En la conmemoración de los 10 años del Café Scientifique ITESO, el doctor e investigador Ruy Pérez Tamayo habló sobre la evolución de la ciencia en México.

Ruy Pérez Tamayo comenzó su carrera como investigador científico en la azotea de la casa de un amigo. Cazando gatos.

Maya Viesca y Ruy Pérez Tamayo, durante la sesión del décimo aniversario del Café Scientifique ITESO

Maya Viesca y Ruy Pérez Tamayo, durante la sesión del décimo aniversario del Café Scientifique ITESO

Por las noches, en el laboratorio que el padre de su amigo había construido, los anestesiaban y exploraban las reacciones de sus órganos ante diversos estímulos.

Era 1943 y, mientras que algunos heridos de la Segunda Guerra Mundial morían de lo que se conocía como “síndrome de aplastamiento”, los jóvenes de 18 años concluían en el pequeño laboratorio, construido por el padre de uno de ellos, que ese mal era causado por insuficiencia renal.

El médico patólogo e inmunólogo, investigador, divulgador de la ciencia y académico mexicano, compartió esta anécdota al iniciar su charla “La ciencia en México: pasado, presente y prospectiva”, en el décimo aniversario del Café Scientifique, el martes 2 de septiembre en la Casa ITESO Clavigero.

“Escogí hablar de este tema porque este año yo también cumplo años: 70 años de ser investigador científico”, expresó Pérez Tamayo.

Antes de que comenzara su charla, sopló las velas del pastel conmemorativo y cada uno de los asistentes recibió su rebanada. Además, Maya Viesca, coordinadora del Café Scientifique ITESO, entregó un reconocimiento a los 10 asistentes con más visitas durante la década de vida que tiene este proyecto dedicado a la divulgación científica. El primer lugar contabilizó 36 asistencias.

Mucho por hacer

Pérez Tamayo, autor del libro Historia general de la ciencia en México en el siglo XX (Fondo de Cultura Económica), relató que durante el Porfiriato se crearon organismos como el Instituto Médico Nacional o la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, donde se reiteraban descubrimientos y prácticas provenientes de Francia, principalmente; pasada la Revolución Mexicana, la ciencia empezó a ser relegada.

El doctor marcó el momento en que se colocó la primera piedra de la Ciudad Universitaria de la UNAM como el primer síntoma de mejoría.

“De 1952 a 2000 la ciencia se desarrolla de una manera formidable; pero nada de esto fue promovido por el gobierno. Se debió a la iniciativa —yo diría, a la propia testarudez— de los propios investigadores científicos”, dijo, al mencionar esfuerzos como la creación del Conacyt, el Sistema Nacional de Investigadores o la Academia Nacional de Ciencias, gestionados por científicos que tocaron insistentemente las puertas del gobierno.

“En el año 2000 [en el que cerré la investigación del libro] fuimos el país que gastó menos en ciencia y tecnología de los 27 países de la OCDE, [el 0.39% del PIB]; Haití gastó incluso más que nosotros”, afirmó. El presidente Enrique Peña Nieto prometió incrementar para 2014 la inversión destinada a ciencia y tecnología hasta el 1% del PIB. Hace un año, la cifra cerró en 0.51%.

En su experiencia en el campo de la investigación, el doctor Pérez declaró que las ciencias que más apoyo tienen en México son la física, la astronomía y las matemáticas, seguidas de las ciencias biológicas, la medicina y, por último, las ciencias humanistas.

También la participación de la mujer ha ido incrementándose. Relató que cuando era estudiante de medicina uno de cada 10 alumnos era mujer, mientras que ahora son dos de cada tres.

“Tengo dos razones para sentirme optimista: la primera es que ya nos sale bien la propagación de la ciencia en México, ya supimos cómo hacerlo; la segunda es que la fuerza que transforma este tipo de narrativas es la sociedad civil: ustedes”.