Las Especialidades, Maestrías y Doctorados de la universidad están pensados para que sus alumnos construyan nuevos conocimientos que incidan en las decisiones que transformen la realidad social de México o el mundo. ¿Cuál se adapta a tus intereses?

Puedes estar pensando en ese tema que ya viste en tu licenciatura y en el que ahora te quieres especializar (urbanismo, desarrollo de software, divulgación de la ciencia, derechos humanos, educación, cómo administrar con ética y eficiencia una empresa); puedes estar pensando en convertirte en investigador; puedes estar pensando en que esa idea que tienes en la cabeza requiere de más orden, teorías, datos y una metodología para transformarla en algo más que simples buenos deseos e incidir en la realidad que te rodea.




Para todo esto precisamente existen los posgrados, esas especialidades, maestrías y doctorados que ningún país que piense seriamente en desarrollarse debe ignorar.

Más allá de una licenciatura, es en ellos donde florecen la investigación y el desarrollo, donde surgen los enfoques nuevos y dinámicos con el potencial de transformar la realidad social, donde se forman los profesionales especializados que para organismos como el Banco Mundial o la ONU representan una vía de crecimiento e impactos positivos para las futuras generaciones en sus comunidades y naciones (y por lo tanto se gastan millones en becas y financiamiento para apoyarlos).

Las cifras alrededor de los más de 8 mil posgrados que ofrecen las universidades en México son débiles: apenas 16 de cada 10 mil mexicanos estudian uno, según la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies); a quienes no cuenten con un posgrado, las posibilidades de empleo y mejor remuneración se reducirán; el país produce menos investigación y tiene un bajo índice de patentes, por algo está en los últimos lugares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE).

“La labor de un posgrado, de un doctorado, es investigar los problemas complejos de una sociedad compleja de manera interdisciplinaria; hay problemas que no se resuelven únicamente con el dato numérico, hay que producir conocimientos nuevos”, refiere María Martha Collignon, coordinadora del Doctorado en Estudios Científico Sociales del ITESO.

“El Posgrado no es otra licenciatura, no vienes a aprender los conocimientos que otros generaron, vienes a construir conocimiento nuevo, a innovar”, enfatiza Catalina Morfín, coordinadora de Investigación y Posgrado del ITESO.

De las aulas a las calles. ¿Cómo?
¿Y cómo generar sí conocimiento nuevo, teorías sólidas, tesis impecables, investigadores que publiquen en revistas especializadas y asistan exitosamente a congresos y foros nacionales e internacionales pero, además, poner los pies en los problemas reales y concretos que atraviesan los habitantes de este país? Una de las apuestas de la universidad y sus posgrados son las IDIS.

Son las siglas del Área de Investigación, Desarrollo e Innovación, una asignatura diseñada para que cada estudiante defina con la mayor precisión cuál es el tema o problema que desea abordar en sus estudios, saber qué puede aportar, dónde realmente va a innovar, qué va a descubrir, qué piensa resolver y cómo lo va a hacer.
“Queremos tener una incidencia mucho mayor en la toma de decisiones de los temas que les competen a nuestros posgrados; queremos que el ITESO sea un referente, que piensen en nosotros para opinar o resolver problemas especializados de la región”, subraya Morfín.

“Los posgrados son un vehículo para lograr cambios de fondo; el ámbito de la ingeniería y la tecnología permite el establecimiento de empresas que dinamizan la economía de la región”

Y si hay algo que ha distinguido a la región occidente del país es el desarrollo tecnológico que ha experimentado en años recientes. En ese ecosistema se mueve el Doctorado en Ciencias de la Ingeniería del ITESO que coordina Ernesto Rayas.

“El posgrado es un vehículo para lograr cambios más de fondo en la región, y vemos que es viable. El ámbito de la ingeniería y la tecnología permite el establecimiento de empresas que dinamizan la economía de la región, porque contratan no solamente ingenieros altamente especializados, sino a toda clase de profesionistas”, menciona.

Aliado con algunas de las firmas tecnológicas más importantes a nivel global –Intel, Freescale, Oracle o Continental–, el Doctorado pone un especial énfasis en que sus alumnos sean sensibles a las problemáticas sociales, por ejemplo a través de materias como “Seminario de investigación en ingeniería”.

La proyección de unos sensores colocados por toda la ciudad que detectarán con varias horas de antelación que va a llover para prever atascos de tráfico y otras molestias; el Cormat, un aparato de electroterapia creado por un estudiante y que ya se exporta; investigaciones en torno al PDN (Power Delivery Networks) que permitirán distribuir mejor la energía en los circuitos de una tarjeta de computadora, reducir el consumo de energía de los servidores que sostienen la “nube informática” y combatir así al cambio climático; el desarrollo de software de alto desempeño… los profesores y alumnos del doctorado no paran.

¿Qué nos demanda el Siglo XXI?
Un ejemplo: alguien quiere saber cómo afecta a los niños de cierta ciudad la violencia que experimentan a su alrededor (en la calle, en los medios, en la escuela) y cómo se pueden aminorar sus efectos. Tal vez creando una red de centros multideportivos muy cerca de sus hogares, que tengan la más alta calidad y que a ellos o a sus padres les cueste muy poco utilizarlos.

Sociología, antropología, economía, psicología, educación, gestión pública, urbanismo, mercadotecnia… ¿cuántas disciplinas se deben mezclar si se quiere abordar seriamente este ejemplo?

“Un país que no apuesta por la educación y la investigación es un país que difícilmente saldrá del subdesarrollo”

La interdisciplinariedad es un concepto central para los Posgrados ITESO.

“Un desafío es que la universidad se vea a sí misma desde la investigación y sus posgrados, que vea toda su capacidad de generar respuestas a los problemas sociales”, apunta Morfín.

Generar esta clase de valor público ya no es posible con una licenciatura, coinciden diversos especialistas, y basta con revisar las páginas de posgrados de universidades mexicanas, estadounidenses, británicas, argentinas, australianas o francesas; hay miles de ellos.

Empresas de talla mundial, universidades, gobiernos y organizaciones no gubernamentales por igual privilegian a aquellos profesionales con un posgrado, aquellos que tengan las herramientas especializadas para adentrarse con mucha mayor precisión a las tareas específicas que se le asignen. Son una innegable ventaja competitiva.

Hoy, la universidad cuenta con nueve programas dentro del Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), siendo la universidad privada puntera en el occidente del país, aunque los retos son muchos, en especial los que tienen que ver con aquello de poner los pies en los problemas de la región y el país.

A nivel nacional, según datos del propio Conacyt, más del 90% de las tesis son “propuestas académicas”, incluso en los posgrados profesionalizantes (más técnicos que teóricos), es decir, “no hay una aportación inmediata a la vida política, económica y social relacionada con estos programas”, señala Morfín.
Las ciencias deben ir con y para la sociedad, buscar una relación más horizontal con ella, siguiendo paradigmas como el que actualmente se dialoga en Europa o EEUU, la llamada Investigación e Innovación Responsable (RRI), en otras palabras, ¿qué impacto tiene mi trabajo como investigador o estudiante de posgrado en el medio ambiente, en la ciudad en la que vivo o en la empresa para la que trabajo?

“Un posgrado ya no es un lujo, ahora es un artículo de primera necesidad”, afirma Agustín Basave, quien fuera director de Posgrado en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.

“La Investigación e Innovación Responsables (RRI) podría ofrecer oportunidades importantes tanto para empresas como para investigadores… incluyen la posibilidad de aumentar la competitividad, la construcción de nuevas redes de colaboración y el desarrollo de nuevos programas de I+D”, afirma un artículo de la CosmoCaixa de Barcelona.

Innovar, incidir, repensar y transformar la realidad desde la ética y la filosofía jesuita. Así nacieron hace casi 40 años los Posgrados ITESO, cuyo primer programa fue la Maestría en Desarrollo Humano y los más recientes son las maestrías en Derechos Humanos y la de Derecho Constitucional y Argumentación Jurídica. Texto Enrique González Fotos Roberto Ornelas/Archivo