Aunque el transporte colectivo debería ser un servicio público que en otras ciudades proporciona el gobierno, en la Zona Metropolitana de Guadalajara no es así, siendo uno de los graves problemas de la urbe, a decir de expertos del ITESO.

El sistema de transporte colectivo de la mancha urbana de Guadalajara y sus municipios conurbados “es operativamente disfuncional”.

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Alejandro Mendo, profesor del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO (DHDU), señala que cualquier transporte urbano debería ser seguro, rápido, económico y confortable. En la capital de Jalisco no es nada de eso.

Y además de todas estas carencias, Mendo subraya otra cuestión aún más de fondo: “el transporte urbano colectivo en Guadalajara es conceptualmente espurio o ilegítimo, porque en lugar de ser un servicio público, es un servicio privatizado”.

Según el Reporte Nacional de Movilidad Urbana en México 2014-2015 de la ONU, más del 70% de las inversiones en movilidad de las principales ciudades se destina a infraestructura para el automóvil

El autor del libro Observación urbana sistémica. Hacia una evaluación de ciudades desde la complejidad, dice que el transporte colectivo debe ser un servicio público –como en Londres, Nueva York o Madrid– y no debería redituar ganancias, ya que en otros lugares este servicio tiene pérdidas económicas, las cuales se cubren con el pago de impuestos por parte de la ciudadanía. “Aunque en realidad no son pérdidas, porque es un servicio que retribuye en la calidad de vida, es un círculo virtuoso que ahorita no ocurre aquí”.

El Doctor en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad descarta que las medidas implementadas por el gobierno estatal lleguen a desencadenar un cambio significativo.

“Solo que sea un viraje de timón violento, por ejemplo, la estatización total y absoluta de todo el servicio, pero eso de momento no está en el escritorio del gobernador”. Mendo recuerda que en 1985 hubo un intento de cambiar el sistema de transporte con un proyecto ideado por Jorge Matute Remus, cuya implementación la echó abajo en apenas unas horas un paro del llamado “pulpo camionero”, empresarios que no quieren ver disminuidas sus ganancias.

En un sistema de transporte que opera por concesiones como el de Guadalajara, resulta imposible pensar en implementar esquemas de pago en los que con una tarjeta un usuario pueda hacer todos sus traslados sin pagar siete u ocho pesos (los dueños de los camiones dicen que la tarifa justa serían 10) cada vez que aborda un vehículo para llegar a su destino.

Embotellamientos devastadores

El problema del crecimiento del parque vehicular no afecta únicamente la fluidez de las vialidades de esta ciudad; también se pierde mucho espacio público, afirma Héctor Robledo, profesor del ITESO quien junto con Christian Grimaldi coordina el Proyecto de Formación Profesional de Psicología Social “Laboratorio urbano en ruta”.

“Estratégicamente lo primero que necesitamos es un buen transporte público, porque eso libera espacio para todos, para los cuerpos que andan a pie, para los que andan en dos ruedas, en silla de ruedas, para todos”, señala Robledo.

Tener un automóvil, señalan, también es una cuestión de estatus social, porque en México el transporte urbano se concibe que “es para jodidos”. Robledo apunta que en los países desarrollados este es un servicio que la gente utiliza independientemente de su nivel socioeconómico.

“Si este sistema tan disfuncional opera, es también por las estrategias que emplean los usuarios para hacerlo funcional, como aguantar que las unidades estén atascadas y de todos modos subirse al camión; se levantan dos horas más temprano para alcanzar a llegar”, apunta Robledo.

Estas y otras prácticas se investigarán este semestre en el “Laboratorio urbano en ruta”, de donde han salido documentales como El Hombre-Camión y Voces en ruta, ambos disponibles gratuitamente en YouTube. Fotos Archivo