosistémicos del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social del ITESO (Cifovis), fungió como moderadora del panel, pero además presentó uno de los textos —que escribió en coautoría con Rosario Aceves, de Unesbio A.C.— relacionado con el huerto agroecológico de Atemajac en Zapopan, integrado por mujeres y orientado a promover la soberanía alimentaria, así como con el caso del vivero comunitario de San Juan de Abajo, Nayarit, proyecto de restauración ecológica del paisaje agrícola de la región. 

“Trabajamos en un ejido en Nayarit, en las faldas de la Sierra de Vallejo, que tiene mucha presión tanto inmobiliaria como de sistemas productivos de alimentos, está a 30 minutos de Nuevo Vallarta. Ellas enfrentan un proceso muy fuerte de deforestación, en el pueblo hace mucho calor durante el día. Empezamos a trabajar con la comunidad, y fue reconocer los efectos y cómo el bienestar humano se están viendo afectado por el cambio climático. En el vivero tenemos más de 8 mil árboles de producción de especies nativas, y todo a cargo de mujeres”, explicó Mesa. 

Alejandra Guillén, académica del Centro Universitario de Incidencia Social del ITESO, aportó un escrito sobre la defensa del territorio en la ribera de Chapala. La acompañaron dos de las activistas de esta lucha, María Victoria Corona, defensora del pueblo coca de la comunidad de San Antonio Tlayacapan, y María de Jesús López Rodríguez, que lucha contra el despojo en el ejido de Santa Cruz de la Soledad. 

“Como mujeres tenemos que seguir resistiendo y aguantando, tenemos fe y esperanza. Vemos ese peligro constante, de que un día vemos una tierra libre y al día siguiente ya está enmallado o repentinamente salen tres o cuatro dueños, porque es mucha la voracidad […]. Cerros completos los están devastando, y nosotros también estábamos sin la historia de saber de dónde veníamos, de dónde era nuestra tribu. Pero poco a poco se fue logrando rescatar esa historia: gracias a Dios hemos recuperado algunos documentos. Tenemos que demostrar que somos un pueblo originario, porque actualmente nos tienen como una colonia de Ajijic. Borrar un pueblo originario es borrar su historia, nosotros tenemos tradiciones que nunca se han perdido”, explicó Corona. 

Las artistas escénicas y profesoras del ITESO Velvet Ramírez y Georgina Gastélum, por su parte, presentaron un texto acerca de las guardianas del bosque de El Nixticuil, ubicado en el norte del municipio de Zapopan, un comité de defensa de esta área natural, conformado principalmente por mujeres que se ha dedicado a la creación de un vivero y la restauración de áreas devastadas, luego de la pérdida de casi 500 hectáreas debido a proyectos de urbanización. 

“Pensar en la defensa de la tierra es pensar en la justicia social, en toda esta lucha contra los intereses corporativos, incluso gubernamentales, y visibilizar las necesidades de las comunidades, defender y proteger toda esta biodiversidad, y estos saberes y prácticas que se han heredado cada generación. En El Nixticuil las mujeres fueron quienes salieron y literalmente se pusieron enfrente de las máquinas para evitar que siguieran talando estos árboles”, dijo Ramírez. 

Tanto Ramírez como Gastélum decidieron, primero desde las artes escénicas, hablar de estos movimientos, por medio de piezas interdisciplinarias. Intentando acercarse al bosque, a su historia y la defensa, se encontraron con este grupo con el que establecieron lazos y se percataron de toda su labor y de cómo, muchas veces, eran demeritadas y menospreciadas en razón de su género. 

“La lucha de la mujer suele invisibilizarse, el cuidado y la defensa es un rol del espacio privado, ahí es donde están generalmente; el que estemos en esta defensa del espacio público, no es algo a la vista de todas y todos, estas luchas son de otros modos, con la cultura, con la paz, con la paciencia”, declaró Gastélum. 

Finalmente, Ana Itzel Lozano, egresada del Ciencias de la Comunicación del ITESO y colaboradora del Cifovis, escribió sobre la recuperación del río Pitillal en Puerto Vallarta, una eco-región amenazada por el desarrollo turístico, causa que es encabezada por el Grupo Ecológico de Puerto Vallarta, que desde el 2003 realiza acciones de reforestación en la ribera de este cauce. 

“Visibilizar y ser altavoces de la lucha nos trae cierta consciencia, de cómo se está actuando y quienes están actuando, son las mujeres las que defienden el territorio, pero es necesaria la acción de todos, porque a todas las personas nos afectan las problemáticas socioambientales”, mencionó Lozano.

FOTOS: Zyan André