Una mujer vestida de blanco de pies a cabeza, cargando una niña en la espalda, atrajo la atención de varios estudiantes que caminaban por los jardines del ITESO el jueves 31 de octubre. Estaban viendo la obra La mujer blanca, cortesía del decimoprimer Festival Cultural Universitario.La canadiense Magali Chouinard, artista plástica y amante de la poesía, busca con su obra, La Femme Blanche, expresar pensamientos y emociones simultáneamente. Es una obra sin sonido, sin diálogo o música. Es una representación de la vida y la mujer, una muestra de sentimientos y una manera con la cual Magali ha sido capaz de difundir su manera de entender la poesía.

Fue así como comenzó, rodeada de estudiantes, algunos sentados, otros disfrutando afuera de sus salones, a la expectativa de lo que esta mujer iba a revelar. Abrió su maleta y comenzó a sacar la escenografía: unas ramas simulando un árbol, una luna caracterizada con la cara de una mujer, y por supuesto un títere en forma de niña que llevaba en su espalda.

La mujer blanca se movía en los jardines, con una ligera sonrisa traviesa que hacía recordar a los niños cuando juegan. Caminaba y miraba a los espectadores a su alrededor, pero después de unos minutos, era evidente que algo comenzaba a cambiar. De pronto, la mujer se acercó a su maleta y sacó una marioneta, un lobo negro. Se creó un contraste impactante.

La mujer tomó el lobo y lo colocó en su brazo, el cual se apropió de la escena por completo. A pesar de la integración de este nuevo personaje, la dama siguió desplazándose por todo el escenario verde (el campus) del cual se había adueñado. Después de algunos minutos, y con la intriga de los espectadores intacta, la mujer se acercó a su maleta y reveló al nuevo integrante de la escena: una anciana delgada y pequeña hecha de cartón, bañada también de blanco.

Se acercó al público y la mostró, después la abrazó, la paseó y, finalmente, la tomó de un extremo y la amarró a su pecho. La movía con tal delicadeza que hacía parecer que era un personaje frágil. A partir de ese momento, la mujer se acercó a  la luna que se encontraba en lo alto de las ramas, la tomó y se dirigió hacia el público para entregársela a una joven. La mujer se acercó una vez más a su maleta y tomó su último personaje: un cuervo negro como la noche, con una mirada penetrante.

La mujer lo postró en su hombro y caminó a su alrededor con una actitud un tanto cansada, lo opuesto a como la conocimos. Siguió caminando, cargando en su espalda a la niña blanca, en su pecho a la anciana, en su brazo al lobo y en un hombro al cuervo. Todos en conjunto se dirigieron a la maleta; la mujer tomó las ramas y las guardó. Rápidamente el escenario cambió, y la historia en la cual nos habíamos sumergido, de repente ya no era la misma. Parecía que estábamos llegando al final de la obra, pero la mujer blanca aún no estaba lista para irse.  Se acercó a sus pertenencias y agarró un bolso pequeño. Se dirigió hacia el público y sacó pequeños pedazos de papel doblados en diferentes figuras. Los repartió entre el público, adentrándose y haciendo contacto con ellos. Los entregó a niños, jóvenes y adultos, todos con la curiosidad de saber qué era lo que daba.

Finalmente, la mujer decidió que era hora de partir, tomó sus bolsos y emprendió el viaje y poco a poco fue desapareciendo. Así culminó La Femme Blanche, obra que conjuga las artes plásticas, la poesía, la creatividad y la imaginación. Por lo tanto, no existe una historia única y cada espectador puede interpretarla de manera diferente. Esto gracias a la ausencia de diálogo, los tonos monocromáticos, los títeres y un solo personaje principal. La inspiración de Magali para crear esta obra fue la mujer, sus altos, sus bajos y todo lo que sucede en medio. “Es lo que mejor conozco”, dijo Magali, al explicar el origen de su obra.

Chouinard es una artista con 20 años de experiencia, en cuya trayectoria se ha enfocado principalmente en la escultura, el dibujo y la escritura. Esta obra, con la que ha visitado varios países, le ha dado la oportunidad de incluir la escultura a través de sus marionetas, las cuales ella misma ha creado, así como el vestuario del personaje principal. De la misma manera, fue gracias al dibujo que decidió nombrar así a la obra, ya que siempre le ha gustado dibujar en blanco y negro. Texto y foto Katia Diéguez