En la más reciente sesión de Pensamiento Jesuita sobre la Actualidad, dos sacerdotes hablaron sobre las claves para leer la encíclica papal Laudato si’.

La casa de todos está siendo saqueada. Lo dicen los ambientalistas, lo dicen los movimientos sociales que luchan por la justicia social y lo dice el Foro Económico Mundial en Davos, que calcula que el patrimonio del 1% de los más ricos del mundo superará en 2016 al que posee el 99% restante.
Y ahora todo esto lo reafirma el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si’, publicada el 24 de mayo de este año.

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Sergio Cobo, SJ, Resurrección Rodríguez (moderadora) y Pedro de Velasco, SJ

En la charla de Pensamiento Jesuita sobre la Actualidad del jueves 15 de octubre, Pedro de Velasco, SJ, director del Departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y Sergio Cobo, SJ, director de la Fundación Loyola, conversaron en la terraza de la Biblioteca del ITESO sobre este documento, sus puntos clave y las áreas que consideran que falta por abundar.

El Papa critica el actual modelo económico que lleva a la sobreproducción de mercancías, con un impacto ambiental innecesario que afecta a muchas economías regionales.

Cobo señaló que Benedicto XVI y algunos obispos mexicanos ya habían abordado la necesidad de un cambio global del sistema, pero que la figura de Francisco se ha ganado un cierto prestigio de autoridad moral que no han tenido otros jerarcas religiosos, gracias a su manera de abordar de una forma más articulada y sencilla la crisis ambiental.

“Articula lógica, ciencia y fe en un lenguaje sencillo, algo que no se había logrado antes; este texto rebasa a los movimientos ecologistas y a algunos movimientos sociales, e incluso critica el movimiento ecologista superficial”, dijo Cobo.

De Velasco añadió que el hecho de que la Iglesia Católica se sume a este tema aporta mucho a la discusión.

“El Papa se sitúa desde abajo, algo típico de la teología latinoamericana, y creo que eso le da una fuerza enorme al discurso, porque es más integral. Habla de la ecología cultural, plantea claramente que el deterioro ecológico no es independiente del deterioro social, económico y político, sino que están íntimamente ligados”, afirmó el jesuita.

Además, mencionó, el Papa denuncia como pocas veces una mentalidad depredadora, consumista e inmediatista basada en la explotación, y lo hace señalando a quienes considera como los principales responsables: las grandes trasnacionales, los gobiernos más poderosos del mundo y las personas que incluso en los países pobres están permitiendo el saqueo de sus recursos naturales.

Espiritualidad en lugar de moral
De Velasco cuestionó el apartado de espiritualidad planteado en Laudato Si’.

“Es muy doctrinal, pobre, porque es una teología yo diría pasada de moda y desajustada para los problemas que estamos viviendo actualmente”.

Opina que la conexión que el pontífice desea que las personas tengan con la naturaleza no puede venir de ninguna moral ni obligación o exigencia; solo puede venir de la misericordia, la cual, explica, “es un amor que consuena, que se conduele con la situación del otro. Necesitamos una espiritualidad que parta de la situación real: de un mundo sumamente destruido, deshumanizado, y que por eso necesita compasión, misericordia, no lástima. Estar apasionados con el que sufre y con el mundo. Y porque sí. No es virtud; eso sería moral, y eso no es espiritualidad. Porque sí, gratuitamente, porque amamos el mundo, porque lo recibimos de otros que nos lo regalaron y nosotros lo regalaremos a alguien más”.

Los retos
“A veces siento que los jesuitas no optamos por un tipo de apostolado, sino por un estilo de vida. Y estamos lejos de lo que nos piden. Creo que eso empieza por hacer los Ejercicios Espirituales en serio”, reflexionó Cobo sobre los retos que siguen tras Laudato Si’ para la compañía de Jesús.

Opina que esto implica cambios reales en la obra de los jesuitas, particularmente en las universidades.

“Nuestras universidades pueden avanzar en algo que la encíclica plantea; que es integración fe-ciencia, interdisciplinariedad, experimentar modelos alternativos de desarrollo, nuevas formas de desarrollo económico, participación política, romper los moldes culturales consumistas y crear modelos alternativos culturales. Nuestras universidades son y podrían ser mucho más laboratorios de alternativas, donde se discuta, se estudia, se confronte, se analice y se proponga”.

Acepta que hace falta crear un puente entre las otras obras jesuitas y las instituciones educativas. “No es nada más que le pidamos lana a las universidades, ni es nada más que el alumno vaya a tranquilizar su conciencia con meses de servicio social [en nuestras brigadas], sino que vinculemos el análisis, las experiencias, el ensayo—error, porque al mundo le urgen experiencias alternativas. En términos espirituales, hay muchas experiencias de crucifixión y Viernes Santo, pero faltan experiencias de resurrección”.

En el área de investigación, innovación y ciencia, sugirió De Velasco, la generación de nuevos conocimientos debe ir más allá de lo inmediato y apuntar a que sean constructoras del mundo.

“Que la universidad escuche la situación de destrucción del mundo, de la sociedad, de la cultura, de la libertad humana. Ese es un gran reto, y vale la pena jugarse la vida por eso. Por transformar el mundo”, afirma el jesuita.

Foto Roberto Ornelas