La Orquesta Filarmónica 5 de Mayo interpretó la Sinfonía Jesuita de Venus Rey Jr. para celebrar el 60 aniversario del ITESO.

La vida de San Ignacio de Loyola puede interpretarse a través de sus enseñanzas; se puede leer entre líneas en las páginas de los Ejercicios espirituales, o vivirse en el legado de la Compañía de Jesús y sus instituciones educativas.

También puede encontrarse en la música, como fue el caso de Venus Rey Jr. Después de leer San Ignacio, solo y a pie, del padre José Ignacio Tellechea, el compositor encontró las notas que podrían acompañar la vida del santo y que lo inspiraron para componer la Sinfonía jesuita.

Esta obra épica fue interpretada en el concierto que abrió las actividades culturales de las celebraciones por los 60 años del ITESO la noche del 31 de julio.

La Orquesta Filarmónica 5 de Mayo, dirigida por Fernando Lozano, ocupó el escenario del Auditorio Pedro Arrupe, SJ, para dar la primera de dos funciones a la comunidad universitaria y al público general, entre los que se encontraron alumnas y alumnos, el profesorado, el personal, funcionarios públicos, familiares, egresadas y egresados.

 

 

José Morales, SJ, rector del ITESO, dio la bienvenida recordando a los 111 tapatíos que el 31 de julio, pero de 1957, firmaron el acta constitutiva de la universidad con el deseo de construir una casa de estudios que preservara la búsqueda de la verdad, la creación cultural y formas de convivencia cada vez más humanas y justas.

«Porque estos deseos siguen vivos, el lema de esta celebración es 60 sueños de esperanza, ya que creemos que el futuro puede ser más bello que todos los pasados, como dijo Teilhard de Chardin», afirmó el Rector.

«La vida de San Ignacio de Loyola es épica», dijo Venus Rey Jr. en la introducción a la obra, en la que recordó el libro que lo inspiró a componer. «Conforme avanzaba en la lectura, fue surgiendo en mí la idea de componer una música, también épica, inspirada en San Ignacio, que hiciera justicia a su enorme figura. Así nació la Sinfonía jesuita«.

El autor compartió estas palabras antes de que comenzará el concierto, que abrió con la obra Chacona en Mi menor de Dietrich Buxtehude y Carlos Chávez. Relató los seis meses de trabajo arduo que le tomó componer los nueve movimientos, salpicados de escenas que retratan momentos claves en la Compañía de Jesús, y su emoción al recibir la carta del entonces Padre General, Peter-Hans Kolvenbach, SJ, como respuesta a su gesto de haber llevado a Roma las partituras, en mayo de 2005.

Tras la obertura y los aplausos, la soprano Elisa Ávalos se incorporó al escenario, justo al lado de la tarima del director —su kábala que carga consigo a cada concierto, incluidos los que ya ofreció para las celebraciones de aniversarios de otras instituciones jesuitas: la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y la Universidad del Salvador en Buenos Aires—.

Fernando Lozano, director de la Orquesta Filarmónica 5 de Mayo, Venus Rey Jr., compositor de la Sinfonía Jesuita, y la soprano Elisa Ávalos

Al público se le otorgó una guía escrita en el programa para darle seguimiento a la música. Movimiento tras movimiento los presentes fueron reviviendo algunos de los pasajes más representativos de la vida de San Ignacio.

La música y las intervenciones de la soprano marcaban acentos en las escenas, como en el «Primer movimiento: San Ignacio solo y a pie», en el que el compás irregular de 5/4 en la sección central simula los pasos cansados de Ignacio caminando por las montañas de Guipúzcoa. Para la concepción del santo de convertirse en caballero de Cristo, la sinfonía adquirió tono de marcha, en el segundo movimiento.

El «Cuarto movimiento: Kyrie Eleison» marcó la primera intervención de Elisa Ávalos. Para esta sinfonía, Venus Rey Jr. utiliza en las letras cantos de alabanza en latín característicos del carisma jesuítico, como Ad maiorem dei gloriam (Para mayor gloria de Dios, lema de la Compañía de Jesús).

También se escuchan pasajes de los Ejercicios Espirituales: “Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer” se vuelve verso en el Sexto movimiento, que es además uno de los pasajes más jubilosos de la sinfonía, con un crescendo que emula la entrega total de San Ignacio a Dios y cierra con un meditativo solo de violín.

«La Sinfonía jesuita no sólo evoca a San Ignacio, sino también su deseo de entregar todo su ser a la voluntad de Dios», había dicho el Rector en su intervención inicial.

«Esto es una invitación a que quienes ocupamos el ITESO, busquemos en todo amar y servir en este presente que nos toca vivir tan necesitado de esperanza, y en ese futuro que queremos construir, que sea casa para todos los seres humanos».

Las celebraciones por los 60 años del ITESO continuarán hasta el 23 de septiembre de 2018, con diversas actividades para la comunidad universitaria y el público general.

Para consultar fechas, puede visitar el sitio http://agenda.iteso.mx/tag/iteso-60.