En la jornada de reflexión #ITESOconAyotzinapa, los dos alumnos de la Normal que visitaron el campus hablaron en entrevista acerca de las necesidades de la escuela y la situación de la educación rural en México.

Con la desaparición de 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, Guerrero, la escuela se queda sin una generación de alumnos, debido a que el resto de sus compañeros no ha regresado a la Normal por el temor de sus padres a que sean buscados.

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“Es una generación que nos están quitando y es casi el fin de Ayotzinapa”, lamenta Eduardo, uno de los dos estudiantes guerrerenses que participaron en la jornada de reflexión #ITESOconAyotzinapa el pasado 5 de noviembre.

Junto con Eduardo, al ITESO también vino Rafael, quien cursa el segundo año de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Guerrero, quien afirma que ellos seguirán luchando para mantener viva su institución educativa.

La Normal de Ayotzinapa se encuentra en paro tras el asesinato y desaparición casi medio centenar de sus alumnos. “No podemos creer que fue una hazaña perfecta en donde no hayan dejado ninguna pista de adónde se los pudieron haber llevado”, asegura Rafael y reitera que el Gobierno está detrás de esta transgresión, puesto que atestiguaron la participación de patrullas de la policía de Iguala en la detención de sus compañeros.

Eduardo y Rafael relatan que las normales rurales del país, donde estudian hijos de campesinos, han ido cerrando sus puertas. De las 29 escuelas que había antes de 1968, hoy solamente quedan 16. El Sistema de Información Básica de la Educación Normal (www.siben.sep.gob.mx) las ubica en estados como Jalisco, Michoacán, Chiapas o Campeche.

La de Ayotzinapa es un internado para alumnos que van a estudiar las licenciaturas en Educación Primaria, Educación Primaria con Enfoque Intercultural Bilingüe y Educación Física. La mayoría de los alumnos provienen del interior de la entidad y estados vecinos, aunque también hay matriculados originarios de Chiapas o Durango.

– ¿Qué han aprendido en Ayotzinapa?

Rafael: Luchar por los que vienen, no dejar morir a la Normal. Así como nosotros estamos luchando por que se mantenga viva, los que estuvieron antes que nosotros lucharon para que nosotros  estuviéramos en ese lugar. Un dicho que nos dicen es que cuando entremos a Ayotzinapa no dejemos las puertas cerradas, sino que las abramos más para otros puedan seguir llegando. Es mantener viva la Normal para que personas de bajos recursos sigan llegando y apoyando al pueblo de Guerrero, que es un estado muy pobre a pesar de las riquezas que tiene (es el mayor productor de oro de México).

– ¿Cuál es la importancia de la normal de Ayotzinapa para la región?

Eduardo: Es importante para el pueblo que esta normal esté ahí porque es una escuela de lucha, una escuela de conciencia social. Todos los chavos que egresamos de ahí tenemos una noción de cómo es el gobierno.

– Han mencionado que la escuela ha sufrido ataques durante años, ¿qué los mantiene en la lucha?

R: Esas ganas de salir adelante, ya que como personas de escasos recursos es la Normal la que nos brinda todo y nosotros, en muestra de agradecimiento, lo que podemos hacer es que permanezca viva.

– ¿Cómo se sostiene económicamente?

E: Depende de un apoyo que nos da el Gobierno Federal, pero no cubre el 100%, cubre si acaso el 60 o el 70%.

Eduardo detalla que los dormitorios son espacios pequeños en los que duermen hasta cuatro estudiantes. “Nos ha costado vidas el construir un edificio o nos ha costado represión y muertes. El uniforme que porto me lo dio la Normal de Ayotzinapa sin ningún costo. Es un internado, nos da tres comidas y educación sin ningún costo. ¿Qué Normal te puede dar educación sin que te cobre?”

Él está consciente de las críticas que generan acciones como la toma de autobuses. “Lo hacemos con el fin de trasladarnos; nosotros somos 522 y el gobierno si acaso nos da un autobús para 32 personas. Lo vemos justo y nos vemos en la necesidad de secuestrar los autobuses. Claro que al chofer se le paga y se le da de comer, en ningún momento es maltratado. Las unidades son del pueblo, todo es del pueblo”, explica Eduardo.

– Los que egresan de esa Normal ¿adónde se van ya como maestros?

R: Como son maestros rurales [la SEP] los manda a municipios o pueblos donde a veces no hay ni luz, no llega ni el agua, se van a pueblos muy alejados de la sociedad donde verdaderamente sí se necesita un maestro.

– ¿Cuál es la importancia de los maestros rurales para el país?

R: Varios se llenan la boca diciendo que México está lleno de maestros, que no se necesitan más, pero es mucha la necesidad de maestros rurales, porque en las escuelas rurales es algo antipedagógico que un maestro esté dando clases a los seis grados de primaria.

Al hablar de lo que opina su familia de que ellos estén en el movimiento, Eduardo afirma que su padre no está de acuerdo en que ‘ande de revoltoso’. “Creo que exigir mi derecho a la educación no es andar de revoltoso, pero los padres sí tienen ese miedo”.

Sobre las protestas que se han reproducido en distintos puntos del país por la desaparición de los 43 estudiantes Eduardo señala que la finalidad era no quedarse callados y despertar a los estudiantes.

– ¿Cómo se sienten de ver hoy (5 de noviembre) a la gente acompañándolos en la jornada del ITESO?

R – Te llena de gusto el ver que la gente tiene esa conciencia, esa convicción de ya no estar callando. Ya lo dice el dicho no hay mal que dure 100 años y la gente ya se está cansando de que el gobierno siga haciendo sus atrocidades y nos quedemos callados.

Rafael ve que el caso Ayotzinapa está despertando al país “quitándole la venda de los ojos para que se vea realmente cómo es el gobierno con estudiantes. Ha quedado claro que aquí en México el peor delito es ser estudiante y tus armas son los libros”. Foto Luis Ponciano