Citar a quienes nos ayudan a pensar y dar referencias de nuestras fuentes enriquece el desempeño académico. Por el contrario, intentar hacer pasar como propias ideas, imágenes, programas informáticos, proyectos o sonidos que otros produjeron, significa plagiar, una práctica altamente nociva educativa y profesionalmente.

Plagio

A pesar de que se le comprobó el plagio de por lo menos 16 artículos e incluso fue multado, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique ganó en 2012 el Premio FIL de Literatura, dotado con 150 mil dólares.

En 2013, 60 estudiantes de la Universidad de Harvard fueron castigados –algunos con un año de expulsión–, por haber plagiado en un examen final mediante el envío planificado de correos electrónicos, violando así la política de “No colaboración” de dicha institución.

Jayson Blair, exreportero de The New York Times, literalmente se inventó decenas de noticias haciéndolas pasar como propias, después de inventar datos y plagiar textos de otros colegas, hasta que en 2003 fue descubierto y despedido, convirtiéndose en uno de los más grandes casos de deshonestidad en la historia del periodismo.

En el Congreso de Jalisco, el diputado panista Juan José Cuevas plagió párrafos enteros de la Wikipedia y de un sitio escolar de Barcelona (con todo y faltas de ortografía) para presentar una iniciativa que pedía homenajear al cantante Vicente Fernández.

“En toda institución académica el peor delito es copiar. ¿Qué mensaje se les manda a los alumnos –en especial a los de periodismo– con este galardón [el premio a Bryce Echenique]? Un mensaje cínico: Copien, muchachos, que eso no les impedirá recibir 150 mil dólares’”, escribió en su momento Juan Villoro en el periódico Mural.

El Diccionario de la lengua española define al plagio así: “Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”.

Prevenir y formar, antes que sancionar

Algunos especialistas en ética y derechos de autor aconsejan ante todo la formación y la prevención antes del castigo o la implementación de nuevas tecnologías para detectar el plagio, por ejemplo programas de software como Approbo, Nimisis, Copyscape, Eve Sistema o CopioNIC. La Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México tiene un software que hace estas funciones y es, según un artículo del periódico El Universal, la única universidad mexicana que hace uso institucional de una herramienta así.

“Mientras no haya principios éticos tanto entre los alumnos como entre profesores, será insuficiente cualquier medida jurídica”, afirma en el citado artículo Adriana Berrueco, académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

En el ITESO no estamos exentos de esta práctica.

Periódicamente se detectan trabajos hechos con la técnica del copy paste que no citan de dónde procede la información utilizada, juegos de copias de lecturas en licenciaturas o maestrías carentes de datos bibliográficos (¿qué libro es, quién lo escribió, en qué año?) o trabajos con pasajes enteros de tesis o ensayos de otros autores, los cuales el plagiario intenta hacer pasar como suyos.

 

 “El meollo del asunto es formativo, no es simplemente sancionar, sino formar… El que copia y pega no siente la necesidad de pensar”


Desde el área de Formación de Usuarios de la Biblioteca del ITESO (encuéntrala junto a Préstamo de Audiovisuales) se han implementado cursos, talleres y asesorías destinadas a auxiliar a profesores y alumnos con el objetivo de que destierren de las aulas el plagio y la necesidad de hacer reportes y más reportes de lecturas.

En lugar de darles “colecciones de lecturas a los alumnos”, el responsable de dicha área, Alfredo Cruz, afirma que es mejor pedirles “que empiecen a traer recursos de información distintos, darles nuevas estrategias, filtros y perspectivas interesantes de búsqueda de información”.

Incluso la biblioteca tiene un útil apartado llamado “Diez recomendaciones para fomentar el respeto al derecho de autor en un marco de competencias” (http://goo.gl/uhHXyN).

La Ley Federal de Derecho de Autor mexicana ni siquiera establece que el plagio sea un delito, lo cual convierte a esta falta fundamentalmente en un problema ético, razón de más para apuntalar las acciones formativas.

“La academia no gana nada con el plagio, solo produce simulación, engaño y estancamiento o retroceso académico”, comenta también en El Universal Manuel Becerra, académico de la UNAM y autor del ensayo El trabajo académico, plagio y derechos de autor.

Una responsabilidad compartida

Independientemente de lo que señalan los reglamentos del ITESO y las sanciones aplicables (la universidad considera que cualquier tipo de plagio es deshonestidad académica y una acción fraudulenta), alumnos, profesores y autoridades comparten la misión de erradicar esta práctica.

“El meollo del asunto es formativo; no es simplemente sancionar, sino formar, explicarles qué sentido tiene el aparato crítico en un trabajo y decirles: ‘Por estas razones tú tienes qué decir de dónde sale lo que estás tomando de otras voces, porque si no la responsabilidad intelectual se diluye”, señala Cristina Cárdenas, académica del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO y quien ya ha tenido que reprobar alumnos que plagiaron. “Es evidente que ‘eso’ no lo han escrito ellos. Usan expresiones muy técnicas, muy elevadas, que uno sabe que no manejan”.

Distintos académicos señalan que simplemente con escribir en Google la frase que no cuadra con la manera de expresarse del alumno, resulta suficiente para descubrir de dónde la extrajo.

“Es un problema que, en parte, propiciamos los docentes. ¿Cómo? Uno: proporcionándoles materiales a veces sin nombre de autor o título de la obra. Dos: no revisándoles bien los trabajos”, añade Cárdenas, quien al inicio de sus cursos –sugerencia que hace a sus colegas–, explica por qué el plagio será absolutamente inadmisible.

La palabra “plagio” no existe en la Ley Federal de Derecho de Autor, lo cual convierte a esta práctica en un asunto ético

 

La expansión de internet, el uso indebido de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), la multiplicación de fuentes informativas y la facilidad para apropiarse de datos digitalizados, son factores que han incrementado el plagio a nivel global, porque “nos hemos ido con la finta de solamente buscar información, y el conocimiento no pasa solo por ahí, hay que procesarlo”, sugiere Cárdenas.

Plagio 2

«Me gustaría agradecer a google, a wikipedia y al copy paste»

Que el usuario analice, reflexione y sobre todo valore la información que tiene a su disposición es fundamental, coincide Lupita López, coordinadora editorial de la Oficina de Publicaciones del ITESO. Paradójicamente, afirma, las nuevas tecnologías son excelentes herramientas para atrapar plagiarios. “Entre más controles le pongas, más gente va a buscar cómo romperlos; se trata de encontrar cómo darle valor al conocimiento”.

Más habilidades, más honestidad

Pero, ¿cómo buscar, jerarquizar y utilizar adecuadamente esa ingente masa de datos, frases y conceptos que tenemos a nuestra disposición? La materia “Manejo de información y datos numéricos” –conocida como “ManInfo”–, está diseñada para ofrecerles a los alumnos del ITESO formación sobre propiedad intelectual, industrial, plagio o derecho internacional.

“Es mejor que un estudiante sepa cuál es la consecuencia legal y moral que decirle un ‘debe ser’”, y que al mismo tiempo comprenda la importancia de citar, opina Gabriela Solano, coordinadora de la materia, la cual sugiere que se curse a partir del segundo semestre y antes del Proyecto de Aplicación Profesional.

Entrar a la casa de alguien y usar el coche sin su permiso, nada más porque ahí lo tiene, es la analogía que utiliza Sara Ortiz, coordinadora de la Unidad de Transferencia de Conocimiento del ITESO (UTC), para explicar que respetar el derecho de autor es un asunto de ética.

Señala que el hecho de que textos, música, videos y fotografías estén en Internet, no significa que sean públicos y se debe pedir permiso a sus autores antes de utilizarlos.

Ignacio López, académico del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos de la universidad, califica al plagio como una infracción moral que sin duda debe ser sancionada.

“No es un problema del ITESO, es un problema generalizado. Creo que todas las universidades del país se enfrentan a esto”, considera López, quien enumera a Harvard, Oxford o Georgetown como algunas de las universidades que más duramente castigan el plagio. Texto Enrique González/Judith Morán Fotos y Diseño de arte Luis Ponciano

 

Enriquece tu desempeño: investiga y cita

La materia de “ManInfo”, el área de Formación de Usuarios de la biblioteca o las consultas que puedes hacerle a la Unidad de Transferencia del Conocimiento (sortiz@iteso.mx), son algunas de las herramientas que el ITESO le brinda a su comunidad para que esta alcance un alto nivel de excelencia académica, evite el plagio y aproveche de la mejor manera toda clase de productos culturales.