Mientras el petróleo se agota, el mundo voltea hacia los biocombustibles como alternativa. La idea de que el maíz, la caña de azúcar u otros comestibles sean fuentes de energía, suena prometedor para algunos e injusto para otros.

El uso de alimentos que potencialmente podrían ser consumidos por humanos para producir combustibles, ha alertado a organizaciones como Oxfam International y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), las cuales encuentran una conexión entre esta práctica y el alza en el precio de los alimentos.

biocomb

Mientras el Parlamento Europeo votó el año pasado porque los biocombustibles de primera generación no excedieran el 6% del uso final de energía en transporte para 2020, laboratorios de investigación en el Reino Unido y Alemania buscan en los residuos de los cultivos alimentarios una respuesta ecológica y sustentable para el futuro.

Hay empresas como la danesa Novozymes que calculan que si se toma el 20% de los residuos agrícolas y forestales de Europa, se podría cubrir hasta la mitad de la demanda de gasolina del continente. El reto es encontrar la tecnología necesaria para convertir estos residuos en biodiesel.

Una alternativa que crece desde la universidad

México se ha unido a esta búsqueda. Desde hace tres años, el maestro Víctor Sevilla, ingeniero químico y profesor del ITESO desde hace 12 años, forma parte de un proyecto que pretende diseñar biorrefinerías que produzcan biomateriales y biocombustibles de segunda generación, es decir, hechos a partir de materias primas que no son fuentes alimenticias para el ser humano: restos de cosechas, tallos de maíz o bagazo de caña, desperdicios que por su estructura química se les llama materiales lignocelulósicos.

Este proyecto multidisciplinario, llamado Nerixis, se lleva a cabo en la Unidad de Ingeniería Avanzada del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) de Guadalajara, dirigido por el doctor Arturo Sánchez. En él están involucradas la Secretaría de Energía y otras instituciones mexicanas.

En el Laboratorio de Biocombustibles en Guadalajara –donde también colaboran alumnos de Ingeniería Química– investigan un proceso llamado “pretratamiento de la materia prima”, en el que utilizan particularmente la paja de trigo.

Mucho por hacer

El reto de Nerixis es producir material vegetal para la coproducción de bioetanol, biogás, hidrógeno, y hasta se contempla la posibilidad de biomateriales para productos farmacéuticos.

Dividido en tres etapas, el proyecto se encuentra a punto de comenzar su última fase; durante el primer periodo, se dio la evaluación y pruebas de laboratorio para generar resultados, crecer los experimentos y etapa piloto, esto en la segunda etapa; este nueva etapa implicará publicaciones científicas a nivel internacional, congresos libros, patentes, entre otros productos.

Sin embargo, queda mucho camino para lograr que la construcción de una biorrefinería y sus resultados sean rentables; las materias primas de segunda generación son materiales más complejos, y el convertirlos en biocombustible es más tardado y costoso hasta ahora. Además, en México todavía hay importaciones caras de insumos para el proceso, que todavía no tienen recursos para fabricar aquí.

Sin embargo, Sevilla  está confiado de que, a mediano plazo, pueda existir una biorrefinería piloto con todo el tren de producción a gran escala.

“La idea más grande del proyecto es tener una investigación sólida en México acerca de biocombustibles y este tipo de biorrefinerías; antes no existían este tipo de investigaciones (en el país), y hay ahora mucha información fiel y de alto nivel con la cual se pueden tomar decisiones”.

A punto de concluir su tesis doctoral en el diseño y evaluación tecno-económica de esta biorrefinería, se siente orgulloso del involucramiento de sus alumnos en el proyecto, de su aportación a un nuevo modelo de energía, de ver que los resultados que ha obtenido de sus estudios han sido aceptados en la comunidad internacional de investigación.

“Nuestro trabajo ha dado vueltas por todo el mundo, se acaba de presentar en Suecia, va a ir a Chile, en España, yo fui a Grecia a presentarlo, hay publicaciones que se están leyendo en Brasil, en Estados Unidos; en el primer mundo estas investigaciones llevan años, y en México no hay esa investigación y muchas veces se importa la tecnología y el conocimiento, entonces es una satisfacción (ser de los pioneros)”, dice. Foto Archivo