Rafael Chávez, egresado del ITESO, estudiará en tres países europeos para traer a México conocimientos de mejores manejos del agua subterránea.

Rafael Chávez García Silva, egresado de Ingeniería Ambiental, siempre supo que quería estudiar una maestría; cuenta que, desde la mitad de su carrera, buscaba en internet opciones y temas diversos, hasta que la gestión del agua en el Área metropolitana de Guadalajara (AMG) lo atrapó, y, tras dos años de trabajar en el Instituto Metropolitano de Planeación del AMG (Imeplan), está listo para ampliar sus conocimientos.

En el periodo Otoño 2017, y durante dos años, se irá completamente becado por Erasmus al UNESCO- IHE Delft Institute for Water Education, un instituto internacional en los Países Bajos que hace proyectos de investigación y generación de capacidades en todo el mundo alrededor de temas del agua.

El programa, Groundwatter and Global Change: Impacts and Adaptation, lo llevará a estudiar en la ciudad de Delft, pero también Lisboa y Dresden, con la oportunidad de colaborar en proyectos de diversas partes del mundo que corren a cargo de la UNESCO.

¿Cómo llegaste a este programa?

Al salir de la carrera, comenzó a interesarme cómo la gestión ambiental está sobre todo cargada hacia los municipios a partir de las atribuciones constitucionales. Entonces, tienen la tarea de manejar residuos, la gestión del agua —aunque no tengan tantas atribuciones para hacerlo—, el uso de suelo…

Mario Silva (profesor del ITESO) habló del Instituto de Planeación, vi en Twitter que ponían cosas interesantes Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan). Entré de becario, como asistente, a hacer nada que ver con lo ambiental, y poco a poco fui tomando más responsabilidades, y ahora soy de los que empuja mucho más la agenda ambiental con lo urbano, para ver cómo engranarlos. Ahí me di cuenta de que, si yo era el especialista en el tema, me faltaba un montón de conocimiento y práctica que no podía encontrar aquí. Me di cuenta que necesitaba conocimiento especializado ambiental para poder llegar aquí con respuestas.

A partir de ver mis huecos principales y las necesidades del instituto, tuve claro qué es lo que más me mueve, y empecé a aplicar a todos los programas que pude.

¿Qué particularidades tiene esta maestría?

Son dos años y en cuatro ciudades: una parte la estudiaré en IHE Delft; otro semestre en el Instituto Técnico Superior de Lisboa, en Portugal; y otro más en la Universidad Técnica de Dresden, en Alemania. El último semestre, podré regresar a Delft o buscar un programa en cualquier otra de las universidades adscritas al programa, así que esa parte aún no la sé.

Siempre me debatí entre gestión y cuestiones técnicas, y esta maestría tiene ambas cosas. Tiene unas bases técnicas muy sólidas de hidrogeología, cuestión atmosférica, cómo se liga el agua subterránea con la superficial, mucha medición; y también tiene aspectos de gestión. Llamó mi atención que el programa pertenece al Instituto de Educación del Agua de la UNESCO, que tiene proyectos en todo el mundo, entonces puedo participar en proyectos de investigación en otros lados para ver cómo lo resuelven en otros países.

¿Qué es lo que más te emociona?

Formaré parte de la tercera generación de este programa, con gente de todo el mundo. Una chica de Perú que también fue admitida se puso las pilas y creó un grupo de Facebook con todos: hay dos colombianos, un chico de Ghana, otro de Kenia, dos de Pakistán, hay de Italia, Inglaterra… pinta bien. Y creo que tiene que ver con que el tema del agua es un asunto serio en todo el mundo, entonces es enriquecedor traer gente de todos lados.

¿Cuál es el mayor problema que tú identificas en gestión del agua, que podrías ayudar a resolver con esta maestría?

En el Área Metropolitana de Guadalajara, más o menos el 60 por ciento del abastecimiento de agua proviene de agua superficial, sobre todo del lago de Chapala y la presa Calderón, y el 40, de agua subterránea que sacamos por pozo.

Esto es muy relevante porque en las periferias hay una dependencia fuerte hacia el agua subterránea, y el problema es que hay partes en el sur de la ciudad donde esa agua sale con arsénico; y no es que se haya contaminado, es sencillamente que el agua viaja por miles de años a través de las estructuras geológicas, y trae sales de minerales desde kilómetros y kilómetros.

También está que en México hay muchos problemas con el agua subterránea, el primero siendo que la norma oficial mexicana para la infiltración artificial de agua a los acuíferos es caduca. No estamos usando conocimiento actualizado, estamos dejando que mucha gente no esté registrada, y quienes están registrados, no cumplen.

No estamos limitando el desarrollo urbano a partir de la disponibilidad de agua. Los constructores dicen, “aquí vamos a urbanizar”, y el organismo operador de agua solo se asegura de la infraestructura —hay tubo o no hay tubo— y no si hay suficiente agua y si el ecosistema da para más. Hay mucho, mucho qué hacer.

¿Qué herramientas te dio el ITESO para poder avanzar en tu trabajo profesional?

Aquí hay un grupo muy fuerte de profesores e investigadores enfocados al agua; eso tuvo mucho que ver con que yo me identificara con su trabajo. De hecho, fui asistente de investigación de uno, trabajé en consultoría con otro, sigo mucho en contacto con los del Centro de Investigación y Formación Social (CIFS)… me pude unir a esa red y eso me movió mucho a buscar estos temas. Y no necesariamente estaban en mis clases, pero la comunidad universitaria lo gestó. Y esta visión de hacer las cosas por la gente siempre la tuve muy presente por el ITESO.