Los recursos que se reunieron en la campaña de Unired-ITESO por el sismo se destinarán a un proyecto de reconstrucción en el que participan estudiantes y profesores de la comunidad universitaria.

La prueba de solidaridad con nuestras hermanas y hermanos afectados por los sismos de septiembre apenas comienza. Tras el desastre del Istmo de Tehuantepec, el 7 de septiembre, y la tragedia del 19 en el centro del país, el Gobierno Federal tiene el reporte de 110 mil inmuebles con daños en Oaxaca y Chiapas, donde se presentó el primer sismo, y que se declara con el mayor número de afectaciones. Desde el 12 de septiembre, la Red Universitaria de Prevención de Desastres (Unired), que cuenta con 65 universidades mexicanas, comenzó una recaudación de fondos para esta zona.

¿Por qué el ITESO no abrió un centro de acopio, como muchas otras instituciones? Cristina Barragán, coordinadora del proyecto de Atención a desastres de Unired ITESO, explica que el protocolo indica que, cuando hay un desastre, lo primero que se debe hacer es esperar a la evaluación de daños y hacer contacto con un interlocutor confiable. En este caso, se hizo con el Centro de Derechos Humanos Tepeyac del Istmo de Tehuantepec, que cuenta con trabajo previo con las comunidades.

Otro paso es contactar con asesores, uno de ellos fue la Cruz Roja Internacional y la consulta del manual “Saber donar: recomendaciones prácticas sobre donaciones humanitarias”, este cuenta con información y aval de organizaciones como Unicef, Oxfam, la Organización Panamericana de la Salud, entre otras (consúltalo en www.saberdonar.info

“Es tan fuerte el caos que puede ocasionar una ayuda innecesaria que ya hay campaña de organismos internacionales para organizarse y que realmente favorezca a las víctimas de desastres, para que ellos encuentren maneras propias de sobreponerse, con resiliencia y para dignificar su condición”, explica Cristina, también asesora de Comunidad y compromiso solidario del Centro Universitario Ignaciano (CUI).

“Como universidad estamos obligados, como dice el padre (Peter Hans) Kolvenbach, SJ, a tener una solidaridad inteligente, es decir: analizar, contextualizar, medir fuerzas y decidir”.
Cristina cuenta que fue difícil explicar a la comunidad universitaria la decisión de Unired ITESO de no tener centro de acopio.

Una vez que se logró comunicar la vocación de Unired, se desataron fenómenos interesantes de recaudación; los alumnos y alumnas que diseñaron una calcomanía de Frida, la perra rescatista; otros diseñaron camisetas, otros formaron brigadas de médicos especialistas en urgencias y se prestaron en el rescate de víctimas, donaciones por nómina y por otra parte se organizó un boteo que fue extraordinario, con 100 alcancías distribuidas entre miembros de la comunidad.

Al cierre de la campaña, el 2 de noviembre, todas las iniciativas sumaron un millón 902 mil 2.50 centavos. Es la recaudación más exitosa que han tenido a nivel de organización y diversidad de respuestas creativas.

El ITESO, como parte de Unired, está en coordinación con la Fundación Loyola, la cual a su vez se alinea con la postura de la Compañía de Jesús a través del CUI, en contacto con la Diócesis de Tehuantepec. Se formó un Comité interdisciplinario para la reconstrucción al tiempo en el que se iban recaudando los fondos, para decidir cómo destinarlos.

El comité decidió otorgar los recursos al proyecto “Construyamos juntos el Istmo” en coordinación con la Fundación Loyola, con la iniciativa de profesorado del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU), así como alumnos y egresados de sus maestrías, en conexión con el CUI.

Gerardo Cano, profesor del DHDU, fue comisionado como coordinador del proyecto, avalado por el ITESO. La universidad donará una cantidad adicional para la reconstrucción y los fondos necesarios para costear los gastos de operación. La zona en la que se concentrarán los esfuerzos será San Mateo del Mar.

Un poblado entre dos aguas

San Mateo del Mar es un poblado de Oaxaca a 45 minutos de Salina Cruz, entre la laguna del Istmo de Tehuantepec y el Océano Pacífico. Es un lugar sumamente vulnerable geográficamente, debido a que es una barra de arena entre dos aguas. Además, en estas fechas comenzará la temporada de los nortes, vientos sumamente fuertes que levantan cualquier construcción temporal.
Sus habitantes son Ikood, una etnia que algunos antropólogos mencionan que viene de Perú. Es un pueblo que en su mayoría se dedica a la pesca de camarón, cuyo asentamiento más antiguo es una iglesia de los dominicos del siglo XVII. La zona se rige por consejos barriales y una asamblea comunitaria.

Tras el sismo, alrededor de mil 800 viviendas se vieron afectadas. San Mateo del Mar cuenta con 14 mil 252 habitantes; casi el 60% de la población se quedó sin casa.

El profesor Gerardo Cano, quien ha visitado la zona en tres ocasiones, cuenta que en la primera visita el equipo del ITESO realizó un recorrido para ver los daños, junto con maestros y egresados del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA); fueron guiados por líderes de la comunidad, profesoras y representantes comunitarias; ellas han llevado a cabo algunas iniciativas como una cocina comunitaria y un albergue. Algunos profesores realizan brigadas de vigilancia, ya que no hay luz eléctrica y los víveres son escasos. La gente prácticamente vive en la calle, cerca de los escombros de sus casas, bajo tiendas improvisadas.

Se articularon con Rectoría para institucionalizar el proyecto en el ITESO, y así ofrecer una iniciativa organizada. “Es importante que instituciones como la universidad, que son transparentes y no persiguen ningún fin de lucro, político o partidista, apoyen, para dar confianza a los pobladores”, explica Gerardo Cano.

El siguiente paso es realizar el mapa de actores y diagnóstico de los daños. En el tercer viaje, realizaron pruebas de mecánica de suelos para poder dar a la población una certeza de por qué colapsaron las edificaciones, para realizar un mapa de riesgo y prevenir futuros desastres.

“El mantener contacto con los líderes es para que este trabajo se haga junto con la comunidad; que sean ellos quienes tomen las decisiones con las herramientas técnicas que la universidad les pueda dar”, afirma el profesor.