México es el país que más agua embotellada consume en el planeta. La comunidad universitaria deshecha al semestre más de 19 mil botellas de un producto altamente nocivo para el medio ambiente. Ya hay una campaña para su reducción.

“A menos que seas damnificado de un desastre natural o que vivas en una colonia sin acceso a agua potable, toda el agua embotellada que compres cae en dos categorías: lujo y conveniencia”.

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Son palabras de Charles Fishman, periodista norteamericano y autor del libro The Big Thirst, quien ha dedicado buena parte de su carrera a investigar la industria del agua.

El boom de la venta de agua embotellada que empezó a gestarse en los 70, se alimentó principalmente del miedo espoleado por las empresas a la calidad del agua de la llave, agua potable que, por ley, deberían proveer los gobiernos.

Desde entonces, las ganancias de esta industria no han hecho otra cosa más que dispararse. En 2015, el Global Beverage Forecasts prospectó una venta de hasta 233 mil millones de litros de un producto cuyo precio es ridículamente caro.

Un litro de agua embotellada cuesta 2 mil veces más que el mismo litro de agua potable (¿pagarías tres o cuatro mil pesos por un sándwich?) y se calcula que, en promedio, cada persona en el planeta bebe unos 30 litros al año de esta presentación.

El 51% de las ganancias se lo llevan tres compañías: Coca-Cola, Pepsi y Danone; el resto se distribuye entre purificadoras locales.

México es el país que más consume este producto per cápita. Más del 80% de los mexicanos decimos consumirla porque no confiamos en el agua de la llave, según el reporte Bottled Water in Mexico 2016.

El ITESO aporta a estos números más de 19 mil botellas en un semestre (cálculos de las botellas separadas en Primavera 2016), sumando las que consumen las oficinas, las que venden las cafeterías y las que traemos desde fuera y tiramos en el campus.

“En México no sabemos reciclar; reciclamos menos del 10% de toda la basura que generamos”

Luis Flores, profesor del ITESO

The New York Times afirma que en Iztapalapa (la delegación más numerosa y pobre de la Ciudad de México) utilizan agua de garrafón hasta para bañarse, por temor a la suciedad de la que les da el gobierno.

El problema del agua embotellada se centra en los inmensos costes que suponen ponerla en tu mano, sobre todo el petróleo para extraerla, producir las botellas y mover los camiones que los transportan, sin olvidar esos millones de toneladas de basura.

Se calcula que apenas un 20% de las botellas del mundo se recicla; el resto se convierte en una “sopa” que se pasea por los océanos o crea montañas en los basureros.

El plástico reina en el mercado; marcas internacionales siguen en búsqueda de integrar material reciclado en el polietileno tereftalato (PET), pero los avances son muy lentos. La Fundación Ellen MacArthur y el Foro Económico Mundial calculan que para 2050 habrá más plástico que peces en el mar.

El 32% de los empaques de plástico llega al mar. Al tener contacto con peces en desarrollo estos pueden morir, no alcanzar a desarrollarse o acabar en nuestro plato, depositando ese veneno en nuestros estómagos.

¿Soluciones? Varias, y dependen de la gente

“En México no sabemos reciclar; reciclamos menos del 10% de toda la basura que generamos”, afirma Luis Flores, profesor del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO y líder del PAP “Materioteca y desarrollo sustentable”.

Fishermen prepare to fish, amidst floating garbage off the shore of Manila Bay

Millones de dólares para las empresas y millones de botellas a los basureros y océanos del mundo. Estos son los resultados de la industria del agua embotellada

El ITESO reestructuró en 2014 las medidas de separación de basura, aunque el objetivo, más que separar, es reducir drásticamente esos 450 kilos de botellas que genera el campus al semestre y que hoy son enviadas a expendios de reciclaje.

La campaña #Desembotéllate, a la que se suma la intención de eliminar los popotes, la han lanzado la Materioteca ITESO y la oficina de Servicios Generales. La sustentabilidad en esta institución, resalta Flores, se ha gestado muchas veces desde los salones, por ejemplo con el nacimiento en 2008 del colectivo RedUC, el cual erradicó el unicel.

¿Da flojera cargar una botella y rellenarla? ¿El agua de los bebederos sabe rara? ¿Por qué seguimos comprando botellas un día sí y otro también? El agua de los bebederos del ITESO es perfectamente sana (con algunos minerales, eso sí) y más valdría que calcularas cuánto te gastas en botellas al año para mejor comprarte un termo de calidad y ahorrar una buena cantidad de pesos. Fotos Luis Ponciano/Archivo