Durante su toma de posesión como rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, el jesuita resaltó que la educación es una necesidad social y democrática, y que no puede limitarse a «preparar empleados, sino ante todo ciudadanos, personas plena y conscientemente humanas».

Toda educación universitaria es, en primer lugar, «transmisión de saberes», sin embargo «no puede constituirse sin más en la custodia de lo viejo y endosar aquello novedoso que pueda descubrir a los mecanismos automáticos del sistema», señaló David Fernández Dávalos, SJ en el acto de toma posesión como rector de la Universidad Iberoamericana (UIA) Ciudad de México para el periodo 2014-2018, en sustitución del doctor José Morales Orozco, SJ.

David Fernández, SJ, rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

David Fernández, SJ, rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Fernández, quien fue rector de la UIA Puebla de 2008 a 2013 y del ITESO, de 1998 a 2002, expresó que la UIA desea contribuir, en un ambiente de participación, apertura, libertad, respeto y crítica propositiva, al desarrollo y difusión del conocimiento, así como a la formación de profesionales e investigadores con calidad académica, que se comprometan al servicio de los demás para el logro de una sociedad más justa y humanamente solidaria.

Subrayó que la universidad es una construcción social que debe ser responsable con su entorno histórico y con quienes padecen la realidad. Por ello, dijo, el reto mayor de la UIA será «desvelar, aprehender y transformar» la realidad de los excluidos, quienes experimentan con mayor hondura, radicalidad, honestidad y transparencia la realidad periférica y subdesarrollada, la «realidad real».

En el acto protocolario, que se celebró el pasado 30 de junio, precisó que «ninguna educación puede ser neutral y mucho menos imparcial», y citó al jesuita Xavier Gorostiaga al señalar que «no tiene sentido producir profesionales exitosos en sociedades fracasadas».

«Pretendemos ser no únicamente una universidad profesionalizante que se mueve en el feroz mercado de los títulos y de las certificaciones. No queremos dedicarnos a la reproducción de lo existente, ni alejar los intereses del alumno de lo público, o convertir el título y la profesión en una inversión que hay que recuperar como se recuperan las inversiones mercantiles», añadió.

De esta forma, explicó, la UIA y la Compañía de Jesús buscan formar individuos autónomos, capaces de participar en comunidades «que sepan transformarse sin renegar de sí mismas, que se abran y se ensanchen sin perecer; que se ocupen del desvalimiento común de los humanos y atiendan a la diversidad de marginalidades que nos separan de la fraternidad común».

Director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez de 1994 a 1998, y receptor del premio Human Rights Watch en 1996, Fernández Dávalos indicó que durante mucho tiempo la enseñanza ha servido para discriminar a unos grupos humanos frente a otros, por lo que las universidades están obligadas a intentar corregir «universitariamente» los efectos de las «escandalosas» diferencias sociales, económicas o de género.

Para este jesuita la educación es una «necesidad social y democrática, no un proyecto meramente familiar», por ello, consideró, toda educación, incluyendo la de la Ibero, es pública. Aclaró que si bien la rentabilidad económica del aprendizaje y la formación laboral que transmite no son desdeñables, la educación no puede limitarse a «preparar empleados, sino ante todo ciudadanos, personas plena y conscientemente humanas». De ahí que educar sea, en un sentido más amplio, «cultivar la humanidad» y no sólo preparar para el triunfo en el mercado laboral. Ésa, dijo el Rector, es la «verdadera rentabilidad democrática de la formación educativa».

Al respecto, dijo que no es el mercado la razón directa que anima la creación de las ofertas de estudio, sino la identificación del camino que conduzca al desarrollo equitativo, al reparto de los bienes, a la generación de actitudes abiertas a las necesidades de los más pobres y a la justicia.

Fernández informó que como rector de la UIA capitalina impulsará, entre otros aspectos, la continua mejora del nivel académico, la acreditación internacional y la pertinencia social de las funciones sustantivas de la universidad, y la consolidación del compromiso social de esta casa de estudios mediante esfuerzos articulados con actores gubernamentales, sociales, empresariales y ciudadanos.

El texto íntegro del discurso de David Fernández se encuentra en http:⁄⁄goo.gl⁄saeEEJ.
Foto: Uia Ciudad de México