Una declaración de la Red Todos los Derechos para Todos firmada por académicos y apoyada por el Programa Institucional de Derechos Humanos y Paz del ITESO, un comunicado de la USAI y la carta de un estudiante a sus pares en Iguala, exigen el esclarecimiento de los hechos y la impartición de justicia.

El miércoles 8 de octubre marcharon en Guadalajara estudiantes y profesores del ITESO, la UdeG y otras universidades, madres de desaparecidos, normalistas, activistas y familias enteras, para protestar por los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, asesinados o desaparecidos presuntamente por la policía municipal de Iguala y miembros del crimen organizado a finales de septiembre.

Ayo

Los reportes de prensa informaron que la marcha sumó en la capital de Jalisco a aproximadamente 7 mil ciudadanos (hubo réplicas en decenas de ciudades mexicanas y de otros países), todos unidos por una exigencia: “¡Los queremos vivos!”

El ITESO, a través del Programa Institucional de Derechos Humanos y Paz, sus académicos y alumnos, se ha sumado a las demandas de justicia para los afectados mediante distintas vías, entre ellas la Declaración Guadalajara de la Red Todos los Derechos para Todos (http://ayotzinapavive.blogspot.mx) y un comunicado de la Unión de Sociedades de Alumnos de la universidad (facebook.com/AlumnosITESO).

A continuación compartimos una carta publicada por Óscar Augusto, integrante del movimiento Más de 131 ITESO (http://goo.gl/ouzYZa):

 

Carta a un normalista de Ayotzinapa

Tal vez nunca nos conozcamos en persona, pero yo ya te he visto; te vi en el cartel junto a tus 42 compañeros desaparecidos hace unos días, después de que policías te dispararan en Iguala; te vi en el llanto de tu madre y la indignación de tus amigos que exigen justicia; te vi en la esperanza que tiene tu padre de que regreses con vida.

Te vi y, por un momento, me vi a mí mismo. ¿Qué pasaría si un día me desaparecieran como a ti? ¿Quiénes pensarían en mí? ¿De quién sería la incansable búsqueda? Mi madre, mis compañeros, mis amigos y mi padre seguramente actuarían como los tuyos.

Cada día que pasa se tipifica más el “delito” de ser joven o estudiante en México. ¿Cuántos desaparecidos más necesita este país para decir “¡ya basta!”? ¿A las cuántas muertes vamos a entender? ¿Cuánto dolor nos cabe antes de estallar? ¿Qué nos queda si vivimos en un país donde las autoridades desaparecen estudiantes?

Nunca he estado en Ayotzinapa, pero por tantas cosas que he leído sobre ese lugar pareciera como si ya lo conociera. Personajes como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez se formaron en sus aulas; desde sus orígenes, la Normal de Ayotzinapa ha sido cuna de estudiantes que trabajan por cambiar la realidad del país y, a pesar de que el gobierno ha querido cerrarla y se ha visto asediada por grupos armados e incluso por reformas educativas que quieren desmantelarla, ha seguido su lucha por la educación.

¿Por eso te desaparecieron? ¿Por ser una piedra en el zapato de una educación que nos quiere ciegos y sordos ante las necesidades del país?

Te cuento que hace pocos días conmemoramos el 2 de octubre de 1968. Salimos a marchar, recordando a los estudiantes caídos de ese entonces, deseando que esa tragedia no se repitiera jamás. Pareciera que la historia nos está jugando una mala broma, pero no es así; la realidad es que vivimos de nuevo esos tiempos donde el gobierno actúa impunemente y desaparece y asesina jóvenes sin dejar rastro, sin un castigo de por medio.

Las fechas pasan y el calendario sigue intacto, recordamos un 2 de octubre, recordamos Acteal, Aguas Blancas y más masacres donde el gobierno junto a las fuerzas del orden han generado dolor, rabia e impotencia. Hoy, al parecer, agregaremos una nueva fecha a ese calendario de memoria y resistencia al olvido: Ayotzinapa.

Cuando leí la noticia de que habían encontrado fosas clandestinas cerca de Iguala, sentí como si me hubieran arrebatado algo: al inicio pensé que se trataba de la libertad; luego supuse que había sido la esperanza. Finalmente me di cuenta de que nos arrebataron más que eso. Nos haces falta, nos faltan 43. Como persona eres más que la idea vaga de la libertad o la esperanza.

Me arrebatan la dignidad para poder reclamarte vivo. Nos llenan de impotencia y nos duele personalmente. Me faltas tú y necesito, desde la honda rabia que me cabe, encontrarte con vida y gritar tu nombre, que mis manos te abracen y que abrazándonos sepamos que hay algo más en este valle de sombras que la desesperación.

Hoy nos duele Ayotzinapa, se siente la tristeza, la impotencia, la indignación, el dolor y un clamor que exige justicia para ti y tus compañeros. Pero una justicia grande, no la justicia chica que encarcela solo a quien jala el gatillo, sino una justicia donde el daño es resarcido, donde los jóvenes vuelven vivos y los culpables –hasta los más poderosos– son señalados.

¡Vivo te llevaron, vivo te queremos!

Desde la distancia te abrazo, hermano. Que este abrazo no sea el último y que este abrazo donde sea que estés te recuerde que alguien te busca; que a mí y a todos nos haces falta.