Con el libro Seguro popular y federalismo en México. Un análisis de política pública, el académico del ITESO Carlos Moreno, analiza el desempeño de un organismo que atiende a casi 60 millones de mexicanos.

Según cifras del INEGI, el 60% de la población mexicana no tiene acceso a un empleo formal. En esta cifra se encuentran por igual amas de casa, estudiantes, personas en situación de calle, empleados sin contrato laboral y profesionistas independientes.

Seguro

Antes de que existiera la Comisión Nacional de Protección Social en Salud, conocida como Seguro Popular, no existía una cobertura médica gratuita, similar a la que les otorgan a estas personas el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

En este sistema fragmentado, los gastos en materia de salud tienen el potencial de llevar a ese 60% de mexicanos a serios problemas económicos.
“En este país, la mitad del gasto en salud es privado, y no con ello me refiero al gasto de un seguro médico privado, sino que es dinero que tú desembolsas en el momento en el que te enfermas. Ese tipo de gastos te puede llevar a la ruina”, afirma Carlos Moreno Jaimes, profesor e investigador del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO (SOJ).

La creación en 2004 del Seguro Popular y su aplicación en el país es la materia prima sobre la cual reflexionan Moreno y Laura Flamand, investigadora de El Colegio de México, en el libro Seguro popular y federalismo en México. Un análisis de política pública, editado por el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), el cual será presentado el jueves 15 de octubre, a las 18:00 horas, en la Casa ITESO Clavigero (Guadalupe Zuno 2083).

Los aciertos y los retos del sistema de salud mexicano
El Seguro Popular es el resultado de la reforma a la Ley General de Salud y no es una política pública de salud, afirma Moreno, sino de protección financiera contra enfermedades.

Moreno afirma que este modelo de distribución económica —el cual asigna un presupuesto dependiendo del número de afiliados por estado— es una innovación, porque usualmente se otorga de acuerdo con el número de clínicas, médicos y enfermeras que tuviera cada estado, lo cual favorece solo a las entidades con mayor infraestructura, y no aquellos que tengan mayor necesidad.

“Uno de los mayores problemas de este país es la desigualdad en el acceso a la salud; el Seguro Popular intenta revertir la lógica de financiamiento, y ahora se da en función de la demanda; conforme más afiliados, yo te daré más dinero”, explica Moreno.

La afiliación del Seguro Popular ha crecido de manera acelerada, dando prioridad a la población más pobre; en 2014 se registraron 55 millones de afiliados, según datos de la Secretaría de Salud.

La cobertura efectiva (utilización real de los servicios provistos) va a la alza en los estados con menores niveles de desarrollo y se calcula que ha contribuido a reducir el gasto de las familias del 51% en 2000 al 47% en 2010.

Dos veces más esperanza de vida en Nuevo León
“La desigualdad cruza todo el territorio. Si naces en Nuevo León, por el solo hecho de estar ahí tu esperanza de vida es más del doble en comparación con nacer en Chiapas o Guerrero. La situación socioeconómica de tu entorno afecta tus probabilidades de sobrevivir”, añade el investigador, quien especifica que son muchos los factores que determinan estas disparidades, pero uno de las principales es la calidad de los servicios sanitarios.

Ese problema no lo ha logrado resolver el Seguro Popular. “El argumento [del libro] es: el Seguro Popular sí ha sido un avance, sí ha tenido algunos logros, pero no ha logrado resolver uno de los problemas fundamentales, que es el hecho de tener un derecho universal, la salud, cuya aplicación queda en manos de 32 sistemas estatales diferentes”, analiza Moreno.

“Es parte de los costos de vivir en federalismo: cada estado tiene capacidades y desempeños diferentes”.
El libro se puede consultar en la Biblioteca del ITESO o comprarse en las librerías Gandhi. Texto Adriana López-Acosta Foto Archivo